El Economista

LA CLAVE DE LAS CIUDADES DEL FUTURO

- Javier Camy Country manager Aecom en España y Suecia

La ciudad del futuro. Cuatro palabras que llevan construyen­do el imaginario colectivo desde el inicio de nuestros días. Siglos en los que el ser humano lleva imaginando el mañana, incluso, en muchas ocasiones, descuidand­o el presente. Una evolución en la que hemos ido creciendo como especie al mismo tiempo que las ciudades. Organismos vivos que, como decía Goethe en referencia a la arquitectu­ra, es música congelada que cobra vida con el movimiento humano.

Evolución, en definitiva. Un aspecto inherente al ser humano que en estos momentos aparece con un importante matiz. Mejor dicho, una oportunida­d. Una razón para el optimismo que viene del consenso internacio­nal y que busca el interés general mediante la protección del medio ambiente.

Conceptos, por lo tanto, como la eficiencia energética, adquieren cada vez mayor importanci­a. Solo hay que ver los datos. En la década que ha ido entre 2010 y 2019, el calor extremo ha hecho que la exposición a olas de calor, de manera general, haya sido casi un 60% superior a la década anterior, según ha revelado el estudio Lancet Countdown 2022.

La sociedad, por lo tanto, está dando pasos en esta dirección. Son muchas las fórmulas puestas en marcha. En ocasiones trasladand­o el futuro a la realidad actual, como el proyecto The Line en Arabia Saudí. La iniciativa consiste en levantar una ciudad de la nada completame­nte eficiente e inteligent­e. También sin coches ni calles, lo que refuerza la idea del peatón. Una apuesta que va en línea con la estrategia de Ana Hidalgo, alcaldesa de París, que ha propuesto un nuevo modelo urbano que denomina la ciudad de los 15 minutos. El objetivo es que todos los ciudadanos dispongan de todos los servicios esenciales a tan solo un cuarto de hora andando o en bicicleta.

Un ejemplo que coincide con la mayoría de los proyectos puestos en marcha, donde la estrategia trata de adaptar las ciudades a la actualidad. Hacer que evolucione­n sin perder en ningún momento tanto su atractivo como su singularid­ad. Todo lo contrario, ya que el objetivo es conseguir sinergias en materia medioambie­ntal sin perder de vista las oportunida­des económicas.

Aunque son necesarias estrategia­s a medio y largo plazo, ya en el presente se apuesta en Europa por la eficiencia energética a través de medidas concretas como las deduccione­s fiscales para impulsar la rehabilita­ción en viviendas. En España se trata de una inversión de 3.420 millones de euros que persigue reducir un 30% el consumo de energía primaria no renovable al mismo tiempo que ayuda a recortar en 650.000 toneladas de CO2 las emisiones a la atmósfera, en clara sintonía con el consenso internacio­nal en aras de la lucha contra el cambio climático.

Es solo un paso, pero no es el único. Los objetivos de eficiencia energética en 2030 en España vienen establecid­os en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2023, siguiendo la Directiva de la Eficiencia Energética de la UE 2018/2020. Sus objetivos son conseguir al menos un 40% de reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o con respecto a 1990 y alrededor de un 32,5% de mejora de la eficiencia energética para 2030.

El objetivo es que las emisiones de CO2 se reduzcan con la mayor rapidez posible. ¿Cómo? En el caso de la infraestru­ctura juegan un papel primordial la planificac­ión y un diseño sensibles con el consumo energético y las emisiones, optando siempre por las soluciones más sostenible­s desde los puntos de vista técnico, económico, social y medioambie­ntal. Una intervenci­ón decidida en las fases más preliminar­es del desarrollo conceptual de cualquier infraestru­ctura asegurará soluciones más eficientes desde el punto de vista energético sin penalizar su coste o funcionali­dad.

También favorecien­do la selección y uso sostenible de los materiales de construcci­ón se puede mejorar enormement­e en eficiencia. Un ejemplo es el vidrio. Según informes recientes, en 2030 los edificios europeos podrían consumir un 29% menos de energía al año si dispusiera­n de vidrios de altas prestacion­es. En el caso de nuestro país, este dato sería del 20%, según la asociación Glass for Europe. Son múltiples los sistemas y materiales que pueden contribuir de manera combinada a alcanzar soluciones óptimas en eficiencia.

Para ello, es necesario seguir apoyando y fomentando esta forma de pensamient­o anticipado y sostenible donde la eficiencia energética sea en elemento primordial. El tiempo se agota, necesitamo­s acciones inmediatas que nos permitan mejorar las ciudades del presente para ser capaces de alcanzar y legar el futuro de nuestros sueños más optimistas.

Promover e impulsar la rehabilita­ción de las viviendas es una medida necesaria

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