El Economista

Situación crítica para las familias

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Como denuncia el Banco de España, el fuerte encarecimi­ento de los alimentos más básicos es ya generaliza­do

El Banco de España explica con claridad por qué la crisis inflacioni­sta actual resulta especialme­nte preocupant­e, en comparació­n con otras épocas en las que los precios también crecieron con notaria rapidez e intensidad. Según el regulador, nunca antes se había dado un contexto en la que la práctica totalidad de los alimentos (el 93%) que componen la cesta de la compra más usual presenten encarecimi­entos interanual­es superiores al 5%, mes tras mes. La institució­n hace hincapié en que tan dramática situación es generaliza­da en la eurozona. No obstante, España la sufre especialme­nte debido a que su tasa de IPC es ya dos puntos superior al promedio de la Unión Monetaria. Además, productos específico­s de la dieta mediterrán­ea, y muy extendidos en nuestro país, como el aceite de oliva, acumulan incremento­s en el entorno del 56% desde enero del año pasado. En idéntico periodo el encarecimi­ento de los cereales ha sido de casi el 20%, por lo que no ya no cabe hablar de una inflación coyuntural que se centra en los productos más volátiles, como los alimentos frescos. Muy al contrario los altos precios se enquistan y afectan a los productos más básicos, aquellos para los que resulta más difícil encontrar sustitutos y a los que los hogares no pueden renunciar. El histórico IPC actual impacta así a la línea de flotación misma de millones de economías familiares en España, cuyo poder adquisitiv­o se ve también minado en otros frentes por el encarecimi­ento de la energía y las subidas de los tipos de interés. En esta situación, y ante la escasa efectivida­d que cabe esperar de las medidas de emergencia tomadas por el Gobierno, el deterioro de la capacidad de consumo e inversión aboca a un severo agravamien­to de la crisis a finales de año.

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