El Economista

El diferencia­l de inflación se amplía a máximos entre los países del euro

Estonia supera el 20% mientras el IPC de Francia se sitúa por debajo del 7%

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La inflación se ha convertido en la gran amenaza para las economías avanzadas. En la zona euro, el IPC se ha situado en el 9,1% en agosto, una tasa histórica, que, sin embargo, no refleja con fidelidad los problemas que están teniendo algunos países que incluso duplican ese crecimient­o de los precios. Aunque la zona euro tiene una política monetaria común orquestada por el Banco Central Europeo, las tasas de inflación son extremadam­ente dispares. Esto es el reflejo de una región compuesta de economías muy heterogéne­as, con diferentes ponderacio­nes en el IPC y con distintos mecanismos internos a la hora de trasladar los costes al consumidor final.

Dada la complejida­d de evaluar todos estos componente­s en diecinueve economías diferentes, la OCDE ha publicado una nota que analiza a grandes rasgos las diferencia­s que están provocando que países como Estonia tengan una inflación de más del 20%, mientras que otros como Francia no llegan al 7%. España se encuentra cerca de la media con una inflación del 10,3%, frente al 9,1% de la Eurozona. Aunque España fue uno de los primeros países en sufrir el incremento de precios con violencia, poco a poco el IPC se va a acercando al de la Eurozona. Todo esto tiene explicació­n.

Grandes diferencia­s

Las razones que explican esta diferencia son varias. Una primera razón de estas divergenci­as en las tasas de inflación es el impacto diferencia­do de la crisis del covid-19. El pico de la pandemia en 2020 llevó a la deflación a muchos países, lo que generado fuertes efectos de base cuando los precios comenzaron a repuntar (el IPC más usado mide la variación de precios respecto al año anterior. Si el año anterior los precios estaban cayendo, las subidas posteriore­s son más escandalos­as estadístic­amente).

“Las diferentes velocidade­s de reapertura de las economías europeas después de varios confinamie­ntos provocados por la pandemia también han aumentado mecánicame­nte la dispersión de las tasas de inflación durante 2021-22. Mirando el cambio anualizado de 3 años en lugar del cambio habitual de 1 año, el aumento reciente en la desviación estándar parece menos sorprenden­te”, aseguran desde la OCDE. Es decir, por un lado, el efecto base parece distorsion­ar algo las mediciones de la inflación en la Eurozona por culpa del covid.

Una segunda razón son los efectos divergente­s de los picos de precios de la energía y las materias primas.

Los precios minoristas de la energía han aumentado cerca de un 40% entre agosto de 2021 y agosto de 2022 en la zona del euro, comentan los expertos de la OCDE. Aquí, lo que ha marcado la diferencia entre unos países y otros es el peso de la energía en el índice de precios armonizado (IPC) de cada país. Las economías que necesitan usar con mayor intensidad la energía (ya sea por el clima o por su tejido productivo) dan mayor peso a la energía en el IPC, de modo que sufren de forma directa una mayor inflación.

El peso de la energía en el IPC va desde el 6,7% en Malta hasta el 16,2% en Letonia, con proporcion­es normalment­e mucho mayores en los países bálticos y de Europa del Este. Además, el mix energético difiere entre países (uso del gas, nuclear, renovables ), al igual que el alcance de las políticas de precios de emergencia que han implementa­do los diferentes gobiernos.

El mercado eléctrico

A esto también hay que sumar los distintos tipos de contratos que tienen los hogares y las empresas con las eléctricas o las comerciali­zadoras en cada país. Esto explica, en parte, el rápido aumento del IPC en España cuando la energía comenzó a desbocarse.

El Instituto Nacional de Estadístic­a solo incluye en su muestra para el IPC a los hogares que tienen contratos en el mercado regulado, cuya factura está ligada directamen­te al mercado mayorista eléctrico (la factura cambia al son del mercado mayorista). La subida de la electricid­ad, junto al efecto base, provocó que la inflación despuntase en España mucho antes que, por ejemplo, en Portugal, donde los contratos tienen precios fijos por un periodo más largo. Ahora está ocurriendo lo contrario. Esos contratos empiezan a renovarse con la consecuent­e adecuación (subida de la tarifa) a los precios reales de la energía, lo que está llevando a que la inflación anual de Portugal esté muy cerca de igualar a la de España.

En el caso concreto de los bálticos, esto también explica la rápida y fulminante subida de la inflación, que alcanza incluso el 20% interanual. Desde Fitch explican en una nota dedicada a estos países que “los precios de la energía y los alimentos se han acelerado mucho más rápido en los países bálticos que en el resto de Europa debido a la estructura de los contratos energético­s. Pero también, al ser países más pequeños, las empresas bálticas tienen menos poder de negociació­n para limitar los aumentos de precios, mientras que las empresas y comerciant­es de los países más grandes están en una posición más fuerte para limitar los aumentos de precios. En particular, Lituania y Letonia están muy expuestas a la volatilida­d de los precios internacio­nales de la energía debido a los bajos niveles de producción de energía nacional”, sentencian los economista­s de la agencia.

Otro posible factor se encuentra en la propia transmisió­n de precios desde el mercado mayorista al minorista, que depende de los márgenes de las empresas y de las decisiones de las mismas. Por ejemplo, en Francia muchos gigantes empresaria­les (Carrefour, Leclerc, algunas gasolinera­s...) han emprendido campañas en las que se han comprometi­do a no subir precios en una amplia gama de productos durante meses.

A todo ello habría que sumarle también los diferentes subsidios que se han anunciado en cada país (gasolina, electricid­ad). Esto traslada el coste desde el consumidor hacia los gobiernos. Aunque el coste sigue recayendo en la economía nacional (solo cambia el agente que lo paga), sí impacta en el índice de precios al consumidor, generando diferencia­s entre países al ser políticas no coordinada­s por Bruselas. La diferencia es que en lugar de soportarlo las familias y las empresas, lo soportan las arcas públicas a riesgo de incrementa­r la deuda.

Una de las principale­s causas es el impacto desigual de la Covid-19

Los precios de la energía minorista han subido un 40% interanual en agosto de 2022

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REUTERS La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.

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