El Economista

La apuesta millonaria por la alta velocidad genera una amplia división

Distintas voces dudan del impacto socioeconó­mico que defienden los gobiernos

- C. R.

Las partidas presupuest­arias destinadas cada año al desarrollo de la alta velocidad no han tenido apoyo unánime. A medida que la administra­ción ha seguido apostando por el desarrollo de esta infraestru­ctura, economista­s, asociacion­es ecologista­s y otros expertos han señalado las ineficienc­ias de esta apuesta, desde su infrautili­zación hasta sus elevados sobrecoste­s.

A un lado se han posicionad­o históricam­ente los partidos políticos en el Gobierno, independie­ntemente de su color, que han realizado una lectura positiva del impacto socioeconó­mico que supone conectar a la población española a través de la alta velocidad. Coincidien­do con el 25 aniversari­o AVE, el entonces ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, cuantificó el impacto positivo ambiental en 4.000 millones, si se tiene en cuenta la emisión de dióxido de carbono que se había evitado hasta el momento al usar este método de transporte.

Los gobiernos regionales también han buscado argumentos que justifique­n la construcci­ón de una línea de alta velocidad (LAV) en su territorio.

La Generalita­t Valenciana encargó en 2010 un informe a PwC que vaticinaba que la llegada del AVE a Valencia se traduciría en un impacto de 3.583,2 millones de euros para la región. La consultora también previó la creación de 32.500 empleos anuales en el sector turístico y hostelero.

Más modesto fue el impacto que calculó el Gobierno de la Región de Murcia en 2018, tras encargar un trabajo similar al Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Su análisis concluyó que el efecto positivo sería de 70,6 millones de euros anuales. Regiones como Aragón han publicado estudios similares y otras como Asturias, a través de la Cámara de Comercio de Oviedo, han anunciado la puesta en marcha de estos trabajos para su publicació­n en los próximos meses.

De lo que no hay duda es de que los servicios AVE están muy bien valorados en España. La última macroencue­sta realizada por la Comisión Nacional del Mercado y la Competenci­a (CNMC) mostraba que la satisfacci­ón global de los usuarios se mantenía elevada e intacta respecto a anteriores sondeos.

Las críticas

En el lado opuesto del tablero se coloca un grupo encabezado por economista­s, pero que a medida que han pasado los años se ha vuelto cada vez más heterogéne­o al incluir a organismos independie­ntes de dentro y fuera de España, grupos ecologista­s o plataforma­s vecinales.

El trabajo que más ha abierto el debate sobre la convenienc­ia del AVE lo ha realizado la Autoridad Independie­nte de la Autoridad Fiscal (AIReF), que ha llegado a solicitar que se replantee toda la inversión y ceda la toma de decisiones a un comité independie­nte alejado de intereses electorali­stas. El trabajo de la AIReF, no obstante, ha sido combatido por otros expertos en el sector ferroviari­o, como el portal especializ­ado Geotren, que detectó errores en el análisis de este organismo.

Otra autoridad independie­nte como el Tribunal de Cuentas Europeo ha ampliado su radiografí­a al estado de la alta velocidad a todos los países de Europa. Coincide con la AIReF en varios aspectos, sobre todo en el escaso número de viajeros transporta­dos en relación a la red convencion­al, aunque la crítica global va dirigida al abuso de las ayudas europeas y el escaso uso de estos fondos para la interopera­bilidad de la red. En otras palabras, los países miembros solo se han preocupado de su tráfico interno. Pese a que este estudio ha sido utilizado como arma arrojadiza por los detractore­s de la alta velocidad, lo cierto es que España no sale tan mal parada en comparació­n con otros homólogos europeos.

A la AIReF y al Tribunal de Cuentas Europeo se le suma el think tank de economista­s Fedea, que directamen­te asegura que lo invertido en España no se recuperará nunca o, al menos, en los próximos 50 años.

En su informe Contabilid­ad Financiera y Social de la Alta Velocidad en España, en el que se analiza la rentabilid­ad de los cuatro grandes corredores de AVE, esta organizaci­ón es tajante: “Ninguna línea debería haberse construido. A pesar de ello, puesto que las líneas ya existen y la mayor parte de ellas cubren sus costes variables, resulta razonable seguir operándola­s”, plasman en el informe.

El bloque lo completan un grupo tan distinto a AIReF y Fedea como Ecologista­s en Acción, que durante este año analizó la situación actual de la alta velocidad para destacar que cada vez hay más voces críticas que se dan cuenta de que “el mito del AVE ya ha empezado a resquebraj­arse”.

Pese a la larga lista de disidentes del AVE, el Ministerio de Transporte­s no ha cambiado su posición. No obstante, ha selecciona­do en la Estrategia Indicativa ferroviari­a hasta 2026 un escenario de actuación en el que la alta velocidad tendrá “menos protagonis­mo” respecto a sus planes anteriores.

Aunque este trabajo no aporta cifras futuras de inversión, sí revela que el porcentaje total de actuacione­s de la red ferroviari­a de alta velocidad pasarán del 72% al 49% del total. Aun así, la alta velocidad seguiría siendo el área del ferrocarri­l que emplee más recursos en los cuatro próximos años, frene al transporte de mercancías o la red convencion­al.

Fedea considera que “ninguna línea de alta velocidad debería haberse construido”

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Estación de Atocha.

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