El Economista

La licitación para este servicio, la limpieza y otros complement­arios del se quedaron desiertas

- Lucía Gómez

Un crucero sobre ruedas. Con esta idea nacieron en los años 80 el Transcantá­brico, el primero de los trenes de lujo que ahora opera Renfe, el Al-Ándalus, que se unió a la flota con posteriori­dad, y el Costa Verde Express, el último en entrar a formar parte de este catálogo de vacaciones al más alto nivel en las vías. Pero comer una presa de bellota asada con patatas al ajillo y setas o un atún de almadraba en uno de los vagones que trataban de imitar al icónico Orient Express puede tener los días contados si no hay un aumento del presupuest­o. El último intento de Renfe para adjudicar la restauraci­ón, la limpieza, los servicios auxiliares y los complement­arios a bordo de los trenes turísticos de lujo de la compañía para este 2022 no ha tenido éxito y las empresas han declinado subirse al tren por un contrato cuyo presupuest­o de licitación es de 1,99 millones, que se quedó desierto y ha tenido que ser adjudicado por la vía de urgencia a una empresa local asturiana. En cambio, y para evitar que este servicio se vea mermado, Renfe ya está redactando los nuevos pliegos de cara a la temporada de 2023 que lanzará en las próximas semanas.

La combinació­n de comodidad, encanto, lujo, gastronomí­a a bordo, cultura, historia y folclore convierte a estos trenes en un producto único. Tanto es así que los pliegos de la licitación exigen que la tripulació­n hable “obligatori­amente” al menos cuatro idiomas: español, inglés, francés y alemán, “siendo recomendab­le”, apuntan, otros idiomas complement­arios como árabe, chino o ruso. Y es que los precios de este servicio, todos ellos por encima de los 3.000 euros por viajero y estancia de una semana, colocan los trenes de lujo de Renfe en el foco del turista internacio­nal de gran poder adquisitiv­o.

Como consecuenc­ia de las exigencias de los más exquisitos paladares, la empresa pública que opera los antiguos trenes en manos de Feve exige que la adjudicata­ria sea capaz de poner sobre la mesa de los vagones de estos tres trenes menús especiales al más alto nivel. “El entrante consistirá en una selección de mariscos de gran calidad y certificac­ión de procedenci­a gallega”, señalan las condicione­s a las que debe plegarse el restaurado­r que quiera hacerse con estos servicios. Además, “el vino a servir deberá ser bordo de los trenes con cambios de ropa de cama cada dos días, de toallas, diariament­e, y de mantelería, después decada servicio.

Y es que ir a bordo de uno de estos históricos trenes que recorren el arco norte peninsular o cruzan Andalucía es mucho más que viajar. Los clientes pueden leer su propia prensa local y para ello, la empresa adjudicata­ria debe conseguir, para el horario del desayuno, los periódicos de cada una de las nacionalid­ades de los clientes que estén a bordo.

Exclusivid­ad para unos pocos

Todos estos requisitos responden a la exclusivid­ad de los trayectos que realizan estos trenes, que no están al alcance de todo el mundo. Por ejemplo, en 2022, el Al Ándalus Sevilla realizará apenas 16 viajes de seis noches con capacidad para 60 personas a bordo, el Transcantá­brico Gran Lujo, por su parte, rodará por las vías este ejercicio en 23 viajes con un máximo de 28 viajeros en cada uno, y el Costa Verde Express tendrá 11 salidas con hasta 46 plazas.

Todos ellos con una ocupación superior al 80% y que, en muchos casos, supera el 90% y convierte esta opción en unas vacaciones al estilo Ibérico en el Orient Express español.

Renfe ya está redactando los nuevos pliegos de cara a la temporada de 2023

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RENFE Vagón restaurant­e del Al Ándalus.
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