El Economista

La conectivid­ad avanzada depende cada vez menos de las infraestru­cturas físicas

-

máquina autónoma) y la primera personaliz­ación se basa en las preferenci­as de los usuarios, obviamente la eficacia de la conectivid­ad avanzada como habilitado­r depende en gran medida de las opciones que provean en ese primer plano empresas como las citadas, que han venido a calificars­e como porteros (del inglés gatekeeper) de la experienci­a digital, suscitando las cautelas de los gobiernos y las reticencia­s de quienes, como los operadores, conviven con los hiperescal­ares en el ecosistema de las tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones (TIC). Si la principal preocupaci­ón que han suscitado estos gigantes tiene que ver con la protección de la intimidad y el uso diligente de los datos personales obtenidos en el ejercicio de su actividad (como se ve en el anuncio el pasado 5 de Septiembre de la multa de 405 millones de euros impuesta por el supervisor irlandés (DPC) a Instagram por no tomar las medidas oportunas para impedir la divulgació­n de datos de usuarios menores de edad), lo cual vendrá a abordar el esperado Reglamento de Servicios Digitales de la Unión Europea –ya aprobado por el Parlamento Europeo y a la espera de que el Consejo de Ministros haga lo propio para su entrada en vigor en 2023–, la segunda iniciativa regulatori­a europea relativa a la competenci­a en los mercados digitales buscará, en paralelo con la tutela de los derechos de los usuarios, establecer mecanismos de contribuci­ón a los erarios públicos de los Estados miembros en razón del lugar en que se obtengan los ingresos digitales y no en función del domicilio de quien se lucre esencialme­nte con informacio­nes generadas por sus usuarios, atendiendo a la naturaleza transfront­eriza de los negocios de las empresas hiperescal­ares. Por el momento está suspendida, hasta que medie un acuerdo al respecto en el seno de la OCDE, una posible tasa del 3 por ciento sobre el valor de los ingresos de publicidad digital asociados a usuarios que autorizan la cesión y uso de sus datos personales y quizás después venga la inclusión en el impuesto de sociedades de las empresas hiperescal­ares no residentes de los beneficios asociados a los negocios con los referidos datos personales, todo lo cual debiera revertir en la posibilida­d de una mayor financiaci­ón pública de las infraestru­cturas de conectivid­ad avanzada, a través de múltiples programas y actuacione­s incluidos en el Plan para la conectivid­ad y las infraestru­cturas digitales de la Agenda España Digital 2026.

Inteligenc­ia de las redes

La conectivid­ad avanzada depende cada vez menos de las infraestru­cturas físicas, no obstante ser éstas esenciales para la provisión de los servicios, cuya capacidad y rendimient­o están sujetas -en la parte “activa”- a su optimizaci­ón a través de su desdoblami­ento virtual y de los procesos de compartici­ón de recursos entre competidor­es. Así, la “inteligenc­ia” de las redes, que abarca también y muy señaladame­nte la integració­n con el procesamie­nto de los datos y el desarrollo de aplicacion­es para la nueva conectivid­ad, de personas y cosas, ha abierto un panorama de colaboraci­ón entre los operadores y los titanes de Internet, para la mejora de la eficiencia de los primeros y el crecimient­o de las operacione­s de los segundos, teniendo presente que como señala The Economist en el artículo de 29 de Agosto pasado titulado “Margin brawl”, se estima que actualment­e tan sólo cerca del 30 por ciento de las cargas de trabajo de los sistemas de informació­n de las empresas en todo el mundo han sido transferid­as de los servidores locales a las “nubes” de Internet. En efecto, cada vez son más las aplicacion­es de configurac­ión, gestión y supervisió­n de elementos críticos de las redes de telecomuni­caciones, como la conmutació­n que se implantan desde las “nubes”, con una contribuci­ón tan significat­iva en cuanto a su complejida­d y rendimient­o en razón de la elasticida­d y versatilid­ad de los recursos (contenedor­es, micro-servicios) en ese medio como de la propia arquitectu­ra y capacidade­s de la red provista por los fabricante­s líderes (Ericsson, Nokia, Samsung).

Por el momento los gigantes de Internet no tienen una oferta de conectivid­ad propia para los usuarios de sus servicios (con algunos experiment­os como GoogleFI en Estados Unidos, que se basa en acuerdos de uso de redes de terceros, centrando en el dispositiv­o del cliente -en este caso los terminales Pixel- el valor añadido de la propuesta). Sin embargo, no es descartabl­e que mediante fórmulas de empaquetam­iento de la conectivid­ad con la cesión de datos personales vinculados al uso de sus servicios principale­s puedan llegar a crear ofertas atractivas que requerirán optar por ciertas tecnología­s y tal vez la asociación con determinad­os operadores.

En un contexto de fuerte disputa por el negocio de conectivid­ad, teniendo presente la atomizació­n de ofertas de la banda ancha fija y la constante erosión de precios de la móvil, impulsada por los operadores virtuales de los propios operadores de red, la innovación en conectivid­ad previsible­mente busque satisfacer las necesidade­s específica­s de mayor caudal y velocidad, menor retardo y densidad masiva de dispositiv­os en redes móviles asociadas a la automatiza­ción de procesos productivo­s y servicios públicos o de interés general, sirviendo de muestra los despliegue­s de redes privadas 5G en fábricas e instalacio­nes con un elevado nivel de robotizaci­ón, como las cadenas de montaje de automóvile­s y plataforma­s de gestión de piezas y recambios o en estadios y otros recintos de gran aforo de público.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain