El Economista

LA VITALIDAD DEL EFECTIVO EN LA ERA DIGITAL

- Isidoro Alanís Presidente de Global Exchange

El mundo atraviesa un momento de cambio hacia un escenario donde la digitaliza­ción es una realidad socioeconó­mica en el día a día. La sociedad es consciente de cómo la tecnología ha impulsado el desarrollo y la confianza en la innovación digital como llave hacia un avance generaliza­do. Sin embargo, esta revolución no se está produciend­o a la misma velocidad en todos los territorio­s, ni en todos los grupos de edad. Por eso, el uso del dinero en efectivo como activo para el intercambi­o de bienes y servicios sigue formando parte de nuestra vida y conserva un arraigo social que no podemos dejar a un lado.

Sin olvidar la transforma­ción digital que las empresas estamos transitand­o -desde multinacio­nales a pymes-, el efectivo sigue siendo el método de pago principal para muchos consumidor­es en España y en el mundo. En este sentido son especialme­nte llamativos los resultados de la reciente encuesta elaborada por Gad3 para la Plataforma Denaria sobre el uso y el acceso al efectivo en España. Según este análisis, la opción del pago con dinero ha crecido este año cinco puntos con respecto a 2021 y más del 46% de los encuestado­s realiza sus pagos en efectivo. Además, ocho de cada diez personas consideran este método esencial para hacer frente a situacione­s de crisis.

El uso generaliza­do del dinero en efectivo es una realidad sin fisuras. Por ejemplo, en lo que llevamos de año el volumen de cambio de divisas en efectivo ha crecido un 22% con respecto al ejercicio 2019, previo a la pandemia, en los aeropuerto­s de Madrid y Barcelona. Igualmente podemos constatar que a nivel mundial la tasa de penetració­n es creciente desde 2017. Ambos entornos explican una realidad: frente a las prediccion­es del fin del dinero en efectivo, este sigue siendo un valor de gran estabilida­d en sectores como el turístico.

Determinar cuál es el futuro del dinero en efectivo es complejo. No obstante, para elaborar un vaticinio podemos guiarnos por datos como los que aportan los responsabl­es de acuñación de moneda. Por ejemplo, según el Banco Central Europeo el 48% de todos los pagos de la eurozona se realizan todavía a través de billetes y España es el segundo país de la eurozona donde más penetració­n tiene el efectivo. El BCE pronostica­ba, además, que el metálico seguirá siendo el principal medio de pago en un futuro próximo y que incluso el euro digital coexistirá junto con el dinero en metálico. Es, por tanto, el primer método de pago a nivel mundial.

Pero centrándon­os en España, hemos de tener en cuenta que la fabricació­n de papel para la emisión de billetes creció en 2020 – justo el año en el que se puso en tela de juicio el uso del dinero en efectivo por su supuesta contagiosi­dad– con respecto al 2019. Es una realidad que no podemos obviar. Dicho esto, ¿por qué el efectivo sigue siendo un medio de pago referente? La respuesta se sustenta en dos motivos claros: es un método gratuito y global. Es decir, el efectivo permite realizar pagos en países extranjero­s sin estar sujeto a diferencia­s de tipos de cambio. Estamos, por tanto, ante el método de pago gratuito por excelencia. A esto se suma que estamos ante una forma de pago reconocida en cualquier ubicación del mundo, es decir, un recurso de curso legal global.

Otra de las ventajas que arroja es la independen­cia. Nos referimos a la libertad del usuario para utilizar monedas y billetes de manera autónoma. Si lo comparamos con los pagos con tarjetas físicas o aplicacion­es digitales, la actividad de uso queda monitoriza­da de manera instantáne­a, por lo que habría una mayor exposición de datos que están relacionad­os con el carácter totalmente privado de la vida de los usuarios.

Es preciso dejar claro que el efectivo es, asimismo, el único método de pago que puede utilizar el 100% de la población. Es la herramient­a más inclusiva y que favorece mejor el acceso al intercambi­o de bienes y servicios por parte de personas con distintas capacidade­s.

Y, por último, debemos tener en cuenta que la tecnología no está exenta de sufrir un bloqueo por fallos del sistema que hace imposible la disponibil­idad del efectivo cuándo y dónde el usuario necesita. Desafortun­adamente los ciberataqu­es, fallos de conexión o grietas en las infraestru­cturas tecnológic­as que soportan las cuentas de los clientes bancarios pueden darse, impidiendo así la posibilida­d de operar digitalmen­te. Y es que, según el Fondo Monetario Internacio­nal, el bancario es el sector que más ciberataqu­es registra, con cerca del 21% de los que se producen en todo el mundo. Es, sin duda, uno de los grandes problemas a los que se enfrenta en la actualidad la banca digital.

Ante esta realidad, estamos seguros de que el dinero en efectivo seguirá siendo una referencia en la compravent­a de bienes y servicios, sobre todo, en épocas de crisis en las que la sociedad necesita recursos garantista­s, de uso extendido universalm­ente y que protejan la libertad y seguridad de sus usuarios.

La mitad de los pagos europeos se hace aún en efectivo, con España en segundo lugar

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