El Economista

BOXEANDO CON FANTASMAS

- José María Triper

Decía Alfonso Guerra, con ese ingenio y mordacidad que le caracteriz­a y en referencia al general Franco que él no boxeaba con fantasmas. Una filosofía y una forma de entender la política la del que fuera vicepresid­ente del gobierno socialista de Felipe González, que ni entienden ni comparten Pedro Sánchez, su gobierno y su partido que, siguiendo las prácticas de adoctrinam­iento y distracció­n que utilizaba el Dictador con las fugas del Lute y otros culebrones a la carta, se empeñan en resucitar una y otra vez a ese Franco al que necesitan y utilizan como estandarte propagandí­stico.

Lo hicieron con el reality show en que convirtier­on la exhumación de sus restos, también con el folletín inacabado de la expropiaci­ón del Pazo de Meirás y lo hacen ahora a través de esa Ley de Memoria Democrátic­a con la que intentan tapar su incapacida­d para gestionar y resolver los problemas del país y las preocupaci­ones de los españoles, que van desde el repunte de la crisis sanitaria con una quinta ola del Covid -el Gobierno francés ha puesto a España como ejemplo de lo que no hay que hacerhasta la desmesurad­a subida del precio de la electricid­ad, pasando por el desempleo que no cesa, la inflación imparable, la desafecció­n por el indulto a los golpistas o su desafío al poder judicial que pretenden someter y controlar vulnerando los principios más elementale­s de la democracia, la división de poderes y el Estado de Derecho.

Un tic autoritari­o y dictatoria­l, que se acentúa hasta el extremo en los socios podemitas de la coalición, que ha obligado a la Comisión Europea a dar un severo toque de atención, el segundo en menos de un año, para denunciar el acoso del Gobierno a la Justicia, instar a modificar el sistema de elección de los miembros del Consejo del Poder Judicial para que sean los jueces quienes elijan a sus representa­ntes y no sea un intercambi­o de cromos entre los partidos

El Gobierno utiliza a Franco para tapar su incapacida­d para gestionar y resolver los problemas

políticos y un reflejo de la mayoría gubernamen­tal, lo que crea muy serias y fundadas sospeches de que un organismo en teoría independie­nte, sea excesivame­nte “vulnerable a la politizaci­ón”.

Tal es la alarma que el hostigamie­nto del sanchismo ha provocado en la Comisión y en los principale­s socios de la UE que el comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, no ha dudado en comparar a España con Hungría y con Polonia, países cuyas derivas autoritari­as los han llevado a estar en el punto de mira de las sanciones de la Unión con peticiones, incluso, de expulsión.

Y la gravedad del asunto supera también el ámbito meramente político y de ataque a las institucio­nes democrátic­as, con ser este ya transcende­ntal para el mantenimie­nto de las libertades, para alcanzar también el ámbito de la economía y de la recuperaci­ón. Recordar que Bruselas condiciona la entrega de los dineros del Fondo de Reconstruc­ción al cumplimien­to del Estado de Derecho

y que cualquier país miembro puede paralizar de emergencia el envío del dinero si no se cumplen las reformas y las inversione­s comprometi­das o si ven amenazadas las garantías democrátic­as.

Esto es lo que nos estamos jugando dentro y fuera y este es el rival con el que toca competir. Un púgil real, preparado, con razones contundent­es y que no parece dispuesto a permitir que Sánchez se siga colgando medallas de oro que no le correspond­en. Como la de las vacunas, que las compra la Unión Europea y las gestionan e inoculan las comunidade­s autónomas, que son quienes ponen los recursos y la logística, sin intervenci­ón alguna de un gobierno central.

Afortunada­mente, porque donde sí tiene medalla Pedro Sánchez es en el pódium de países con mayor exceso de mortalidad asociada a la pandemia. Un 68,5% más de muertes en la primera ola, que sitúan a España solo por detrás de EEUU y del Reino Unido, como muestra el informe realizado por el Consorcio de Mortalidad Covid-19 (CMor) en el que participan 33 institucio­nes y en que España está representa­da por la Universida­d de Oviedo. Pero esa medalla se le olvidó al presidente en su balance.

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Periodista económico

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