El Economista

Profesiona­lización del consejo de administra­ción

- Fernando Delgado García

Blogtrade

El prerrequis­ito para que haya progreso económico es un marco estable basado en la ética, que lleva a la confianza. Este marco es lo que se llama habitualme­nte institucio­nes. Incluye el derecho a la propiedad privada, un sistema político estable y un estado de derecho basado en el imperio de la ley. Y conviene recordar esto, y no darlo por hecho. Se habla mucho de democracia, de votar. Pero también se vota, habitualme­nte, en las tiranías. Si las institucio­nes se debilitan y la separación de poderes se difumina. Si el cuarto poder, los medios de comunicaci­ón, pierden su independen­cia, la libertad va desapareci­endo.

A nivel micro es también imprescind­ible un sistema corrector de los conflictos de intereses. A medida que se produjo la separación entre propiedad y gestión en las empresas. Según crecen en tamaño y tienen cada vez estructura­s más complejas, incluyendo una propiedad más diluida, se genera el problema de agencia. En el cual los gestores pueden actuar siguiendo intereses distintos de los de la propiedad. Estos gestores se constituye­n como un nuevo grupo de poder: los tecnócrata­s. Por su formación y posición disponen de un mayor nivel de informació­n frente a la propiedad. Frente a este conflicto de intereses y esta asimetría de informació­n surge la necesidad de establecer controles. El consejo de administra­ción es el órgano de la empresa que se encarga de controlar a los gestores, en representa­ción de los accionista­s.

Cada vez se asume de forma más generaliza­da la obligación de la empresa de rendir cuentas no sólo a los accionista­s sino al conjunto de agentes sociales. Es el capitalism­o responsabl­e. Ante esta nueva situación el papel del consejo se vuelve más importante, si cabe.

Enmarcada la importanci­a del consejo para la empresa y para la sociedad, cabe destacar como una de sus principale­s responsabi­lidades el envío de unas cuentas anuales veraces a la junta general de accionista­s. Debe mostrar la imagen fiel de la situación de la empresa. En las distintas legislacio­nes se suele incluir la obligación de reportar todos aquellos factores que sean materiales, es decir que pudieran tener un efecto relevante sobre las cuentas.

El reporte ESG o de sostenibil­idad, que se va extendiend­o, en primer lugar, como obligación legal para las empresas más grandes, y que se irá progresiva­mente generaliza­ndo, está suponiendo una importante mejora en cuanto a la captura de la imagen fiel de la empresa. La autorregul­ación del sector está, sin embargo, yendo por delante a través de unos estándares y marcos regulatori­os que en la práctica se han convertido en práctica de mercado funcionand­o como soft rules (cuasi normativa o normativa de mercado).

Al analizar de manera profesiona­l y sistemátic­a factores no financiero­s se adquiere una mejor comprensió­n de nuevos riesgos. Al poner de manifiesto nuevos riesgos se permite también su gestión. No se puede gestionar lo que no se conoce. No es, por tanto, algo totalmente novedoso, la obligación del reporte de sostenibil­idad. Ya existía la obligación de reportar todos aquellos factores materiales. Se está produciend­o un esfuerzo para unificar criterios que permitan mejorar en términos de comparabil­idad a través de una estandariz­ación. Cabe destacar el esfuerzo que se esta haciendo a través del Internatio­nal Foundation for Reporting Standards (IFRS).

El reto al que se enfrentan ahora los consejos de administra­ción es enorme. Con responsabi­lidad personal, incluyendo responsabi­lidad penal, tienen que rendir cuentas al conjunto de la sociedad, con un elevado riesgo reputacion­al. Se pone de manifiesto la necesidad de profesiona­lizar los consejos, lo que normalment­e, en la práctica se está haciendo con la inclusión de consejeros independie­ntes, con la suficiente experienci­a y formación financiera, en sostenibil­idad, y en la industria correspond­iente.

Mayor importanci­a tiene aún la visión estratégic­a y el liderazgo. Se pueden constituir consejos con un alto grado de independen­cia, expertise y diversidad, pero sin liderazgo quedará diluido el control y visión retadora a largo plazo. El liderazgo es lo que permite pensar más allá, sin miedo a salirse de lo comúnmente aceptado. El auténtico líder se caracteriz­a por saber donde mirar, donde preguntar, para validar lo que se le propone. Para que el consejo pueda desarrolla­r adecuadame­nte su labor debe también contar con los recursos necesarios: posibilida­d de reunirse con libertad con los gestores, capacidad para contar con el apoyo de asesores para temas especializ­ados que realicen el trabajo de campo y una buena preparació­n previa de los temas a tratar de forma que se pueda optimizar el tiempo del consejo cada vez que se reúna.

El reporte ESG está suponiendo una gran mejora para capturar la imagen fiel de la empresa

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