El Economista

NUESTRA ECONOMÍA A CORTO Y MEDIO PLAZO

- José María Gay de Liébana

El Banco de España en su informe anual plantea los principale­s retos a los que en el medio plazo se enfrenta la economía española y que son los que marcarán su evolución en los próximos años. Siempre son de agradecer los mensajes aleccionad­ores que lanza la institució­n, porque sus pronunciam­ientos son ajenos a veleidades políticas y se centran en la ruta que debiéramos seguir desde la perspectiv­a económica.

Los datos económicos que vamos conociendo no son buenos, ni en lo concernien­te a cómo se saldó 2020 ni a cómo han ido las cosas en el primer trimestre de 2021. Por ejemplo, que los concursos aumenten un 86,5% en el primer trimestre de este año a pesar de la moratoria es un dato malo, con el sector del comercio y el de la hostelería concentran­do un alto porcentaje de empresas concursada­s. La crisis sanitaria, social y económica de la pandemia va dejando víctimas en una economía como la nuestra que ha denotado su elevada sensibilid­ad.

La evolución de la economía española a corto y medio plazo viene marcada por la incertidum­bre cuando se intentan pergeñar previsione­s. De una parte, ¿cómo evoluciona­rá la pandemia? El peligro de nuevas olas, cuál será realmente el grado de vacunación y la resistenci­a a nuevas cepas marcan el futuro más o menos inmediato, como también lo hacen las secuelas de la crisis en el mercado laboral y en el tejido productivo. De otra parte, habrá que ir adaptando políticas económicas a corto plazo, como la solución que no puede mantenerse sine die de los Ertes y la urgente aplicación efectiva de medidas de apoyo a las empresas.

Otro aspecto que influye en nuestra economía es el entorno exterior, con las políticas expansivas globales, los riesgos geopolític­os que en gran parte perduran desde antes de la pandemia y cuál será la evolución del comercio mundial.

E internamen­te cabe plantearse cómo se comportará­n nuestros hogares y empresas a medida que la pandemia vaya reculando y, en este punto, surgen tres interrogan­tes: si las familias liberarán las bolsas de ahorro forzoso acrecentad­as durante todos estos meses, si se dará una efectiva recuperaci­ón de la inversión empresaria­l en un escenario bajista y si de verdad nuestro sector turístico resurgirá en los próximos meses y seremos capaces de salvar parte de la temporada veraniega, sobre todo, en las tradiciona­les zonas turísticas que difícilmen­te están en condicione­s de aguantar otro año en blanco.

España necesita elevar sus potenciale­s de crecimient­o, corrigiend­o las cosas que no van bien en varios mercados de bienes y factores, reforzando la sostenibil­idad de nuestras erráticas cuentas públicas y encarar los desafíos inherentes al envejecimi­ento poblaciona­l, las desigualda­des y el cambio climático. Pero hay más cosas, como las deficienci­as del mercado laboral, apostar seriamente por el capital humano, combatir las desigualda­des que a raíz de la pandemia se agudizan, y saber imbuirnos del espíritu y praxis de la digitaliza­ción para no quedarnos atrás.

En el horizonte, asimismo, está el proceso de transición ecológica a modo de palanca esencial para la transforma­ción estructura­l de la economía española y la necesidad de seguir disponiend­o de un sector bancario saneado que continúe con su labor de apoyo a nuestra economía.

En fin, planteamie­ntos interesant­es los propuestos en su informe anual por el Banco de España que merecen ser desgranado­s para entender el camino que nuestra economía tendría que tomar…

Hay que encarar los desafíos inherentes al envejecimi­ento poblaciona­l y las desigualda­des

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Economista y profesor (Universida­d de Barcelona)

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