Sin solución a las subidas de la luz
El alza de la energía requiere algo más que respuestas improvisadas cuyo alcance es puramente coyuntural
Comienza un verano histórico en cuanto al alto precio que alcanzará la electricidad. Ahora bien, lejos de corregirse con el otoño, la energía puede cerrar el año en máximos y el problema afectará también a 2022. Así ocurre debido a que ya no solo actúan factores coyunturales como el encarecimiento de las materias primas por la mayor demanda. Más importante es la influencia de los mecanismos en los que se basa la evolución hacia un modelo energético más verde. El fundamental es el sistema de compra de derechos para emitir CO2, cuya cotización se duplica desde inicios de año, hasta llegar a los 50 euros por tonelada. Resultaría ingenuo esperar que esos derechos se deprecien, considerando los ambiciosos objetivos de reducción de la contaminación que España, y el conjunto de la UE, abrazan. Frente a un fenómeno estructural como este, nada aportan las soluciones de tan corto alcance como la tomada por el Gobierno al recortar las retribuciones a la generación de las centrales nucleares e hidroeléctricas. Además de no atacar el problema de fondo, esta medida penalizará precisamente a las fuentes de energía libres de CO2 y creará inseguridad jurídica. Mucho más necesaria es la revisión de la estructura del recibo de la luz que, además de estar gravado con el tipo ordinario del IVA (21%), soporta en una proporción del 60% de costes no relacionados con el suministro, como los peajes. El Gobierno abre ahora la puerta a esta reforma, pero está por verse si renunciará a unos recargos sobre el recibo que este año aportarán 2.700 millones extra de recaudación, en un momento de alto déficit y gasto público. La energía seguirá al alza sin que existan visos de una respuesta real a este problema.