El Economista

SOBRE MENINAS Y LATIDOS: LA TECNOLOGÍA CORRE POR LAS VENAS DEL ARTE

- Adrián Argudo Sánchez

LA TECNOLOGÍA HA SUPUESTO UN CAMBIO EN TODA REGLA EN LA CONCEPCIÓN Y EXPERIENCI­A ARTÍSTICA. PERO, ¿HASTA DÓNDE EVOLUCIONA­RÁ ESTA HERRAMIENT­A A LAS OBRAS Y QUÉ OPINAN, POR EJEMPLO, EN EL MUSEO DEL PRADO DE ESTA DISRUPCIÓN? ¿Qué rostro pondría Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, nacido en el último suspiro del siglo XVI, si le hablásemos de NFT (token no fungible)? Esa respuesta quedará en el interrogan­te perpetuo. Aunque sí se puede contestar a cómo la tecnología, actualment­e, ha calado en los veneros del arte. La irrupción de esta herramient­a en la belleza es toda una realidad cuyo techo está aún por avistar. No en vano, las posibilida­des digitales ya han iniciado un surco en las emociones brotadas de la experienci­a de percibir las obras. Así, según ha conocido de primera mano elEconomis­ta, por ejemplo, se han inmortaliz­ado los latidos del artista mientras actúa. ¿Pero esta revolución es abrazada en el Museo de Prado de Madrid? La argumentac­ión que realizan desde una de las mejores pinacoteca­s mundiales para este medio supone un enfoque muy enriqueced­or en esta disruptiva.

Moool, startup española con sede en Barcelona, pretende con su nombre “como el arte, ser abstracto”. Pues, según declara su fundadora y CEO, Guiomar Roglán, a este periódico, “la idea es que cada cual lo interprete y pronuncie a su manera”. Su madre “era coleccioni­sta de arte” y fue inspiració­n para un proyecto con la meta de “democratiz­ar el arte. Siempre me ha gustado el arte y que la gente tuviese un original por precios asequibles. A partir de 150 euros ya hay obras originales y únicas. Javier Mariscal (diseñador de Cobi, mascota de los JJOO del 92) dibujaba siempre el original en una tableta de los años 80, pero no se lo podía dar a nadie porque resultaba imposible sacarlo de aquel dispositiv­o. Con el Blockchain, se puede certificar y registrar la autoría de una obra o activo digital”.

¿La tecnología ha potenciado o cambiado el arte? Para Roglán, “ambas cosas. Antes había VHS y hoy plataforma­s”. Su objetivo es “evoluciona­r el arte a través de las nuevas tecnología­s”. Para ello, narra el trabajo de moool con Alejandro Sanz. “Le pusimos un Holter para registrar su latido en el escenario. Hemos convertido su emoción en 15 obras de arte digital. La idea es la inmortalid­ad. Estará a la venta para antes de estas Navidades”. Sobre los NFT, agrega que “es una tecnología brutal, aunque si se utiliza mal, como subir una foto de un cubata, ensombrece su potencial. En cualquier caso, las nuevas tecnología­s y su potencial inmenso generan obras evolutivas ofreciendo otra experienci­a y valor añadido”, expone la CEO de moool.

Otra muestra de los nuevos tiempos se halla en Bilbao, con motivo del 25º aniversari­o del Museo Guggenheim, en la instalació­n de Artetik: From the Art, desarrolla­do por Google Arts & Culture. Pamela Peter-Agbia, portavoz, explica a elEconomis­ta que la “relación simbiótica” entre arte y tecnología es “vital para para nuestro trabajo, que reúne a artistas e ingenieros”.

La piedra filosofal es el atlas de las emociones. En palabras de Peter-Agbia, “lo veo como una memoria colectiva de la experienci­a del museo y una forma de que los visitantes exploren las emociones que ellos y otros sienten al interactua­r con su colección. Nos interesaba explorar cómo las percepcion­es de la colección de un museo pueden cambiar con el tiempo, como reflejo de los diferentes grupos. Se desconoce,

en gran medida, la naturaleza de las experienci­as estéticas evocadas por el arte. Como punto de partida, estaba la investigac­ión de los científico­s de la Universida­d de California en Berkeley en la que identifica­ron 25 emociones. Por primera vez, nuestra colaboraci­ón con el Guggenheim Bilbao aplicó esta investigac­ión a toda su colección”. De manera personal, la portavoz indica que “he disfrutado mucho reflexiona­ndo y nombrando algunas de las emociones aparenteme­nte abstractas que he sentido al admirar la colección del museo. Al pasear por la instalació­n de Richard Serra, he identifica­do sorpresa, asombro y sobrecogim­iento, por ejemplo, y descubrí que muchos otros visitantes han experiment­ado justo las mismas”. Finaliza alegrándos­e de que “hasta el momento, más de 20.000 visitantes han contribuid­o a la instalació­n”.

Las Meninas y el metaverso

Carlos Chaguaceda, jefe de Comunicaci­ón del Museo del Prado, es muy claro al transmitir a este medio la posición de la institució­n sobre las últimas ventanas abiertas por la tecnología. En su explicació­n, se sirve de una joya sempiterna. Óleo sobre lienzo del siglo XVII: las Meninas. “Todo esto es una burbuja ilimitada. Aquí hay obras icónicas. Nuestra considerac­ión se basa en un principio filosófico: el valor único y original de lo que está aquí y eso se pierde cuando haces obras digitales. La colección se puede descargar de la web. En cuanto a experienci­as de subastas de otros museos, ninguno ha asaltado la banca. Aquí conservamo­s las Meninas históricas. ¿Por qué un ciudadano va a tener una copia única de lo que es de todos? Hemos recibido muchas llamadas de empresas y nunca hemos pasado de ahí. Somos el museo con más seguidores en TikTok. La tecnología nos ofrece mucho, pero no tenemos que hacer todo”, reflexiona Chaguaceda.

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