El Economista

Los indefinido­s a jornada parcial, en máximos tras la reforma laboral

Suman el 62,2% del empleo a medio tiempo, siete puntos más que en 2019

- Fuente: Encuesta de PoblacIón ActivA (INE). Javier Esteban elEconomis­ta

En el segundo trimestre del año, seis meses después de la entrada en vigor de la reforma laboral, los asalariado­s con contrato indefinido que trabajan a jornada parcial alcanzaron los 1,58 millones. Se trata de la mayor cifra de toda la serie histórica de la Encuesta de Población Activa (EPA), que se remonta a 2005.

Este récord se debe a un incremento del 12% en términos interanual­es, cuatro puntos más que lo que aumentaron los trabajador­es a jornada completa. Aunque este repunte se ha visto matizado por la reducción de los empleos temporales a jornada parcial, que han caído también un 12%.

De esta forma, el 62,2% de los trabajador­es a tiempo parcial tiene un contrato indefinido, el mayor porcentaje de la serie histórica, un nivel solo superado por el segundo trimestre de 2020.

Pero hay que recordar que aquel incremento en la ratio fue debido a la intensa destrucció­n de empleo temporal durante los primeros meses de la pandemia, no a un incremento del empleo indefinido a media jornada.

Desde 2007, los asalariado­s indefinido­s a tiempo parcial han superado en número a los eventuales, pero la tasa se había estabiliza­do en una media del 55%, siete puntos menos que la registrada en el segundo trimestre. Por otro lado, el incremento en la contrataci­ón indefinida a media jornada en 2022 es el más intenso y rápido registrado desde el primer trimestre de 2005.

Ni siquiera la crisis financiera ni las reformas laborales de 2010 y 2012, que actuaron sobre las condicione­s del empleo a tiempo parcial, tuvieron un impacto similar en un plazo tan corto.

La calidad del empleo fijo

El papel de la legislació­n aprobada a finales de 2021 en esta evolución es claro. En primer lugar, porque ha elevado el número de trabajador­es con contrato indefinido. Pero también hay que tener en cuenta que la legislació­n no busca reducir el volumen del empleo a tiempo parcial, y combatir las circunstan­cias de precarieda­d laboral en las que puede desembocar, como sí intenta hacer con los trabajos temporales.

Más bien podría decirse lo contrario a tenor de los datos de contrataci­ón indefinida publicados cada mes por el Ministerio de Trabajo, para más, que ha impulsado el recurso a los contratos a medio tiempo y a los fijos discontinu­os, que en un alto porcentaje (más de un 40%) tienen jornada parcial.

Aunque el impacto de este nuevo paradigma en la contrataci­ón no se ha trasladado con toda su intensidad a la EPA. La razón es que se ha visto modulado por la alta volatilida­d de los nuevos empleos indefinido­s, especialme­nte de los discontinu­os.

Esta modalidad supuso un tercio de los contratos firmados en los primeros seis meses del año, pero solo aportó un 3% del empleo creado en ese periodo según los datos del Instituto Nacional de Estadístic­a. De esta forma, la elevada rotación de estos empleos explica que el impacto en la parcialida­d no haya sido aún mayor.

Un dato disimulado

El descenso de los asalariado­s a media jornada con contrato temporal ha permitido que el auge de los indefinido­s no se traduzca en un aumento del empleo a tiempo parcial hasta niveles históricos.

La cifra global de 2,57 millones de asalariado­s a tiempo parcial sigue por debajo de los 2,67 millones del segundo trimestre de 2019, que hasta ahora marca el máximo de la serie histórica.

Este dato es además preocupant­e por su relación con el subempleo, una forma de precarieda­d que castiga a 1,7 millones de personas, el 66% de los trabajador­es a media jornada. La mayoría se encuentra en otra situación por no poder encontrar un trabajo a jornada completa, aunque también se debe a otras causas como la ausencia de horas extra o las reduccione­s de jornada obligadas por la empresa.

Aunque este dato se ha reducido gracias a la recuperaci­ón del mercado laboral, sigue siendo el más elevado de la UE. Además, el 54% de ellos tiene un contrato indefinido, como contó elEconomis­ta.es. La mayor la parcialida­d en el empleo fijo siembra dudas sobre si esta mejoría se mantendrá.

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