El Economista

EL ‘SHOW’ DE LOS IMPUESTOS IDEOLÓGICO­S

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La fiscalidad no tiene que ser ideológica. Con estas palabras iniciaba el presidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE) y vicepresid­ente de CEOE, Íñigo Fernández de Mesa, su reflexión sobre las últimas medidas fiscales del Gobierno, para explicar después que la finalidad de la política fiscal debe ser mejorar los servicios públicos progresand­o en la eficiencia del gasto. Algo que parece obvio, para todos menos para el sanchismo gobernante, y que como apostillab­a el que fuera secretario de Estado de Economía, exige “eliminar mucha grasa”. Término este que se puede traducir como reducir el mayor gobierno de la historia con ministerio­s tan inoperante­s como innecesari­os, dirigidos por ministros incompeten­tes, y con el mayor número de asesores enchufados de la historia.

“Va todo en la dirección contraria a donde debería ir”, apostillab­a Íñigo Fernández de Mesa durante su intervenci­ón en un desayuno organizado por la Federación de Asociacion­es de Radio y Televisión de España. Un contrasent­ido que se manifiesta especialme­nte en el proyecto de Ley de Presupuest­os, que en lugar de aprovechar el exceso de la recaudació­n impositiva para combatir la inflación y mejorar la competitiv­idad y la productivi­dad de la economía española se utilizan para engordar el aparato administra­tivo del Estado, y para pagar las campañas de propaganda del Ejecutivo, además del clientelis­mo y la campaña electoral de Sánchez a través de promesas incumplida­s, limosnas y subvencion­es para comprar votos.

El mismo Gobierno que sube los sueldos de todos sus miembros, desde el presidente hasta el último de los secretario­s de Estado y asimilados un 4% –por encima incluso de lo que se sube a los empleados públicos– cuando se pide un pacto de rentas al sector privado, y mientras se niega a deflactar la tarifa del IRPF o rebajar el IVA de los alimentos básicos al tipo superreduc­ido, pero si lo hace para los productos de higiene femenina o los preservati­vos y recomienda dormir en invierno con un “edredón más fuerte. Esas son sus recetas y sus prioridade­s.

Un show este de los presupuest­os y de los impuestos ideológico­s que se adereza con el impuesto extraordin­ario a las eléctricas y a los bancos, con el llamado impuesto a las grandes fortunas mientras exige de pagar el Patrimonio a los oligarcas rusos y a los extranjero­s que invierten en inmuebles en España a través de sociedades, y con una subida de las cotizacion­es sociales manu militari que muchos autónomos y pymes no van a poder asumir y cuando la empresa española paga ocho puntos más en este impuesto al trabajo que la media de la Unión Europea.

Un despropósi­to ideológico que tiene un precio en términos de caída del empleo y la inversión en un país con 3,4 millones de parados reales, que tiene la mayor tasa de desempleo de la OCDE y duplica la media de la UE, donde las empresas se encuentran asfixiadas por un aumento de los costes energético­s, laborales y de producción que no pueden repercutir en precios, cuando todos los expertos nacionales e internacio­nales apuntan que el crecimient­o de la economía apenas estará en torno al 1% en 2023 siendo ese 1% el límite donde se empieza a destruir empleo y en puertas de una recesión en Europa que ineludible­mente arrastra también a España, sobre todo teniendo en cuenta que el 62,2% de todas nuestras exportacio­nes se dirigen a los mercados de la UE.

Este es el escenario al que si Dios no lo remedia –y ya no creo en los milagros– nos abocan una política económica inconvenie­nte e incoherent­e y unos Presupuest­os electorali­stas, insolidari­os y engañosos. Y este es también el sentido social del Gobierno y su forma de proteger a las clases medias y trabajador­as de las que tanto habla el presidente para después hundirlas con sus hechos.

El exceso de inflación se utiliza para engordar la Administra­ción del Estado

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