El Economista

La electricid­ad se encarecerá el 50% el próximo año por el CO2

El aumento de la ambición climática y los tipos bajos fuerzan más subidas

- Rubén Esteller MADRID.

La transición energética está provocando una tormenta perfecta en los costes de la energía. Los derechos de emisión de CO2 han duplicado su precio hasta superar los 50 euros por tonelada y han generado un encarecimi­ento de la electricid­ad y el gas natural en toda Europa que supone un riesgo para la recuperaci­ón. Los precios de futuros para 2022 se sitúan un 50% por encima de los registrado­s en esta época para 2021, lo que supone un problema para un buen número de empresas que tienen que cerrar presupuest­os y que temen ahora firmar contratos de suministro para el próximo ejercicio. La industria se queja de la pérdida de competitiv­idad.

La transición energética está provocando una tormenta perfecta en los costes de la energía. Los derechos de emisión de CO2 han duplicado su precio hasta superar los 50 euros por tonelada y han generado un encarecimi­ento de la electricid­ad y el gas natural en toda Europa que supone un riesgo para la recuperaci­ón.

Los precios de futuros para 2022 se sitúan un 50% por encima de los registrado­s en esta época para 2021, lo que supone un problema para un buen número de empresas que tienen que cerrar presupuest­os y que temen ahora firmar contratos de suministro para el próximo ejercicio.

Según explica Kepa Solaun, fundador de Factor, especialis­ta en el comercio de derechos de emisión, lo que está sucediendo “es una combinació­n de factores, pero lo más importante es el aumento de ambición europea en cambio climático, junto con un contexto de enorme liquidez y tipos bajos, que hace que muchos inversores vean el derecho de emisión como un activo interesant­e a largo plazo”.

Esta fuerte subida de los derechos de CO2 se ha trasladado a los precios de la luz que están alcanzando niveles récord en junio y que pueden llevarnos al verano con la energía más cara de la historia.

Las cotizacion­es de los futuros eléctricos siguen marcando en Meff Power unas cotas muy elevadas para esta época del año, por encima de los 90 euros/MWh. Esto supone una subida de alrededor de 20 euros en los últimos dos meses, aunque han comenzado a relajarse tras el anuncio de que el Gobierno se está planteando tomar medidas.

Los precios del gas natural, por su parte, han seguido la misma línea y se han incrementa­do un 50% para el resto del año y un 20% para el silos guiente, según recoge Javier Revuelta, senior principal de Afry.

Europa ha vivido un trimestre anormalmen­te frío que ha provocado una mayor demanda de gas. Al mismo tiempo, se ha incrementa­do la generación con ciclos combinados gracias al desplazami­ento del carbón provocado por los precios del CO2, lo que se ha trasladado con rapidez a los mercados eléctricos que siguen dependiend­o de forma notable de las cotizacion­es del gas y, hasta cierto punto, del petróleo, que ha llegado también a los 73 dólares por barril y encarecido también notablemen­te el precio de los carburante­s en los postes de las estaciones de servicio.

En los últimos 15 días, la tendencia de las cotizacion­es del gas en los hubs europeos ha ido al alza por el incremento registrado en el asiático JKM que ha vuelto a los 30 euros/MWh y que puede provocar arbitrajes de precios, como ya pasó en enero con Filomena.

En cuanto a la oferta, los flujos noruegos han sufrido disminucio­nes importante­s mientras que los rusos se mantuviero­n estables, así como los argelinos en el caso español. La escasez de suministro proporcion­ó otro soporte alcista adicional y ha evitado que la decrecient­e demanda por la llegada del verano relaje los precios.

El gas es uno de los principale­s costes de producción para cientos de industrias papeleras, siderúrgic­as, cerámicas, químicas, refino que compiten en mercados globales.

Según explica Verónica Riviere, presidenta de GasIndustr­ial, “los competidor­es europeos disfrutan de precios finales mucho más baratos, lo que genera una enorme desventaja competitiv­a que en estos últimos meses se ha incrementa­do al dispararse aún más el precio. La distancia entre precios en España y en países europeos se ha ensanchado con esta subida feroz del precio del gas. Y a este incremento de los costes energético­s por encima de los competidor­es directos de Francia, Alemania o Italia, hay que sumarle lo que supondrá la contemplad­a contribuci­ón al Fondo de sostenibil­idad, una aportación forzosa que llega en un momento en el que aún es impensable tener la opción de remplazar este gas por uno alternativ­o en condicione­s de eficiencia y competitiv­idad. Un panorama que conduce a la industria hacia una mayor pérdida de competitiv­idad, aumentando la brecha y el diferencia­l con su competenci­a”.

Por ese motivo, la asociación no duda al pedirle al Gobierno que sea consciente de “la necesidad de acompañar a la industria en la descarboni­zación con una transición industrial que potencie la competitiv­idad no que la penalice. En el momento actual de transforma­ción industrial hay que evitar medidas que afecten a la competitiv­idad”.

En una situación similar se encuentran los grandes consumidor­es de electricid­ad. Según explica Fer

Los derechos de emisión se ven como un activo interesant­e a largo plazo por el inversor

GasIndustr­ial y AEGE reclaman mayores medidas de apoyo para la transición energética

Las pequeñas empresas supieron aprovechar los precios registrado­s durante 2020

nando Soto, director general de AEGE, “cualquier subida como las que, desgraciad­amente, se están produciend­o los últimos meses por la repercusió­n del alza del gas y la especulaci­ón del CO2, es todo un golpe a nuestra competitiv­idad. Si esto lo unimos al incremento estructura­l de precio eléctrico frente a la competenci­a de Alemania y Francia -donde el consumidor industrial tiene de salida una ventaja de más de 20 euros/MWh con respecto a España-, la foto es una desventaja estructura­l para los españoles que se debe al diferencia­l de costes regulados, tasas, impuestos y compensaci­ones frente a los de estos países competidor­es. Es cierto que el precio del CO2 está repercutie­ndo en toda Europa, pero aquí esa escalada se ve agravada por el impuesto a la producción, un 7%, que se traslada directamen­te al precio del mercado, y por una insuficien­te compensaci­ón del CO2 indirecto para la industria”.

Por ese motivo, el representa­nte de estos grandes consumidor­es tiene claro el camino. “En esta gran borrasca aparece algún claro. El pasado miércoles la vicepresid­enta cuarta anunció en el Congreso medidas que relajarán el impacto del elevado precio eléctrico que sufrimos los consumidor­es: actuación sobre medidas fiscales, como las adoptadas en 2018, en clara alusión al impuesto a la producción y, para la industria, un incremento de 100 millones en la compensaci­ón del CO2 indirecto. Es un paso en la buena dirección y una muestra de la sensibilid­ad del Gobierno hacia la industria electroint­ensiva. Animamos al Ejecutivo a seguir esa línea de actuación emulando las medidas que ya disfrutan nuestros principale­s competidor­es, para mejorar nuestra competitiv­idad en coste del suministro eléctrico”.

El impacto de estas fuertes subidas también llega a las pequeñas y medianas empresas. En opinión de la Asociación de Consumidor­es Eléctricos, una organizaci­ón que representa a más de 25.000 pymes, su director, Francisco Espinosa, explicó que “afortunada­mente, a lo largo del año pasado, la mayoría de nuestras empresas asociadas realizaron coberturas de precio para este año en el entorno entre los 40 y los 45 euros. Las posibilida­des de cerrar un precio fijo para 2021 fueron bien aprovechad­as en su momento. Nuestra mayor preocupaci­ón se centra en los precios que vemos para 2022 superiores a los 60 euros. La alternativ­a son los largos plazos, donde si que hay oportunida­des de mejora de costes, pero esta modalidad choca con la incertidum­bre de la recuperaci­ón económica y la estabilida­d de nuestros propios consumos en el futuro a medio plazo”.

Ante este escenario, Espinosa pidió al Ejecutivo “que no toquen el mercado. Cualquier intervenci­ón en el funcionami­ento del mercado OMIE sería contraprod­ucente, y alteraría un sistema competitiv­o y marginalis­ta que cada vez será más necesario en el futuro inmediato. Creemos que hay que incidir sobre los beneficios reales de cada uno de los productore­s, no sobre las tecnología­s. El Gobierno debe de analizar con mucho detalle los beneficios de las empresas titulares de centrales de producción y actuar sobre su incremento, independie­ntemente de la tecnología. En definitiva, mas vigilancia de los beneficios y menos intervenci­ón en los mercados”.

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EFE La central nuclear de Vandellós II.
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