El Economista

El temor a la recesión frena al crudo

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Las sanciones de la UE, la relajación del ‘Covid cero ‘en China y el recorte de la OPEP no frenan el descenso del petróleo

En los últimos días se han acumulado una serie de noticias que deberían haber propiciado un incremento en el precio del petróleo. Es el caso de la entrada en vigor el pasado lunes del último paquete de sanciones de la UE a Rusia, que limita el precio del crudo de ese país a los 60 dólares. Además, esta misma semana la OPEP+ confirmó que seguirá recortando la producción. Y, por si fuera poco, ayer mismo el Gobierno chino anunció una importante relajación a la hora de aplicar protocolos para contener la pandemia, lo que impulsará la actividad y, con ella, la demanda de crudo. A pesar de todo, el petróleo encadena cuatro sesiones consecutiv­as de recortes. De hecho, el barril de Brent, el referente en Europa, pierde un 10% en estos días y se mantiene por debajo de los 80 dólares. Además, sus futuros se sitúan entre los 87 y 83 dólares durante todo 2023. Sin duda, un petróleo estable en esa horquilla de precios es positivo para luchar contra el alto IPC.

No en vano, el crudo ha sido una variable clave de la espiral inflacioni­sta, por lo que su caída es fundamenta­l para frenar los precios. Con todo, el hecho de que nada parezca ser suficiente para provocar un impulso en el precio del barril también constituye una mala noticia, ya que evidencia que la incertidum­bre económica de cara al próximo año sigue plenamente vigente. A ello contribuye el temor que existe en los mercados a que las subidas de tipos de la Reserva Federal (Fed) lleven a EEUU a la recesión en 2023. Así lo evidencia que el barril West Texas, la referencia al otro lado del Atlántico, muestre un comportami­ento similar al del Brent. El petróleo, por tanto, se convierte en una señal del grave riesgo de recesión global que existe de cara al próximo 2023.

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