LECCIÓN DE DEMOCRACIA
Decía verdad Pedro Sánchez, por una vez y sin que sirva de precedente, cuando en el mitin final de la campaña afirmó que en las elecciones madrileñas “no se trata de Madrid, se trata de la democracia”. Un mensaje que los ciudadanos entendieron y asumieron y, por eso, utilizaron la fuerza democrática del voto para dejar seminoqueado y escondido en La Moncloa al presidente con menos votos y más intervencionista de la historia reciente, que ha sido señalado por los organismos internacionales como el que peor ha gestionado la pandemia del Covid, que ha sumido a España en la crisis económica más grave desde la Transición y al que ha intentado utilizar y someter a todas las instituciones democráticas, desde la Corona a la Justicia, pasando por el Parlamento, los medios de comunicación y el BOE.
Porque lo que se jugaba en los comicios de Madrid era el dilema entre una política económica y un modelo de Estado libre abierto y tolerante, frente al modelo intervencionista, manipulador y los recortes de las libertades y derechos del sanchismo. Y lo que han votado los madrileños este martes ha sido el éxito de la gestión económica y sanitaria del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso frente al catastrofismo guerracivilista orquestado desde La Moncloa con la colaboración inestimable de Podemos.
Ha sido un voto, este de los tabernarios, como ultrajó a los madrileños ese sectario y farsante de Tezanos, a favor de las políticas económicas liberales, de rebaja de impuestos, de apoyo a la iniciativa privada y al emprendimiento, de creación de empleo y de riqueza. Un voto de respaldo a la libertad social en educación, en sanidad, en comercio y a una presidenta y un gobierno que han sabido tratar a los ciudadanos como adultos, dándoles responsabilidad y libertad, en contraposición al tutelaje, las prohibiciones y el paternalismo dictatorial de la factoría Sanchez&Redondo. Dicho esto, sería aconsejable que, en la sede de Génova, todavía, y en la dirección del Partido Popular moderaran la euforia y no cayeran en el error de pensar que la moción de censura al sanchismo en Madrid es extrapolable miméticamente al resto de España. Porque el éxito en Madrid ha sido fundamentalmente consecuencia del liderazgo personal de Díaz Ayuso más que del PP. De una presidenta y su equipo que han conseguido aglutinar el voto de Ciudadanos y del socialismo moderado como primer paso para la refundición del centroderecha y para recuperar al Partido Popular como la gran plataforma electoral de las clases medias españolas. Algo que todavía es la asignatura pendiente de Pablo Casado.
Cierto que Madrid no es España, pero, como afirman los analistas políticos y certifica la estadística, siempre ha sido el espejo en el que se ha mirado España, y sirva como ejemplo
El éxito en Madrid no es extrapolable al ser consecuencia del liderazgo personal de Ayuso
recordar que la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en las generales de 2011 se cimentó tras la recuperación del poder territorial en las autonomías.
El reto para el tándem Casado-García Egea empieza ahora, y como explican destacados dirigentes populares les quedan 15 meses para definir un modelo de candidato a la Presidencia, proponer una alternativa a Sánchez, recomponer el partido, hacer un equipo creíble y fuerte, hacerse respetar como presidenciable entre el electorado, los poderes económicos y la comunidad internacional.
Por cierto, que si algo han confirmad también los resultados electorales del 4-M, aparte de la arrolladora victoria de Díaz Ayuso, fueron las dotes proféticas de Pablo Iglesias. “Madrid va a dar una lección a los corruptos, a los mentirosos y a los violentos” dijo el candidato podemita tras depositar su voto en la mañana. Y efectivamente los madrileños democráticamente con sus votos dieron una lección a los corruptos, a los mentirosos y a los violentos, tan grande y contundente que Podemos queda huérfano y en caída libre y el PSOE relegado a tercera fuerza política en la comunidad, como en Galicia y el País Vasco. Ni Rappel.