Ranking ESG de elEconomista
Jordi Mercader añade un factor más, “la calidad crediticia de los bonos verdes que, al contar con más emisores corporativos, son más sensibles a los diferenciales de crédito”.
No tan estables como antes
Mercader coincide con García-Castaño en que, en cualquier caso, estos descensos responden a “una situación temporal del mercado”, y no tienen nada que ver con que los inversores estén vendiendo de forma masiva bonos verdes. Pero lo que sí está claro es que este tipo de activos ha dejado de ser un remanso de paz. Hasta hace poco tiempo, la deuda ESG era considerada un activo clave para aportar estabilidad a las carteras, ya que sufría menos vaivenes en el precio.
Esto se debía, según explica Guillermo Uriol, a que en este mercado “la demanda era muy superior a la oferta, y el inversor que compraba un bono se mantenía hasta el vencimiento”. Pero la oferta ha crecido: en el mundo se emitió en 2021 un billón de dólares en deuda ESG, según los datos de la Climate Bonds Initiative (CBI), y PwC estima que la mitad de las colocaciones en Europa tendrá ya la etiqueta de responsables en 2026.
De ahí que la dinámica esté cambiando: “No digo que esa estabilidad vaya a desaparecer, pero sí se va a reducir”, añade Uriol. Porque en este mercado “están entrando inversores que hasta ahora no tenían estos bonos en el foco, y que posiblemente no tengan tanto ese objetivo de mantenerse a vencimiento”, sino que opten por vender el bono antes, explica. “No podemos olvidar que estamos en los mercados financieros, donde se fijan precios todos los días, y que nos encontramos en pleno cambio de las políticas monetarias, lo cual afecta más a los bonos largos”, puntualiza García-Castaño.
Otro factor por el que hasta ahora este activo ha sido estable es “que este mercado ha sido, fundamentalmente, del institucional, con ese buy and hold; pero ahora va a haber soluciones de inversión que van a poner en manos del minorista fondos de este tipo”, añade Rengifo, que resume: “Los bonos sostenibles ya están llegando al particular; creo que esto es lo más relevante sobre este activo en este momento”.
Cuidado con la ‘greenium’ y la iliquidez
La mayoría de estos bonos se coloca con una prima verde (greenium), que en realidad es común a todo el universo de deuda sostenible, no solo a la verde. Los expertos apuntan a que esta prima, aunque se ha estrechado en los últimos meses, seguirá existiendo.
Quizá el ejemplo más claro de un greenium soberano proceda de Alemania, que en septiembre de 2020 vendió 6.500 millones de euros en bonos verdes con el mismo cupón y vencimiento que los bonos ordinarios no verdes emitidos semanas antes. “El bono verde cotizó 1 punto básico de rendimiento por debajo de su gemelo normal y ha mantenido un rendimiento más bajo en el secundario desde entonces, cotizando hasta 7 puntos básicos por debajo”, explica Sebastián Velasco, director general para España y Portugal de Fidelity International.
Velasco añade que la popularidad de los bonos verdes “ha provocado una tendencia a acapararlos”, restando liquidez y ampliando los diferenciales de precios. “Quienes intentan justificar el greenium podrían argumentar que la relativa escasez de bonos verdes debería facilitar su venta. Pero eso no sirve de consuelo para quienes desean reequilibrar sus carteras y también necesitan comprar bonos verdes”, advierte.
Irrupción de los emisores ‘marrones’
En 2021, el 49% de las emisiones globales de deuda sostenible fueron verdes, según los datos de la Climate Bonds Initiative. Fueron –como siempre– el activo estrella. Pero una nueva categoría, con solo un par de años de existencia, despuntó al aglutinar ya un 10% del total de las colocaciones del año. Se trata de los bonos ligados a la sostenibilidad, cuyo crecimiento destacó particularmente en su informe anual la CBI. Aquí, en España, solo tuvieron un exponente, Repsol, con una emisión de 1.250 millones.
Este tipo de bonos ha abierto la puerta a compañías cuya naturaleza no es propiamente verde, pero que sí pueden ligar un determinado proyecto a unos objetivos específicos de sostenibilidad. Si la empresa emisora no los cumple, deberá pagar un cupón más alto. “Su potencial de crecimiento es enorme porque abren absolutamente a cualquier emisor la posibilidad de lanzar un producto sostenible”, destaca Julián Romero. Y será este activo, en opinión del presidente de Ofiso, el que haga posible que –tal y como pronostica PwC– efectivamente en cuatro años la mitad de la deuda ya sea ESG.
Compañías del Ibex 35 de mejor a peor nota en sostenibilidad. De 0 a 100