‘SMART CITIES’: LAS EMISIONES DE LAS CIUDADES PODRÍAN REDUCIRSE UN 90%
EL USO DE NUEVAS TECNOLOGÍAS Y APLICACIONES DIGITALES EN LA GESTIÓN Y PLANIFICACIÓN URBANÍSTICA SON FUNDAMENTALES PARA REDUCIR EL IMPACTO AMBIENTAL DE LAS URBES Y SEGUIR AVANZANDO EN LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
Las urbes son una de las principales causantes del cambio climático. Según datos de ONU-Habitat, las ciudades representan el 78% del consumo energético mundial. Asimismo, también son culpables de más del 60% de las emisiones de efecto invernadero emitidas a la atmósfera. Y, a pesar de que las zonas urbanas acogen al 55% de la población mundial y se prevé que alcancen el 68% para 2050, solo abarcan el 2% de la superficie terrestre.
Sin embargo, gracias a la digitalización, el impacto medioambiental puede llegar a reducirse notablemente. Mediante la aplicación de medidas tecnológicas, y beneficiosas para la población, las emisiones contaminantes se pueden reducir hasta un 90%.
Las smart cities, o ciudades inteligentes, se definen como metrópolis que aplican las tecnologías de la información y las comunicaciones y las capacidades de procesamiento de la información para mejorar la planificación, el diseño y las operaciones urbanas, según la Agencia Internacional de Energía. Además, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico destaca que la digitalización de las ciudades tiene como principal objetivo mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y conseguir una mayor inclusión, sostenibilidad y resistencia.
Beneficios de la tecnología
Los estudios realizados para comprobar si las tecnologías generan beneficios reales en los ciudadanos han arrojado resultados muy positivos. Un estudio reciente de McKinsey ha demostrado cómo las smart cities pueden llegar a mejorar la calidad de vida de la población entre un 10% y un 30%. También destaca que, si se hiciera un mayor y mejor uso de la información disponible, se podría mejorar sensiblemente la situación de las ciudades. Ya que, actualmente, solo se utiliza un 10% de la información disponible sobre la calidad del aire, el consumo de energía, los patrones de tráfico y los datos geoespaciales.
Por ejemplo, McKinsey demuestra cómo no todo se reduce al uso de smartphones y aplicaciones. De hecho, gracias a la utilización de sus sistemas de administración de señales de tráfico de última tecnología, pueden reducirse en un 8% las aglomeraciones y aumentar la velocidad media de las vías, por ejemplo. Además, la carga inteligente del transporte es capaz de disminuir el impacto ambiental de los vehículos en un 60%. Es decir, los elementos que conforman una ciudad y su gestión pueden configurarse, con ayuda de la tecnología, para que sean beneficiosos no solo para el medio ambiente, sino también para los ciudadanos.
Retos del futuro
Las smart cities ofrecen numerosas ventajas para la lucha contra el cambio climático y para la mejora de la calidad de vida de la población urbana. Sin embargo, la escuela de negocios TBS Education–Barcelona ha recogido alguno de los retos que deben superar las ciudades en los próximos años para poder convertirse en verdaderas smart cities.
Las limitaciones en la adquisición de información es uno de los principales retos. Los datos están protegidos por políticas de privacidad. Por ello, es necesario crear plataformas para la compartición de datos y en la que la seguridad de estos permita una comunicación transparente.
Por otro lado, hay un problema de coordinación. No existe una vía de diálogo entre los gobiernos y es necesaria para que sean capaces de compartir información homogénea y utilicen mecanismos similares. Es primordial generar redes transversales y todas las ciudades del mundo trabajen por el mismo objetivo.
La falta de capacidad o de perfiles profesionales, es otro de los grandes retos para las ciudades del futuro. El acceso a las herramientas digitales es limitado y necesita de unos conocimientos básicos. Por ello, será necesario llevar a cabo iniciativas que fomenten las habilidades digitales y el desarrollo de programas formativos específicos.
El acceso a la financiación es fundamental para conseguir todo esto, pero la situación global ha ocasionado que los ingresos de las ciudades se hayan disminuido y endeudarse no es una opción.
En este contexto, el fomento de las alianzas público-privadas y la redirección de la financiación pública serán clave para que las ciudades sean capaces de resolver estos problemas y poder abordar todas las soluciones tecnológicas necesarias.
Las urbes representan el 78% del consumo energético global y solo el 2% de la superficie terrestre