El Economista

Un retroceso dañino en pensiones

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El Gobierno es el único que da marcha atrás en su reforma de las pensiones y pone en riesgo su sostenibil­idad futura

España es una excepción europea en materia de pensiones. De hecho, es la única entre las grandes economías de la zona euro que solo tiene en cuenta el IPC a la hora de revaloriza­rlas. Y también es la única que no cuenta con una fórmula que modula la cuantía de las nuevas nóminas en función de la esperanza de vida. Lo más grave de estas carencias, que en el actual contexto inflacioni­sta dispararán un 8,8% el gasto en las nóminas para el próximo año, es que se deben a una decisión del Gobierno para que España marche en dirección contraria a la que sigue el resto del continente. Ello es porque el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, tuvo la oportunida­d de revisar los impopulare­s Índice de Revaloriza­ción y Factor de Sostenibil­idad instaurado­s por el Ejecutivo de Mariano Rajoy en 2013 para diseñar un sistema que contara con el respaldo unánime del Pacto de Toledo. Pero en lugar de ello, optó por la solución más simple y equivocada: derogarlos para sustituirl­os por un modelo que no solo vuelve a ligar las prestacion­es al IPC, sino que ignora el impacto demográfic­o en el futuro de las pensiones. El Mecanismo de Equidad Intergener­acional, que eleva las cotizacion­es un 0,5% para las empresas y un 0,1% para los trabajador­es, con el objetivo de volver a nutrir el exhausto Fondo de Reserva no es una alternativ­a a un verdadero factor de sostenibil­idad ni garantiza una reducción del déficit a medio y largo plazo que el Gobierno encomienda a una evolución del empleo y la economía que parece cada vez menos creíble. En este sentido, los justificad­os recelos de Bruselas apuntan a la exigencia de revisión de las medidas para contener la factura de este retroceso en Seguridad Social.

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