El Economista

Más castigo para las rentas altas

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La subida de las cotizacion­es aumenta el golpe impositivo contra los mal llamados ‘ricos’ y daña la inversión

El castigo a los sectores más acaudalado­s de la sociedad es una norma de este Gobierno. De hecho, los convierte en los grandes financiado­res de las rebajas fiscales destinadas a aliviar el impacto de la inflación en las clases más vulnerable­s. Buena muestra de ello es que España no solo constituye una rara avis al mantener en vigor un anacrónico impuesto como Patrimonio, que solo existe en tres países (Suiza, Noruega y, parcialmen­te, en Luxemburgo). Es que además, se aplica ese castigo a la mera posesión de riqueza sin compensarl­o moderando otros tributos. De hecho, en el resto de territorio­s donde está en vigor se aplican tipos menores en el IRPF o a las rentas de capital. Por si fuera poco, este golpe fiscal será todavía mayor ante el plan del Gobierno de que las bases máximas de cotización crezcan 30 puntos más que el IPC anual hasta 2050 sin que las pensiones suban en igual porcentaje. Con esta medida, las rentas altas afrontan la mayor subida de cotizacion­es de la historia, lo que incrementa­rá la brecha de nueve puntos que existe entre aportación máxima y renta recibida a cambio en la jubilación. La demagógica y populista penalizaci­ón fiscal reiterada de los sueldos más elevados es un error al alejar el fichaje de los puestos directivos del alcance de las empresas españolas, que no pueden ofrecerles las remuneraci­ones que exigen. Pero, además, desincenti­va la permanenci­a de los trabajador­es más cualificad­os en España, privando a nuestro país de todo ese capital intelectua­l. Asimismo, el mayor castigo a los mal llamados “ricos” ahuyenta a los inversores extranjero­s, que se llevarán su dinero a otros territorio­s con menor voracidad recaudator­ia, y golpea a las personas con más recursos para invertir, lo que frena el estímulo económico.

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