Los operadores reducen sus márgenes al convertirse en meros subcontratistas
El reciente informe McKinseyTechnology TrendsOutlook2022 identifica 14 tendencias principales a través de las cuales se orientan los cambios que permiten los avances en productividad, innovación y bienestar en la esfera económica y en la vida social. A diferencia del resto de tales tendencias, bien determinadas en su alcance y proyección, la conectividad avanzada tiene un carácter transversal y de elemento facilitador de otras tres de las tendencias tecnológicas identificadas: 1) aplicaciones de Internet de las cosas ( IoT, en su acrónimo en inglés), 2) realidad aumentada y virtual móvil y juegos en Internet ( cloudgaming en inglés) y 3) procesamiento y almacenamiento de datos en Internet (en las nubes, clouds en inglés y en proximidad, edge en inglés). El rasgo habilitador de tareas y usos de la conectividad suple holgadamente la carencia de un itinerario específico de crecimiento para el negocio de las telecomunicaciones.
En efecto, los despliegues de las infraestructuras más avanzadas de comunicaciones (fibra óptica en la últimamilla, móvil 5G, satélites de baja órbita) no generan de por sí una progresión cualitativa en los ingresos de los operadores si no más bien un riesgo de aceleración de la deflación de precios por la consecuencia de costes unitarios de servicio sustancialmente inferiores a los de las tecnologías a las que sustituyen.
Igual que la explosión de uso de la telefonía móvil estuvo ligada a la aparición hace cerca de quince años de los smartphones y especialmente a las “tiendas de aplicaciones” de los sistemas operativos móviles, la conectividad avanzada del momento necesitará de dispositivos que conviertan en utilidades para los usuarios (personas o máquinas) el mayor ancho de banda para comunicaciones “pesadas”, el menor retardo para comunicaciones “críticas” y la sustancialmente mayor densidad de dispositivos para comunicaciones industriales y de interés público.
En ese carácter habilitador descrito de las telecomunicaciones se refleja todo un esfuerzo de posicionamiento de los proveedores de conectividad, los operadores. Si como reconoce entre otros la Comisión Europea, el valor añadido en la economía digital se encuentra en el uso y cesión de información para los negocios y por ello en los algoritmos, repositorios y sistemas de extracción y clasificación de los datos personales, los mayores rendimientos serían los obtenidos por quienes están aportando utilidades al tráfico de datos, los llamados OTT (de over-the-top en inglés, por la adición de tales utilidades al servicio básico de telecomunicaciones), sea para fines profesionales y de colaboración (como las aplicaciones de compartición de documentos, agendas y reuniones, como Teams de Microsoft o Workspace de Google); de entretenimiento (como Netflix, YouTube o la aplicación de juegos PewDiePie) o de relación personal (como Instagram, TikTok o LinkedIn).
Como proveedores de la conectividad y gracias al uso de los navegadores y de las aplicaciones instaladas en los dispositivos de sus clientes, los operadores se han convertido en agrupadores de tales aplicaciones y a la vez en agentes imprescindibles de su funcionamiento y rendimiento sin por ello percibir de los OTT retribución alguna, cuestión que viene suscitando constantes peticiones ante las autoridades para un reparto de las cargas del despliegue y operación de los recursos técnicos necesarios para la oferta de conectividad más equitativo y que alcance a los OTT.
Referido al negocio con empresas, los operadores llevan tiempo ampliando su oferta de servicios, para cubrir con cierta aportación de valor, en su condición de integradores, la reventa de aplicaciones e incluso el diseño y gestión de proyectos informáticos diversos y entre los que en los últimos tiempos la transferencia del procesamiento de datos de los clientes a las nubes y la implantación de sistemas y herramientas de ciberseguridad han adquirido cierto auge. Así pues, los operadores van adquiriendo un papel de mayor relevancia y captura de al menos parte del valor de estos servicios que progresivamente cubren aspectos más amplios de las tres tecnologías emergentes señaladas al inicio. La evolución hacia un OTT por parte de los operadores no resuelve si no más bien magnifica el desafío de diferenciación de las ofertas a los clientes, pues siendo gratuita la interconexión para quienes ofrecen sus contenidos a través de las redes de los operadores a los clientes de éstos y salvo para las aplicaciones de pago, todos los operadores que compiten por el mercado de conectividad incorporan las mismas aplicaciones o incluso las sufragan de forma compartida cuando se trata de “exclusivas” (como es el caso del fútbol en la TV de los operadores), lo que eleva de manera creciente y potencialmente insoportable el coste de esa ventaja, que requiere una continua renovación y enriquecimiento de la oferta al mercado, generando una incertidumbre notable para el modelo económico de los operadores, basado en las inversiones a largo plazo, la razonable estabilidad de sus ingresos y la expectativa de un flujo de caja libre creciente.
Cuando los operadores se convierten en subcontratistas inevitablemente ponen en riesgo sus márgenes, a expensas de su capacidad de negociación con quienes desarrollan y licencian las aplicaciones, gestionan los centros de procesamiento de datos o fabrican los dispositivos que los operadores ofrecen para atraer o fidelizar a clientes nuevos o actuales. La percepción de una posible reorientación en marcha del esfuerzo comercial por parte de los operadores que permite evitar al menos en parte los cuantiosos costes de proyección de sus marcas, cuyos atributos ya están asumidos por el mercado y son tenidos en cuenta para considerar la continuidad o la terminación de las relaciones comerciales, en un sector tan fluido y cada vez más susceptible de individualización, es decir, de encontrar una oferta más acorde con las necesidades y preferencias específicas de un público -de particulares y empresas- realmente heterogéneo. Una consecuencia a medio plazo de esa transformación de hecho en comercializador de capacidades y recursos de terceros es la dificultad para aumentar la escala de los negocios propios, lo que impide obtener la disminución de costes unitarios y la consiguiente posibilidad de tomar la delantera en la señalización de precios al mercado sin merma de rentabilidad.
Propuesta comercial diferenciada
Si el mayor valor añadido en la venta al cliente final se atribuye a conceptos ajenos a los operadores, en la práctica serán quienes los poseen (sistemas operativos, vinculados a la oferta de dispositivos y terminales; inteligencia artificial; capacidad de procesamiento de datos en las “nubes” públicas) quienes podrán desarrollar su propia propuesta comercial, potencialmente diferenciada hasta el grado de concreción que les permita el conocimiento adquirido de los hábitos y preferencias de los usuarios, personas, empresas e instituciones, sin la estricta limitación territorial que impone a los operadores la sujeción al ordenamiento jurídico del Estado que les otorga la condición de operadores, atendiendo al interés general y a la correcta gestión y protección del dominio público (a través, por ejemplo de la concesión restringida y competitiva del espectro móvil).
Los titanes de Internet, también conocidos precisamente como “hiperescalares” por su presencia global y en muchos casos por contar entre sus usuarios con una fracción significativa de la población mundial (en lo que se refiere al sistema operativo de los 6.640 millones de terminales móviles que según Ericsson y Radicati Group estaban en uso el mes pasado, Android, de Google, sería el sistema operativo de 4,74 mil millones de terminales y iOS, de Apple, el de 1,85 mil millones de terminales, según las cuotas atribuidas a los mismos por Statista). Como la conectividad se fundamenta en el binomio red (en sentido amplio, que actualmente incorpora el procesamiento de la información requerida y generada)-dispositivo (fijo o móvil, personal o
El valor añadido de la economía digital reside en el uso y cesión de información