La ONU pide gravar los beneficios extra de las energéticas a nivel global
Guterres opta por la vía europea y reclama el impuesto a “todos los gobiernos”
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, situó ayer a las empresas de energías fósiles en el centro de la diana. El portugués pidió a “todos los gobiernos” la implantación de impuestos sobre los beneficios extraordinarios obtenidos por las energéticas (petróleo, gas y carbón) a los que señala como responsables de las emisiones que han provocado el calentamiento global.
“Redirijamos el dinero para la gente que sufre con el alza de los precios de la energía y los alimentos, y para los países que sufren pérdidas y daños causados por la crisis climática”, dijo Guterres durante su participación en la Cumbre del Clima COP27, que congrega a cerca de 100 jefes de Estado y de Gobierno en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij.
La fórmula elegida por el líder de la ONU va en línea con la vía europea y contrasta con la tasa que el Gobierno español está impulsando en el Congreso de los Diputados, y que busca gravar los ingresos y no los beneficios declarados. La Comisión Europea presentó el pasado 14 de septiembre una propuesta de impuesto del 33% sobre los beneficios extraordinarios de empresas dedicadas al petróleo y el carbón, con la que espera recaudar 140.000 millones para destinarlos a los consumidores y empresas afectadas.
Las principales empresas eléctricas se sumaron al planteamiento de Von der Leyen y pidieron al Ejecutivo modificar la norma para reorientarla a la propuesta que ahora defiende el secretario general de las Naciones Unidas. La presión se tradujo en sendas enmiendas que los grupos parlamentarios del PP, PDeCat y PNV, defenderán a lo largo del proceso de tramitación de la norma.
En su discurso, Guterres encargó al cónclave climático acordar “un mapa preciso y con cronograma claro que refleje la escala de la urgencia del desafío”.
Además, el exprimer ministro luso instó a los países desarrollados y emergentes a firmar un “pacto
de solidaridad climática”, que tenga como objetivo una reducción de emisiones que rebaje la temperatura en 1,5 grados esta década.
Un pacto climático
Para conseguirlo, el portugués propone que los países ricos y las instituciones internacionales ofrezcan apoyo “financiero y técnico para ayudar a las economías emergentes a acelerar su propia transición hacia las energías renovables” y “poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles”.
En este punto, lanzó un mensaje a China y Estados Unidos, a los que instó a unir esfuerzos “para hacer realidad este pacto”.