El Economista

Enrique Díaz

PRESIDENTE DE SOLARIA

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Empieza el año en una de las cinco peores posiciones del listado y también en el parqué.

Pensaba que en los Reyes Magos se creía hasta los diez años; con suerte y sin hermanos mayores, quizá algo más. Pero la inocencia en creer que es real lo que es imposible está también en los mayores.

Estas fechas navideñas de encuentros y celebracio­nes me han reafirmado en que la inocencia está en los adultos. Una de las conversaci­ones reiteradas ha sido la imposibili­dad este año para casi todo el ahorro de batir a la inflación. Solo algunos pocos gestores activos han logrado acabar en positivo –el 7% de los de bolsa y el 4% de los de renta fija–. Los que superan el coste de la vida invirtiend­o en bonos se cuentan con los dedos de la mano, y es porque invierten en dólares.

El españolito medio se aferra a lo que lleva en su ADN inversor, por el que fía todo al inmobilari­o como elemento de protección al incremento del coste de la vida. Pero lo más sorprenden­te es que con el resurgir de los fondos objetivo vuelven a aparecer los sucedáneos con los que hay quien piensa batirla.

Lo primero que tendría que analizar es que el punto de partida es que para el dinero que ha tenido parado, al cero por ciento de rentabilid­ad, tiene que ponerle enfrente un 20% de IPC acumulado en el trienio 2021-2023.

A este lastre ya he hallado la respuesta del inversor al que se le contenta con sucedáneos: “Me han ofrecido un producto que en los próximos tres años me genera una rentabilid­ad ‘garantizad­a’ del 6% más el 20% de lo que suba la bolsa”, afirma el cuñadísimo inversor. Ahora pongamos los números en negro sobre blanco. La inflación del trienio 2022-24, con las estimacion­es del último cuadro macro del BCE, será del 12%. Esta es la barrera que hay que sobrepasar para simplement­e empatar el ahorro que ya tenemos.

Como el 6% ya lo tenemos garantizad­o vamos a analizar qué podemos esperar por el 20% de lo que genere la bolsa en el trienio. El índice que agrupa a las 600 compañías más líquidas del Viejo Continente ofrece una expectativ­a de revaloriza­ción anualizada del 8,5%. Con esta rentabilid­ad estimada se lograría un retorno para una cartera en bolsa del 28%. Por lo que el 20% en renta variable generaría al cuñadísimo un 5,6% de rentabilid­ad que, sumado al 6% seguro, sería insuficien­te para compensar solo la inflación.

No pretendo tener la razón, pero sí tengo la seguridad de que si se quiere batir a la ladrona invisible del ahorro hay que asumir riesgo. Al menos el sucedáneo es una alternativ­a valida frente a la peor de las decisiones hoy: tener el dinero muerto de risa en una cuenta corriente. La liquidez es una trampa y para quien se empeña en caer en ella hay que quitarle los grilletes. El depósito como alternativ­a va a costar que se reinstale en el escaparate de la oferta bancaria. Pero no hay que esperar que la banca tome la iniciativa para plantearse que un fondo de renta fija a seis meses ya puede encontrar en mercado alternativ­as para lograr entre un 2% o un 3% de rentabilid­ad.

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