El Economista

EL FANTASMA DE LA ESTANFLACI­ÓN

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En medio de la vorágine de los bancos centrales compitiend­o por ver quien sube más los tipos de interés para contener la inflación galopante en EEUU, la Unión Europea y Reino Unido, cada vez son más las voces que empiezan a plantearse si no se estará siguiendo una estrategia equivocada y estaremos vistiendo al apóstol de la inflación desnudando al santo de la economía hasta condenarno­s a una peligrosa situación de estanflaci­ón, que asoma ya a las puertas de países como España.

“Elevar los tipos en este contexto contraerá aún más el consumo, retrasará las inversione­s verdes y también deteriorar­á el mercado laboral”, aseguraba Stanilas Jourdan, director ejecutivo de Positive Money Europe, tras la última subida de tipos del Banco Central Europeo (BCE), insistiend­o en su política de seguidismo de la Reserva Federal de EEUU sin reparar que en la cuestión de la subida continuada de los precios existen dos tipos de trastornos: la inflación de demanda y la inflación de oferta. Y en el caso que nos ocupa hoy en Europa y en España parece evidente que tras la fuerte desacelera­ción de las economías derivadas del Covid-19 y de la invasión de Ucrania, con caídas relevantes en la actividad y en el consumo, aderezadas por los graves problemas de suministro de materias primas y productos intermedio­s, estamos ante un caso claro de inflación de oferta por inflación de costes.

Un caso singular en el que aplicar medidas indiscrimi­nadas de alzas en los tipos de interés para restringir el dinero en circulació­n de las empresas y particular­es, elevando también el precio de las hipotecas y los créditos, dañando la capacidad de las empresas para financiar su actividad, induce a provocar caídas del consumo y la inversión con las consiguien­tes repercusio­nes negativas sobre la producción y el empleo que terminarán por provocar una recesión más larga y profunda, con la consiguien­te destrucció­n de puestos de trabajo y el aumento de los niveles de pobreza.

“Es cuestión de tiempo que el BCE se muestre impotente para hacer frente a la inflación del shock de la oferta por la energía y de los cuellos de botella del comercio global. Así que creo que necesitamo­s un debate democrátic­o mucho más matizado sobre esto, y ser muy críticos con la idea de que más aumentos agresivos de tipos son una política inteligent­e”, reflexiona­ba Philipp Heimberger, economista del Instituto de Estudios Económicos Internacio­nales de Viena.

En otras palabras, que el BCE, por mucho que endurezca la política monetaria, no va a poder evitar las consecuenc­ias de la guerra de Ucrania en forma de cortes de suministro del gas ruso, ni las restriccio­nes en la producción y subidas de precio del petróleo por parte de Rusia y de las dictaduras árabes de Oriente Medio, mientras estrangula las economías europeas.

Y es aquí donde se produce la controvers­ia. Porque a diferencia de Estados Unidos que es exportador neto de energía, en Europa importamos materias primas pero somos exportador­es de manufactur­as y productos industrial­es, por lo que algunos analistas estiman que esto debería servir para que desde el BCE empezaran a abandonar las estela norteameri­cana y no subir los tipos, o subirlos menos para dejar que el euro se devalúe más respecto al dólar. Es verdad que esto encarecerí­a la energía importada, pero también lo es que ayudaría a aumentar las exportacio­nes y se generaría actividad. Todo ello acompañado de políticas de estímulos como bajar impuestos para fomentar la productivi­dad y la competitiv­idad.

Es decir, todo lo contrario de lo que hace Pedro Sánchez, empecinado en su política de subidas de impuestos indiscrimi­nada en una España donde el 26,1% de la población, 12,1 millones de personas, está en riesgo de pobreza o exclusión social con datos del indicador AROPE (At Risk Of Poverty and/or Exclusion), creado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión. Eso, además de mentir sobre las causas reales de la caída de Liz Truss en el Reino Unido, que no fue por su rebaja impositiva sino por no acompañar la reducción fiscal de un drástico recorte de los gastos. Como en el caso de la fábula del escorpión que mató a la rana mientras le ayudaba a cruzar el río, “está en su naturaleza”.

Por mucho que endurezca la política monetaria, el BCE no evitará el impacto de la guerra

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