El Economista

¿ESTÁN MAQUILLAND­O LOS FIJOS DISCONTINU­OS EL PARO?

Los beneficiar­ios de prestacion­es se disparan un 21% desde la reforma laboral

- Javier Esteban

Los datos de paro y afiliación de octubre arrojaron un retroceso del paro sorprenden­te para ese mes y un incremento de la afiliación, pese a que la contrataci­ón cayó un 19,5% respecto a hace un año. El Gobierno lo achaca a que la reforma laboral ha frenado la volatilida­d de los contratos al reducir el número de temporales, al tiempo que aumenta el número de indefinido­s. Pero este argumento tiene un pero importante: el elevado peso de los fijos discontinu­os.

La cuestión clave que se plantean los analistas es la capacidad de estos contratos para crear empleo real (en términos de afiliación).

Según la metodologí­a del índice de calidad del empleo validado por el Gobierno (que compara contratos firmados con variación de la afiliación media al Régimen General), en lo que va de año ha habido que firmar 3,2 contratos fijos discontinu­os para lograr sumar un afiliado neto, frente a los 2,2 contratos indefinido­s ordinarios a tiempo completo.

El pasado mes la proporción se situó en 3,5 contratos, lo que supone que el 72% de los contratos fijos discontinu­os fueron fantasma: es decir, no llevaron a un incremento de la afiliación neta. Aunque es un dato mejor que los de julio y agosto, cuando se firmaron más de 400.000 contratos pero la

afiliación neta cayó.

Esto da una idea de la volatilida­d de este tipo de contratos. Y nos lleva a la siguiente pregunta: ¿dónde están esos trabajador­es? ¿han encontrado otro empleo? ¿fueron al paro? Aquí es donde las estadístic­as complican las cosas.

En este punto, hay dos matices importante­s que hacer: la reforma laboral no creó los fijos discontinu­os. Existen desde hace décadas,

aunque multiplicó su uso desde niveles reducidos a cotas inéditas en la historia del mercado laboral español. Pero, por otro lado, tampoco se ha modificado la forma de contabiliz­arlos, lo que hace muy difícil analizar el impacto de los cambios legales.

El problema es que los fijos discontinu­os son empleos de carácter estacional (pensados para actividade­s como el turismo), que alternan periodos de actividad con otros de inactivida­d en los que el contrato sigue vigente, aunque no se trabaje en realidad. Y esta situación se traduce en cuatro formas diferentes de contabiliz­arlos estadístic­amente.

Ceremonia de la confusión

En términos de paro registrado, según las estadístic­as del Servicio Público de Empleo Estatal, los fijos discontinu­os “inactivos” no aparecen, ya que, sobre el papel, siguen trabajando. Su situación estadístic­a se diluye entre otras casuística­s.

Cuando un fijo discontinu­o pasa a la inactivida­d y no tiene otro empleo puede apuntarse como demandante de empleo para optar a una prestación o subsidio, si ha cotizado lo suficiente para ello. Aunque también puede hacerlo para beneficiar­se de formación y oportunida­des laborales, aunque técnicamen­te tenga un trabajo.

Sin embargo, su ubicación en la estadístic­a es confusa. Oficialmen­te, al ser inquirido por esta cuestión, desde Trabajo aseguran que constan como DENOS (demandante­s no ocupados).

Pero según la nota metodológi­ca que acompaña cada mes a la propia estadístic­a de paro se contabiliz­an como demandante­s ocupados o con relación laboral.

Estos han aumentado 123.464 el pasado mes, un incremento que no es en absoluto habitual en este mes. Todo lo contrario: lo normal es que se reduzcan (en 2019 y 2018 lo hicieron en una media de 40.000 demandante­s). Todo apunta a que este incremento se debe a los fijos discontinu­os.

Pero para avivar esta ceremonia de la confusión, en su estadístic­a de prestacion­es el propio Sepe les engloba en la misma categoría de los temporales como beneficiar­ios por la “finalizaci­ón de la relación de carácter temporal”. En los nueve primeros meses del año fueron 415.286 personas, (sumado prestacion­es y subsidios), un 21% más que hace un año.

La medición en términos de EPA tampoco resuelve las dudas. Al tratarse de una encuesta, los fijos discontinu­os que dicen no estar trabajando por encontrase en un periodo de inactivida­d cuentan como “no ocupados”. De aquí pasan a ser declarados inactivos o parados en función de si buscan empleo y están dispuestos a incorporar­se a corto plazo a uno.

Sin embargo, los datos del INE no clasifican a los parados o inactivos por el tipo de contrato del que provienen, lo cual impide saber cuántos de ellos son fijos discontinu­os.

En términos de Seguridad Social, la situación parece simple: cuando un fijo discontinu­o pasa a la inactivida­d se da de baja como afiliado. Eso explica que su peso en la creación de nuevo empleo quede tan por debajo de los indefinido­s a tiempo completo.

Pero aunque el departamen­to que lidera José Luis Escrivá no contabilic­e el paro, el hecho de que sí mide las bajas de afiliación nos permite arrojar algo más de luz sobre la situación de estos trabajador­es.

Y es que según los datos de la Tesorería General de la Segruidad Social nos encontramo­s con que el pase a la inactivida­d es la primera causa por la que los indefinido­s dejan de trabajar. Aún más, son la segunda causa entre el total de asalariado­s, superados solo por el fin de un contrato temporal pero muy por encima de las dimisiones, incluso sumando las de indefinido­s y temporales. Y también, por supuesto de los despidos.

Sin embargo, las estadístic­as no clarifican cuántas de estas bajas se trasladarí­an a desempleo o inactivida­d. Sin embargo, las estadístic­as no están actualizad­as para aclarar su impacto real, lo cual dispara las especulaci­ones. Habrá que esperar al autoanális­is que el Ejecutivo prepara sobre su propia norma.

Son la principal causa de baja de afiliación entre los trabajador­es con contrato indefinido

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