BOXEANDO CON FANTASMAS
Decía Alfonso Guerra, con ese ingenio y mordacidad que le caracteriza y en referencia al general Franco que él no boxeaba con fantasmas. Una filosofía y una forma de entender la política la del que fuera vicepresidente del gobierno socialista de Felipe González, que ni entienden ni comparten Pedro Sánchez, su gobierno y su partido que, siguiendo las prácticas de adoctrinamiento y distracción que utilizaba el Dictador con las fugas del Lute y otros culebrones a la carta, se empeñan en resucitar una y otra vez a ese Franco al que necesitan y utilizan como estandarte propagandístico.
Lo hicieron con el reality show en que convirtieron la exhumación de sus restos, también con el folletín inacabado de la expropiación del Pazo de Meirás y lo hacen ahora a través de esa Ley de Memoria Democrática con la que intentan tapar su incapacidad para gestionar y resolver los problemas del país y las preocupaciones de los españoles, que van desde el repunte de la crisis sanitaria con una quinta ola del Covid -el Gobierno francés ha puesto a España como ejemplo de lo que no hay que hacerhasta la desmesurada subida del precio de la electricidad, pasando por el desempleo que no cesa, la inflación imparable, la desafección por el indulto a los golpistas o su desafío al poder judicial que pretenden someter y controlar vulnerando los principios más elementales de la democracia, la división de poderes y el Estado de Derecho.
Un tic autoritario y dictatorial, que se acentúa hasta el extremo en los socios podemitas de la coalición, que ha obligado a la Comisión Europea a dar un severo toque de atención, el segundo en menos de un año, para denunciar el acoso del Gobierno a la Justicia, instar a modificar el sistema de elección de los miembros del Consejo del Poder Judicial para que sean los jueces quienes elijan a sus representantes y no sea un intercambio de cromos entre los partidos
El Gobierno utiliza a Franco para tapar su incapacidad para gestionar y resolver los problemas
políticos y un reflejo de la mayoría gubernamental, lo que crea muy serias y fundadas sospeches de que un organismo en teoría independiente, sea excesivamente “vulnerable a la politización”.
Tal es la alarma que el hostigamiento del sanchismo ha provocado en la Comisión y en los principales socios de la UE que el comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, no ha dudado en comparar a España con Hungría y con Polonia, países cuyas derivas autoritarias los han llevado a estar en el punto de mira de las sanciones de la Unión con peticiones, incluso, de expulsión.
Y la gravedad del asunto supera también el ámbito meramente político y de ataque a las instituciones democráticas, con ser este ya transcendental para el mantenimiento de las libertades, para alcanzar también el ámbito de la economía y de la recuperación. Recordar que Bruselas condiciona la entrega de los dineros del Fondo de Reconstrucción al cumplimiento del Estado de Derecho
y que cualquier país miembro puede paralizar de emergencia el envío del dinero si no se cumplen las reformas y las inversiones comprometidas o si ven amenazadas las garantías democráticas.
Esto es lo que nos estamos jugando dentro y fuera y este es el rival con el que toca competir. Un púgil real, preparado, con razones contundentes y que no parece dispuesto a permitir que Sánchez se siga colgando medallas de oro que no le corresponden. Como la de las vacunas, que las compra la Unión Europea y las gestionan e inoculan las comunidades autónomas, que son quienes ponen los recursos y la logística, sin intervención alguna de un gobierno central.
Afortunadamente, porque donde sí tiene medalla Pedro Sánchez es en el pódium de países con mayor exceso de mortalidad asociada a la pandemia. Un 68,5% más de muertes en la primera ola, que sitúan a España solo por detrás de EEUU y del Reino Unido, como muestra el informe realizado por el Consorcio de Mortalidad Covid-19 (CMor) en el que participan 33 instituciones y en que España está representada por la Universidad de Oviedo. Pero esa medalla se le olvidó al presidente en su balance.