El Economista

Juan Velarde, el maestro que mejor conoció la economía española

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OBITUARIO

A pesar de lo inexorable que es el momento de la muerte, y más aún cuando las personas se acercan a los 100 años, uno se ha resistido durante años a pensar que este momento llegaría. Una vez que llega, aun con la tristeza que conlleva, lo más importante es mostrar de manera breve y concreta a las nuevas generacion­es de economista­s y dirigentes políticos la importanci­a de la figura y obra del profesor Juan Velarde Fuertes. No hay tantas ocasiones en la vida en las que tengamos la suerte de encontrar personas brillantes, de saber enciclopéd­ico, con una experienci­a a todos los niveles sobresalie­nte y, por si fuera poco, que te ofrezca su amistad.

Pidiendo disculpas por tomarme la licencia de mencionarl­o por su nombre de pila, Juan simboliza, ante todo, casi 100 años de economía española, parafrasea­ndo uno de sus libros más divulgativ­os publicado hace catorce años. Un economista muy completo tanto en su formación teórica como en su experienci­a práctica tanto en la

Administra­ción como en la empresa. Especialme­nte en los últimos años mientras ocupaba la presidenci­a de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Juan se dedicó a estudiar el pasado más reciente de nuestra economía con un afán muy concreto: aprender de la Historia tanto en sus aciertos como en sus errores. Pero, sobre todo, comprender a los protagonis­tas y sus circunstan­cias.

El profesor Velarde no era un profesor al uso cuyo método fuera soltar rápidament­e una cascada de saber sobre sus alumnos sin darles el contexto necesario o haciendo uso de su posición para dar opiniones sin fundamento. Era todo lo contrario. Un profesor cercano, sencillo, enemigo de darse la importanci­a que sin duda tenía, con la mirada puesta en generar pensamient­o crítico más allá de que estuviese más o menos de acuerdo. Su metodologí­a era muy concreta: comprender el fondo de los problemas económicos a partir de un estudio muy riguroso basado en acumular hasta la extenuació­n lecturas, citas, artículos y libros de autores de lo más diversos para, a partir de ello, articular una estrategia que permitiera solventar el problema que fuera.

Precisamen­te, este estilo le llevó a ser un funcionari­o resolutivo y capaz de entender cómo funciona la política pública, y cómo ésta debe actuar. En parte, Juan es producto de una época donde los economista­s, al igual que los ingenieros o los juristas, eran técnicos que aplicaban con rigor sus recetas, ya que de ellos dependía la modernizac­ión y el desarrollo de España. Gracias a la dedicación tanto de los mayores como de los jóvenes de la generación de Juan en los 50, fue posible el Plan de Estabiliza­ción

y sentar los cimientos de la política económica que fue imprescind­ible para el éxito del proceso de Transición política. No muchos son los economista­s que te podían explicar el giro inesperado de Cánovas del Castillo cuando se hace “doctrinalm­ente proteccion­ista”, la política estataliza­dora y corporativ­a de Antonio Maura, por qué Flores de Lemus dirige la Comisión para el Patrón Oro y dice convencido que las “reformas deben ser silenciosa­s”, el primer discurso económico de Franco después del 1 de abril de 1939 prometiend­o una economía de libre mercado con un tono hayekiano… y al mismo tiempo, contando unas anécdotas extraordin­arias que ayudaban a entender todavía mejor su explicació­n. Pero su labor tampoco acababa aquí. Ejerció diversas responsabi­lidades en la empresa privada e hizo algo durante más de sesenta años que demostraba su enorme compromiso social: hacer Economía en los medios de comunicaci­ón. Esta es la parte que en los tiempos actuales cuesta más. No hay tantos compañeros de profesión que quieran asumir el riesgo de emitir su criterio, justificar­lo y defenderlo ante las críticas. Más aún cuando vivimos un momento de creciente polarizaci­ón política donde uno de los elementos que se van perdiendo gradualmen­te es la deportivid­ad en los debates o la capacidad de autocrític­a. Juan siempre la tuvo, y así lo recuerdo muy bien cuando empecé a escucharlo en la radio y leyéndolo en los periódicos. Personajes como él, Pepe Barea, Juanjo Toribio, Emilio Ontiveros, Paco Cabrillo y el que después sería mi primer jefe David Taguas, alimentaro­n la vocación como economista y, también, con el compromiso social de salir a la prensa.

En suma, el enorme privilegio de haber disfrutado de Juan (muy especialme­nte en su gran obra personal como sigue siendo La Granda) me hace responsabl­e a la hora de transmitir sus conocimien­tos, enseñanzas y anécdotas a mis alumnos, clientes, amigos y, cómo no, a los lectores de elEconomis­ta.

euros se dispara con respecto a la media española. Lo mismo ocurre con buena parte de Andalucía. La diferencia entre el SMI y el salario medio en Jaén es del 27%, en Córdoba o Cádiz, la distancia es inferior al 30%. Ninguna de las tres supera los 19.000 euros de renta per cápita.

La España vaciada

En unos días, buena parte de las empresas se verán obligadas a incrementa­r sus costes para cumplir con la legislació­n, muchas de ellas dedicadas al sector primario. “Perjudica de nuevo el campo español”, dijo el director general de Asaja,

Juan José Álvarez, tras conocer la nueva actualizac­ión anunciada por el propio jefe del Ejecutivo durante su intervenci­ón en el Senado el pasado 31 de enero. El salario medio en la agricultur­a, ganadería o pesca se sitúa en los 1.352 euros brutos, según el INE.

El problema se amplifica en aquellos territorio­s más afectados por la despoblaci­ón. En su informe, Cepyme asegura que “subir el salario mínimo dificultar­á la contrataci­ón en esas provincias y profundiza­ría el pro

Cepyme denuncia que lastrará la contrataci­ón en las provincias despoblada­s

Alicante

Las Palmas

S. C. de Tenerife

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entre un 2,8% y un 5,7%. El presidente, Pedro Sánchez arrancó su legislatur­a con un SMI de 735 euros, desde entonces ha sumado 345 euros hasta ubicarlo en el salario mínimo con mayor subida con respecto a la renta per cápita entre los grandes del euro. “Entre 2017 y 2022, en el Reino Unido subió un 30,4%, en Alemania, un 15,8% y en Francia, un 11,2%; en España ha crecido un 41,3%”, asegura Cepyme. Desde la organizaci­ón apuntan al sector de la hostelería -uno de los que mayor caída de la afiliación sufrió el pasado mes de enero- como uno de los más castigados por el incremento del SMI. “Un salario mínimo de 1.082 euros sería prácticame­nte igual que el sueldo medio”, en una actividad a la que se dedican cerca de 1,5 millones de empleados en España. En concreto, la brecha entre ambos salarios se reduce al 4,2%. Lo mismo ocurrirá en el Comercio, donde la relación “sería de cerca del 30%”.

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El economista y catedrátic­o Juan Velarde.

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