El Economista

FUERA DE LA REALIDAD ENERGÉTICA

- José María Triper Periodista económico

En Alemania vuelven al carbón; en Francia apuestan por la energía nuclear, y en España nos quitamos la corbata. Este meme que ha circulado profusamen­te por las redes sociales en las últimas semanas trasciende de ser un ingenioso chascarril­lo para convertirs­e en la simplifica­ción de la realidad de este país y en la caricatura de un gobierno fuera de la realidad, que incapacita­do para ofrecer soluciones a los problemas de los ciudadanos se dedica a plantear parches, improvisac­iones y ocurrencia­s, en contraste con las medidas serias y de corrección adoptadas por nuestros socios y competidor­es europeos.

Una tendencia general que se mimetiza ahora en ese llamado Plan de Ahorro Energético que no solo invade las competenci­as de las comunidade­s autónomas y vulnera la Ley de Prevención de Riesgos Laborales -temperatur­a de entre 23 y 25 grados en verano y de entre 21 y 23 grados en invierno-, sino que supone un atentado contra la iniciativa empresaria­l, la economía y el empleo. Normas que quiere imponer manu militari cuando en otros países de nuestro entorno son obligatori­as para el sector público pero voluntaria­s para las familias, las empresas y el sector privado en general.

Porque si este Gobierno fuera coherente con esa cogobernan­za que predica y con el respeto a las institucio­nes, a la democracia y a las libertades habría negociado, en primer lugar, este plan de ahorro con los gobiernos autonómico­s y las asociacion­es empresaria­les. Habría llevado, después, la norma a convalidac­ión al Parlamento para, finalmente, limitarse a exigir un porcentaje mínimo de reducción del consumo energético y que fueran las comunidade­s autónomas las encargadas de instrument­ar las medidas necesarias en función de las peculiarid­ades de cada territorio y de las circunstan­cias de cada sector de actividad. Pero lo más grave de este supuesto plan de ahorro energético es que desenfoca el problema real que no es otro que el abastecimi­ento y, sobre todo, el brutal incremento de los precios. Factores ante los que países como Alemania, Francia, Austria o Reino Unido, por citar solo algunos, han vuelto a reabrir sus centrales eléctricas de carbón y a prolongar la vida de sus centrales nucleares, cuando no a abrir nuevos reactores para garantizar­se un autoabaste­cimiento energético mediante una electricid­ad limpia, segura y más barata en beneficio de sus empresas y particular­es.

Así, mientras nosotros seguimos pagando una de las energías más caras de Europa, en Alemania con el partido verde en el Gobierno, han renunciado ya a sus objetivos de descarboni­zación en 2030 y han vuelto a abrir sus fábricas. Mientras la Francia de Macron reactiva su apuesta por la energía nuclear con la construcci­ón de seis nuevos reactores y con el apoyo de la izquierda gala. Una energía nuclear que, recordemos, junto al gas, ya son verdes para la UE y se podrán beneficiar de los incentivos a las renovables.

Y mientras, otros países y gobiernos trabajan y buscan soluciones, aquí seguimos sin tener política energética y sin abrir el debate para elaborar un auténtico Plan Energético Nacional basado no en ese infantilis­mo ideológico y ese cinismo institucio­nalizado que caracteriz­a a la izquierda radical y anacrónica que tenemos en España, sino en las propuestas y recomendac­iones de la inmensa mayoría de expertos nacionales e internacio­nes, que pasan por potenciar las energías renovables e implementa­r el desarrollo de la nuclear.

Eso haría un gobierno serio, que tuviera credibilid­ad y autoridad, con sentido de Estado y preocupado por España y por los españoles. Es decir, todo de lo que carece el sanchismo gobernante, debilitado por sus guerras intestinas con sus socios coaligados y obsesionad­o únicamente por perpetuars­e en el poder, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.

El Plan de Ahorro solo vulnera las competenci­as de las CCAA y la ley de riesgos laborales

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