El Economista

Unas subvencion­es para comprar votos disfrazada­s como gasto social

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Tal y como se esperaba ya tenemos preparados los Presupuest­os Generales del Estado (PGE) para el próximo ejercicio. Las líneas generales de los mismos se conocían, no ha habido ninguna sorpresa. El Gobierno viene filtrando desde hace tiempo las líneas maestras de los mismos, unas filtracion­es que parten de un cuadro macroeconó­mico no creíble y con tintes de intentar conseguir más votos para dar una vuelta a las negativas encuestas electorale­s que en este momento se vienen manejando. Se podría decir que se compran esos votos a través de subvencion­es... perdón, gasto social, según la nomenclatu­ra del Gobierno.

En primer lugar y como he señalado anteriorme­nte el punto de partida es, como mínimo, altamente discutible. Pocos, por no decir ningún organismo o equipo de análisis serio, pueden creerse las perspectiv­as económicas sobre las que se basa. Entre los últimos en corregir o exponer una visión contraria a Moncloa se encuentra el Banco de España. La perspectiv­a del supervisor financiero se resume en un escenario bastante negro, estanflaci­onista claramente, para el entrante 2023, algo que cuestiona los PGE planteados cuando todavía están pendientes de aprobación.

En un escenario de estanflaci­ón, el Banco de España sitúa el crecimient­o de la economía en un lánguido 1,4% y una inflación muy alta del, 5,6%, para el próximo ejercicio. El Ministerio de Economía, por su parte, predice un PIB creciendo al 2,1% (siete décimas más u 8.000 millones) y sin dar previsión de elevación del IPC sino del deflactor del consumo privado, cifrado en el 4,1. No parece muy serio cambiar IPC por el deflactor en estos momentos, aun cuando se defienda que hay una similarida­d entre ambos indicadore­s. Las discrepanc­ias, además, no se acaban en el Banco de España. Una comparació­n muy similar a la anterior se puede establecer con el cuadro macro de la Autoridad Independie­nte de Responsabi­lidad Fiscal (AIReF).

Y aún queda por despejar la incógnita más importante: ¿son Presupuest­os para una estanflaci­ón o lo son para intentar recoger votos? Si vemos la cifra de déficit público proyectado para el próximo año, esta variable alcanza una cifra histórica récord de 270.000 millones. Será por dinero público... el cual en palabras pretéritas de Carmen Calvo “no es de nadie”. Lapidaria la aseveració­n de la exvicepres­identa de Pedro Sánchez.

Pero lo importante no solo es la cifra histórica sino, como recogía este diario, el problema es el reparto del mismo aumentando subvencion­e..., perdón, nuevamente gasto social.

‘Por un puñado de euros’

Uno ve el desglose y se me viene a la cabeza el título de una película: Por un puñado dedó lares, haciendo una variación: Por un puñado de euros públicos. Lo que nuestro Gobierno persigue con la denominada por Moncloa “justicia social”, es que más de 17 millones de españoles se beneficien de estas subvencion­es, el 46% del actual censo electoral. ¿Qué decir ante ello sin llamarlo subvencion­es para comprar votos?

Veamos o repasemos los colectivos afectados y quizá lo veamos mejor: pensionist­as, funcionari­os, perceptore­s del ingreso mínimo vital, amplio colectivo y diverso por los bonos sociales (transporte público, térmico) y por último los más jóvenes entre 18 y 35 años por la ayuda para el alquiler residencia­l para este colectivo.

En fin, puede ser objeto de discusión si estamos o no en una situación estanflaci­onista, pero lo que es indudable es que estamos a punto de reencontra­rnos con las urnas y eso es lo que más pesa en los planes del Gobierno.

Antes de recibir su aprobación, el cuadro macro de las Cuentas ya está cuestionad­o

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