¿QUIÉN VIGILA LA SALUD Y EFICIENCIA DE LOS EDIFICIOS?
Las auditorías deben basarse en datos actualizados, medidos y verificables de consumo de energía. Tiene como fin ayudar a mejorar el rendimiento del inmueble y ahorrar costes
Los edificios españoles suspenden en materia energética. El 82% del parque consume más recursos de los necesarios para alcanzar unos niveles adecuados de confort y servicio, tal y como recoge el Informe País Green Building Council España de (GBCe). Además, el sector de la edificación es responsable a nivel nacional del 25,1% de las emisiones de carbono a la atmósfera, lo que evidencia la necesidad de transformar el sector hacia un modelo más sostenible. Más si cabe teniendo en cuenta que estamos en una situación de emergencia climática y que el objetivo de la Unión Europea es llegar a un nivel de emisiones de gases de invernadero nulo en el año 2050. En este contexto cobran especial relevancia las auditorias energéticas de los edificios. Pero, ¿qué son exactamente? Se trata de un estudio y análisis pormenorizado de los flujos de energía de un edificio. Tiene como objetivos ayudar a mejorar el rendimiento del inmueble e identificar el ahorro de costes. “Las auditorías deberán basarse en datos operativos actualizados, medidos y verificables de consumo de energía”, explica Diego Vilaró, director de Advisory Services de Gesvalt.
Este tipo de auditorías se pueden realizar en edificios de uso residencial, terciario o industrial, aunque la ley solo obliga a determinadas empresas. En concreto, y según el Real Decreto 56/2016 de 12 de febrero por el que se transpone parcialmente la Directiva Europea relativa a la eficiencia energética 2012/27/UE tendrán que someterse a auditorías energéticas cada cuatro años las empresas que ocupan a más 250 personas o las que tengan un volumen de negocio que exceda de 50 millones de euros y un balance general que supere los 43 millones de euros.
Datos medidos y verificables
La auditoria energética de un edificio comienza con la recopilación de información, seguido de un proceso de planificación y posterior toma de datos (se realizan mediciones in situ). Después, realiza un análisis técnico de la situación energética del inmueble y se identifican y evalúan las posibles medidas de eficiencia energética a poner en marcha. Por último, el auditor redacta y presenta un informe final de propuesta de mejora y viabilidad económica. “Según contempla la ley, en el informe se reflejarán los cálculos detallados y validados para las medidas propuestas. Además, los datos empleados deberán almacenarse para fines de análisis histórico y trazabilidad del comportamiento energético”, recuerdan desde Gesvalt.
¿Y quiénes realizan todo el proceso de verificación y validación de datos? Auditores energéticos debidamente cualificados. En cuanto a las auditorías obligatorias, podrán realizarlas los técnicos cualificados que pertenezcan a la misma compañía, siempre que no tengan relación directa con las actividades auditadas y pertenezcan a un departamento de control interno.
Áreas de actuación
Las actuaciones más habituales para mejorar la eficiencia energética de un edificio pasan por renovar los sistemas de aire acondicionado, calefacción, ventilación o iluminación y sustituirlos por otros más eficientes y menos contaminantes. También se actúa sobre la envolvente del edificio –para conseguir más aislamiento térmico– o se integran nuevas fuentes de energías renovables (solar o geotermia, entre otras) que permitan reducir el ahorro energético.
El capítulo de la iluminación es uno de los más destacados. El uso de luz natural deberá maximizarse para reducir la dependencia de fuentes artificiales, lo que a su vez reducirá los costes en consumo. “La adopción de diversas estrategias de diseño de la envolvente del edificio mediante la creación de un plan de iluminación para obtener un equilibrio entre la ganancia y la pérdida de calor, el control del deslumbramiento y la calidad visual puede reducir los costes energéticos hasta en un 60%”, explican desde Tüv Süd.
Los expertos de la firma señalan al diseño de edificios como otra pieza clave para incrementar su rendimiento energético. En concreto, hacen alusión a la metodología BIM (Building Information Modeling), que implica la creación de un detallado prototipo digital multidimensional del edificio o de la infraestructura. “El BIM garantiza que se proyecta, diseña, construye y gestiona de una forma transparente y eficiente que aporta a las partes interesadas mayor valor económico”, dicen.
“Es necesarios realizar un análisis holístico del diseño del edificio, los materiales utilizados, los servicios técnicos del edificio, los equipos y componentes, y las operaciones de producción a lo largo de todo el ciclo vital del edificio”, añaden los expertos.
Por último, cabe destacar que la fabricación y composición de los materiales también influye en el rendimiento energético del inmueble. A ello hay que sumar el hecho de que fabricantes, importadores y minoristas de productos eléctricos deben cumplir normas de eficiencia energética muy estrictas. Además, los consumidores que desean reducir su consumo de energía personal también están demandando productos más eficientes energéticamente.
Una alternativa para mejorar la eficiencia energética de un edificio es utilizar la metodología BIM (’Building Information Modeling’), con la que se crea un prototipo digital multidimensional detallado de la infraestructura.
Se pueden realizar simulaciones del plan de iluminación durante la fase de diseño de interiores. Es recomendable usar luz natural y reducir la dependencia de fuentes artificiales, lo que a su vez rebajará los costes de consumo.
Es necesario realizar un detallado análisis holístico del diseño del edificio, los materiales, servicios técnicos, equipos y componentes, y las operaciones de producción a lo largo de todo el ciclo de vida del inmueble.
Cumplir con las directivas y normas en materia de eficiencia energética supondrá una importante ventaja competitiva tanto para los fabricantes como para los importadores y minoristas de productos eléctricos.