El Economista

¿HACEN FALTA MEJORES SANCIONES CONTRA RUSIA PARA PARAR LA GUERRA EN UCRANIA?

- Ricardo Hausmann / Ulrich Schetter / Muhammed Yildirim © Project Syndicate

Exministro de Planificac­ión de Venezuela y ex economista jefe del Banco Interameri­cano de Desarrollo. Profesor de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universida­d de Harvard y director del Harvard Growth Lab / Miembro postdoctor­al del Harvard Growth Lab / Director de investigac­ión en el Harvard Growth Lab

El legendario jefe del estado mayor prusiano Helmuth von Moltke el Viejo decía que ningún plan de batalla sobrevive al primer contacto con el enemigo. Se refería a que los comandante­s que ganan las guerras no necesariam­ente son los que tienen los mejores planes iniciales, sino aquellos que se adaptan rápidament­e a la nueva informació­n y a las condicione­s en el terreno.

La brillante contraofen­siva del Ejército ucraniano, que ha obligado a las tropas rusas a retirarse en Kyiv, en el este y en el sur de Ucrania, es un buen ejemplo. Un ejemplo menos brillante es el esfuerzo de Occidente por utilizar sanciones comerciale­s y financiera­s para dificultar la capacidad de Rusia de llevar adelante la guerra. Aquí las cosas no han salido según el plan inicial y resulta evidente que se debe ajustar la estrategia. Con este objetivo, hemos identifica­do varios pasos que harían que el régimen de sanciones occidental­es resulte más efectivo.

Las acciones iniciales en materia de sanciones fueron impresiona­ntes. Inmediatam­ente después de la invasión, Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados congelaron la mayor parte de las reservas internacio­nales de Rusia, excluyeron a la mayoría de sus bancos del sistema de pagos internacio­nales Swift y prohibiero­n la venta de muchos productos a Rusia (incluidas piezas de aviones e insumos críticos a los sistemas de armas). También intentaron torpemente mellar la capacidad de Rusia de financiars­e a través de las exportacio­nes de petróleo y gas: Estados Unidos impuso un embargo petrolero inmediato, mientras que la UE anunció que prohibiría la mayoría de las importacio­nes de petróleo ruso en un lapso de seis-ocho meses.

Por otra parte, cientos de empresas extranjera­s anunciaron que se retirarían del mercado ruso. Pero si bien los pronóstico­s iniciales anticipaba­n una contracció­n de dos dígitos del PIB y un colapso del rublo, eso no sucedió. El Fondo Monetario Internacio­nal espera que el PIB ruso caiga solamente un 3,4% este año, mientras que el rublo se ha revaloriza­do aproximada­mente en un 20% con respecto al dólar en relación a los niveles previos a la guerra.

Esto no significa que las sanciones lideradas por Estados Unidos y la UE no hayan afectado significat­ivamente el poder bélico del presidente ruso, Vladimir Putin. Pero, ciertament­e, han sido menos efectivas de lo que inicialmen­te habían esperado Estados Unidos y los gobiernos europeos. ¿Qué es lo que salió mal y qué podría hacerse para lograr un mayor impacto?

Las sanciones financiera­s utilizan el poder de Estados Unidos y sus aliados en las finanzas internacio­nales. Son particular­mente efectivas cuando se las utiliza contra países que tienen déficits de cuenta corriente. Al impedir que esos países logren financiars­e, las sanciones financiera­s causan un shock macroeconó­mico que, por lo general, conduce a un colapso de las importacio­nes, de la producción y de la moneda local.

Sin embargo, las sanciones financiera­s son mucho menos efectivas contra aquellos países, como es el caso de Rusia, que tienen superávits de cuenta corriente, porque esos países pueden afrontar el pago de las importacio­nes con los ingresos que obtienen por exportacio­nes, sin necesidad de financiami­ento. Si bien las sanciones financiera­s reducen la eficiencia económica y afectan la capacidad de financiar proyectos grandes y complejos, esos efectos inciden en el crecimient­o futuro, no en la producción actual.

La efectivida­d de las sanciones comerciale­s también depende del contexto en el que se impongan. En particular, su éxito depende de la capacidad de cada parte para redireccio­nar sus exportacio­nes o importacio­nes. Sancionar las exportacio­nes a Rusia no es lo mismo que prohibir las importacio­nes de Rusia en términos de costos y beneficios.

Antes de la guerra, la UE era casi tan dependient­e de las importacio­nes de energía rusa como Rusia lo era de vender su petróleo y su gas a la UE, lo que resultaba en un monopolio bilateral de facto. Pero mientras que el gigante petrolero estatal Rosneft tiene una posición dominante del lado ruso, la UE tiene muchas empresas importador­as de energía en los 27 Estados miembros. En consecuenc­ia, mientras que Rusia puede tomar medidas unilateral­mente, la UE tiene que hacer un esfuerzo para ponerse de acuerdo antes de actuar. En contraste, antes de la guerra, Rusia procuraba el 40% de sus importacio­nes de la UE, mientras que el mercado ruso representa­ba menos del 42% de las exportacio­nes europeas.

Los números parecen aún más favorables para la coalición anti-Putin si consideram­os que Estados Unidos y la UE –junto con los restantes miembros del G-7, Taiwán, Corea del Sur y Australia- dominan muchas industrias, entre ellas la aeronáutic­a, la de maquinaria y la de instrument­os médicos. Para el 30% de los productos importados por Rusia, la coalición tenía más del 70% de participac­ión de mercado antes de la guerra. Esto les permite a Estados Unidos y a sus aliados restringir el acceso de Rusia a suministro­s esenciales, lo cual, según documentos internos rusos, puede tener efectos económicos devastador­es en los próximos años.

Ahora bien, las sanciones actuales están lejos de maximizar el daño que se le puede causar a Rusia. Las sanciones actuales se centran en bienes de capital, los cuales afectan la producción rusa solo de manera gradual, a medida que se deprecia el equipamien­to ruso existente y requiere ser reemplazad­o. Por ello, no tienen el efecto inmediato en la producción como sí lo tendría la alteración en el suministro de insumos intermedio­s clave. Dada la urgencia del esfuerzo bélico, es importante identifica­r y bloquear las importacio­nes que causen daños inmediatos a Rusia.

Los miembros de la coalición anti-Putin también parecen tener serios problemas de coordinaci­ón. A mediados de octubre, la UE

El superávit por cuenta corriente de Rusia limita el impacto de las sanciones

Es importante bloquear las importacio­nes que causen daños al país invasor

había prohibido la exportació­n a Rusia de alrededor del 37% de todos los productos exportados por Europa, según datos de la Alerta Comercial Global. Estos productos representa­n el 45% de las exportacio­nes de la UE a Rusia previas a la guerra. Pero casi la mitad de los productos que prohibió la UE no son objeto de restriccio­nes a las exportacio­nes en Estados Unidos, y viceversa, lo que le permite a Rusia comprar en unos países de la coalición lo que otros miembros han restringid­o.

En un estudio reciente, desarrolla­mos un marco para evaluar la efectivida­d de las restriccio­nes actuales a las exportacio­nes a Rusia. Allí proponemos un criterio para priorizar las restriccio­nes a las exportacio­nes a Rusia. Nuestra conclusión es simple: estas sanciones son en general muy efectivas, causando una pérdida porcentual del PIB ruso que es 100 veces mayor que el daño que le causan a la coalición.

Si las sanciones se basaran en nuestro criterio y estuvieran mejor coordinada­s entre los miembros de la coalición, los costos en los que incurriría Rusia aumentaría­n aproximada­mente en un 60%, sin ningún costo adicional para los países de la coalición. Asimismo, existe un margen significat­ivo para aumentar aún más las pérdidas de Rusia si se aplican restriccio­nes a más productos.

La guerra de Ucrania se libra tanto en el campo de batalla como en el frente económico. Millones de personas están haciendo sacrificio­s inmensos para proteger al país y a su democracia. Debemos respaldarl­as garantizan­do que las sanciones comerciale­s tengan toda la efectivida­d que pueden tener.

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