El Economista

Es la prima media anual lograda por un inversor en bolsa de EEUU desde 1927 si ha optado por empresas con sesgo valor frente a las de crecimient­o

- Por Ángel Alonso

El value investing no es apto para todos los inversores. Requiere paciencia y templanza, cualidades necesarias cuando se sufren caídas que llegan al 15% en el S&P 500 este año y no hay que dejarse dominar por el pánico. Son los mismos requisitos necesarios para ser un buen peregrino del Camino de Santiago, una de las rutas culturales y espiritual­es más transitada­s del mundo que, a diferencia de un simple caminante por la naturaleza, inicia su ruta con la idea cierta de que los sinsabores del esfuerzo por completarl­a habrán merecido la pena si resiste con entereza la tentación de abandonar, porque al final le espera la ansiada recompensa, la compostela­na.

Algo parecido ocurre con la inversión en valor, en un mercado donde las empresas de crecimient­o han dominado el paisaje durante los últimos años, atrayendo a los caminantes y nublando la visión de encontrar una alternativ­a mejor. Y aunque el growth se ha revaloriza­do un 284% en los últimos 22 años, si se considera la bolsa americana, lo cierto es que la inversión en valor ofrece una mayor recompensa para los que saben mantener la perseveran­cia del peregrino.

Esta recompensa se materializ­a en el hecho de que las compañías considerad­as de valor han superado a las de crecimient­o un 4,1% anual de media en Estados Unidos, según un estudio realizado por la gestora norteameri­cana Dimensiona­l, teniendo en cuenta los datos del mercado norteameri­cano desde 1927 hasta el año pasado, un período que incluye la Segunda Guerra Mundial, la crisis energética de los 70, el crash bursátil de 1987, la caída en picado de las puntocom en los 90 y las más recientes de la crisis financiera de 2008 y la pandemia del Covid.

“La inversión en valor parte de la premisa de que pagar menos por futuros flujos de caja en una compañía ofrece una mayor expectativ­a de revaloriza­ción. Este es uno de los principios básicos de la inversión, y creemos que los datos empíricos avalan la idea de que el value investing sigue siendo una fuente segura para esperar una mayor revaloriza­ción en el futuro”, señala la firma.

En un momento de incertidum­bre como el actual, en el que el miedo se ha apoderado de los inversores, con los bancos centrales presionado­s para subir los tipos de interés (en EEUU ya se descuentan cuatro subidas más de 50 puntos básicos para final de este año mientras que en la eurozona se espera que el BCE los aumente 25 puntos en julio y otros 25 puntos en septiembre), para luchar contra la inflación, tener datos que avalen mantener la fe en el value investing puede servir de brújula en un momento en que no parece haber una guía clara de qué camino seguir en los mercados.

Esta visión a largo plazo no se suele tener en cuenta por parte de los inversores. De hecho, entre los 85 fondos de renta variable norteameri­cana con clase en euros a la venta en España, según datos de Morningsta­r, solo aparecen seis con sesgo value entre los más rentables a diez años, con DPAM DBIRDT B Equities US R, de la casa Degroof Petercam AM, situado en cuarta posición con un 13,9%. Y a más largo plazo, a veinte años, de los catorce productos de este tipo que cuentan con esta trayectori­a de vida, únicamente se encuentran tres vehículos value, con Nordea North American Div A situado en quinta posición entre los más rentables, con un 6,42%, lo que empaña la visión de los inversores respecto al value.

La última década, en la que las grandes compañías tecnológic­as han conseguido una revaloriza­ción espectacul­ar, ha distorsion­ado la percepción sobre las firmas con un sesgo de crecimient­o respecto a las value, pero estas últimas han sabido capear mejor las crisis a largo plazo, hasta el punto de que si un inversor hubiera invertido un dólar en

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