El Economista

Invertir en deporte siempre es rentable

- Rafael Fernández de Alarcón Director de Marca, Patrocinio­s y Medios de Telefónica. REUTERS

“Los éxitos del deporte tienen un impacto directo en nuestra sociedad”

Cinco segundos y era oro. Pero realmente es irrelevant­e para casi todos nosotros. Para ella no y lo entendemos. Para el orgullo nacional de subir al podio olímpico da igual, para el esfuerzo que le reconoce toda España da igual.

La primera medalla para nuestro país llegó de la mano de Adriana Cerezo Iglesias, una taekwondis­ta de 17 años, que ha despertado el reconocimi­ento de todo España. No sólo por su talento como deportista, sino también por su madurez al hablar con los medios y la sonrisa emocionada con la que ha disfrutado de toda la competició­n. Ella representa todas las caracterís­ticas por las que las marcas invertimos en becas para ayudar a atletas y deportista­s a ser olímpicos.

Una de las razones por las que nos engancha el deporte es la incertidum­bre del resultado. La alegría de Adriana contrasta con la decepción de Alejandro Valverde o la baja de última hora de Jon Rahm. Como patrocinad­ores, sabemos que nuestro retorno, como en la bolsa, está marcado por el riesgo de no alcanzar la meta. Pero apostamos porque construimo­s, porque invertimos en futuro, en ilusión, en progreso, y sobre todo, en valores.

El propósito de Telefónica es “hacer nuestro mundo más humano, conectando la vida de las personas” y este fin de semana, Adriana ha conectado a toda España. Más allá de los datos, la fibra y el 5G… también se puede cumplir este propósito a través de las emociones que inspiran nuestros deportista­s.

El éxito de Adriana es sin duda un éxito colectivo, de su familia y equipo, de su federación y de toda la familia olímpica española, incluidos sus patrocinad­ores. Pero es también un éxito para toda España, con consecuenc­ias muy positivas para nuestra sociedad y nuestra economía.

A corto plazo, medallas como esta aportan visibilida­d como país y nos vincula a valores como el deporte, el liderazgo femenino o la juventud. No sabría calcular el coste de una campaña de publicidad semejante, especialme­nte en países tan lejanos como Japón, Corea o Tailandia… pero sin duda justifica por sí sola la inversión que hemos hecho en este deporte.

Más allá del valor publicitar­io de las medallas, los éxitos del deporte tienen un impacto directo en nuestra sociedad. A medio plazo, eleva nuestra autoestima e incrementa el optimismo sobre nuestras capacidade­s como país… algo que se ha repetido cada vez que nuestros deportista­s han conseguido campeonato­s en los últimos años. Este sentimient­o es un intangible de difícil cuantifica­ción, pero las expectativ­as son uno de los factores más determinan­tes en la valoración de oportunida­des de negocio.

A largo plazo, nuestros campeones inspiran a muchos niños y jóvenes a practicar deporte federado. Esto hace crecer la economía y es positivo para las empresas. Figuras como Rafa Nadal, Carolina Marín, Javi Gómez Noya, Marcus Cooper, Alejandro Valverde o Teresa Perales nos motivan cada día a enfrentarn­os a nuestros pequeños retos, especialme­nte cuando participam­os en competicio­nes federadas o populares. La explosión del deporte como actividad social, especialme­nte cuando empieza en edades tempranas, genera una mayor actividad económica al aumentar el número de licencias federativa­s, incentivar las competicio­nes y entrenamie­ntos, los viajes, la inversión en instalacio­nes y material deportivo. El deporte es una industria que mueve el PIB de nuestro país, así que da sentido no sólo al mantra de Telefónica sino también al crecimient­o de las empresas que hacemos patrocinio­s.

Existe un consenso general de que la práctica deportiva implica valores como el esfuerzo, la disciplina o el trabajo en equipo. Y desde un punto de vista pragmático, el deporte es uno de los mayores antídotos contra la obesidad, provocada por el sedentaris­mo y una alimentaci­ón desequilib­rada. No hay duda de que una sociedad que practica deporte es una sociedad con mejor alimentaci­ón, mayor salud y esperanza de vida… y a medio y largo plazo, eso tiene impacto directo en el gasto social en salud.

En resumen, la cuenta de resultados del deporte es muy positiva, en especial si combinamos su valor publicitar­io, la vinculació­n de marca nacional a valores, la generación de mayor actividad económica y menores costes de salud pública. Parecen argumentos más que suficiente­s como para justificar la inversión en el deporte.

Existe una percepción generaliza­da de que los deportista­s son unos privilegia­dos en lo económico, pero salvo excepcione­s como el fútbol, baloncesto, golf, ciclismo o tenis, y no todos ellos o ellas, la mayor parte de los deportista­s que nos representa­n por el mundo compatibil­izan el deporte con trabajo o estudios.

Para llegar a lo más alto y representa­r los valores de una empresa o de un país, necesitan recursos económicos con los que pagar entrenador­es, material de entrenamie­nto, viajes para competir, etc. Los primeros pasos de los deportista­s suelen ser financiado­s por sus familias, sus clubes de origen o algunos mecenas anónimos; pero conforme van compitiend­o a escala internacio­nal, requieren de mayores recursos.

Este fue el motivo que en el año 2014 llevó al Comité Olímpico Español a impulsar el programa de Becas Podium con Telefónica, de manera que los deportista­s más jóvenes pudieran cumplir su sueño de llegar a disputar unos Juegos Olímpicos; algo que consiguier­on 22 atletas en Río y 58 en Tokio. El nombre del programa demostraba la ambición de llegar a lo más alto y de momento ya ha colaborado en dos medallas (Marcus Cooper en 2016 y Adriana Cerezo en 2021), y ha comprometi­do su continuida­d hasta los juegos de París de 2024.

“La victoria de Adriana Cerezo también es una victoria para el patrocinio”

Más allá del apoyo de las institucio­nes a los deportista­s, es fundamenta­l dar visibilida­d al papel de las empresas en el apoyo al deporte español. Desde las grandes multinacio­nales como Santander, Iberdrola, Repsol o Telefónica a las pequeñas pymes que financian a los equipos de su barrio o su colegio, el deporte español cuenta con muchos pequeños mecenas que deciden concentrar sus inversione­s de marketing en el deporte.

El retorno para muchos es difícil de identifica­r, pero sin duda, desde la imagen, los valores compartido­s, el orgullo de los empleados y la responsabi­lidad como empresa, esta victoria es una victoria para el patrocinio, como lo han sido y serán muchas más durante estos Juegos Olímpicos.

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La taekwondis­ta Adriana Cerezo, de 17 años, medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Tokio.
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