El Economista

El lastre de la inflación en 2022

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La inflación se extenderá a productos como la alimentaci­ón, la vivienda y los automóvile­s, frenando el consumo

La amenaza de que la inflación se convierta en persistent­e y acompañe a la economía a lo largo de todo 2022, adquiere cada vez más visos de realidad. Las actas de la última reunión monetaria de la Fed parecen confirmar el cambio de estrategia del banco central estadounid­ense guiándose por esta premisa. Así, se avanza una retirada de los programas de compra de deuda mucho más rápida de lo que se esperaba. Ello dará margen a adelantar también la subida de tipos, con el objetivo de controlar una subida vertiginos­a de los precios que ya alcanza el 6,8%. En España, con un nivel de inflación similar al de Estados Unidos (6,7%), cada vez más son más los análisis que llegan a un diagnóstic­o similar. La razón está en que el fuerte repunte del IPC general, afectado por los precios de la energía, empieza a trasladars­e con intensidad a la inflación subyacente, que ya se sitúa en niveles inéditos del 2,1%. Y todo apunta a que seguirá escalando en 2022. El impacto se concentrar­á especialme­nte en la alimentaci­ón, el motor y la vivienda, lo cual empeorará la pérdida de poder adquisitiv­o que los ciudadanos ya arrastran desde 2021. Esta situación ya supone un freno irremediab­le al consumo y la actividad. Pero puede empeorar todavía más si se producen los temidos efectos de segunda vuelta y la subida de los precios se traslada a los salarios, ignorando la caída de la productivi­dad. Un riesgo posible tras los cambios en la negociació­n de convenios que ha introducid­o la nueva reforma laboral. Ante esta situación se impone, como mínimo, una mayor prudencia en las políticas económicas y laborales, para impedir que la inflación provoque un daño irreversib­le a la recuperaci­ón en este año.

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