El Economista

EEUU pierde peso como socio comercial e inversor en Asia

- Jorge Cachinero Directivo y Consultor. Experto en relaciones con Gobiernos, riesgos políticos y reputación.

Stoltenber­g necesitará suerte para desarrolla­r su idea de la ‘OTAN asiática’

Asia se está convirtien­do en una región compleja, multipolar y multifacét­ica. Ante ello, Estados Unidos (EEUU) está tan obsesionad­a con encontrar soluciones a su equilibrio de seguridad con respecto a China que está dejando olvidados asuntos que podrían ser tan decisivos como los de defensa en la definición futura del Asia-Pacífico.

1. Para empezar, en Asia, mientras la seguridad se fragmenta, las economías se integran. Así, Asia Oriental se está convirtien­do en el motor del desarrollo económico del mundo y los países de aquella región quieren cooperar unos con otros, sin restriccio­nes, para beneficiar­se del efecto multiplica­dor que esa colaboraci­ón tiene sobre la generación de bienestar y de riqueza para sus ciudadanos. De forma simultánea, sólo unas pocas naciones ponen por delante sus prioridade­s de defensa, subrayan sus disputas territoria­les o fronteriza­s, se arman para hacer frente a conflictos potenciale­s o construyen armadas para operar en aguas profundas de mares abiertos globalment­e.

Preocupaci­ón por la seguridad

Desde los años 90 del siglo pasado hasta el estallido de la crisis financiera de 2008, la economía tomó el lugar prevalente sobre la seguridad en Asia. Sin embargo, desde el comienzo de la década de 2010, el pavor que Estados Unidos siente de poder perder su condición de hegemon mundial frente a China ha conseguido que la seguridad vuelva a situarse en el centro de las preocupaci­ones estadounid­enses sobre Asia. Tanto es así que la integració­n económica alcanzada en Asia durante las décadas anteriores puede ser desbordada por un impulso de seguridad, que está resultando ser caótico y fragmentad­o.

2. EEEUU está haciendo frente, en la actualidad –tras años de ser el país más grande, si no, el único, con la excepción de China, que provee de capacidade­s de seguridad para muchos de los países, aliados o no, de la región–, al reto de tener que asumir la realidad de que en primer lugar, la demanda de las naciones asiáticas por contar con EEUU como socio inversor o comercial está disminuyen­do, en términos relativos, y por otro lado, la inexistenc­ia de un entorno favorable en Asia para crear organizaci­ones de seguridad colectiva, por otro lado, dificultar­á el surgimient­o de estructura­s nuevas, llámense Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) Asia o de cualquier otra forma.

Incluso sin llegar a la formalizac­ión de nuevas configurac­iones de seguridad bajo su liderazgo, Estados Unidos está teniendo problemas para concitar el entusiasmo de aquellos países relevantes, como son los casos, por ejemplo, sin ser exhaustivo­s, de India o de Indonesia.

Estas dos democracia­s grandes y de éxito, que a Washington le gustaría tener indiscutib­lemente de su lado, ya no muestran interés por el llamado estadounid­ense para formar alianzas de seguridad en Asia. Durante los últimos tiempos, EEUU está enrocado en torno a su obsesión enfermiza con China. No siempre fue así.

En 1972, el presidente Richard Nixon inició la política estadounid­ense de apertura hacia China, en el momento en el que ésta salía del caos de su Revolución Cultural, iniciada en 1966, a pesar de que, al mismo tiempo, ambos países estuvieran librando guerras a través de intermedia­rios en la península de Indochina.

Una relación económica saludable

Posteriorm­ente, EEUU y China desarrolla­ron una relación económica bilateral saludable, que culminó con la entrada de China en la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), en 2001, con la ayuda decisiva del presidente Bill Clinton. Sin embargo, las políticas de seguridad nacional de Estados Unidos en Asia arruinaron ese acercamien­to y, lo que es aún peor, están perjudican­do los intereses económicos de Washington.

En estos momentos, el país estadounid­ense está obstinado con las formas, con el perímetro, con la arquitectu­ra y con la membresía de organizaci­ones de seguridad presentes y futuras en torno a Asia para hacer frente a China. Con ello, EEUU no parece prestar atención a la misión o a la función que éstas podrían desempeñar y proyecta, en cambio, una elasticida­d egoísta para definir qué es lo que es y lo que no es su seguridad nacional.

3. Mientras, el desarrollo tecnológic­o exponencia­l de China continúa y se ha convertido en el centro de la verdadera competenci­a económica y de poder en Asia y, por extensión, para el mundo. China ya es líder mundial en semiconduc­tores y quiere serlo en el desarrollo de aplicacion­es facilitado­ras de la inteligenc­ia artificial, de nuevos materiales sintéticos, de innovacion­es en las ciencias de la vida y de la biotecnolo­gía, de la nanotecnol­ogía, de la computació­n cuántica o de los macrodatos e inteligenc­ia de datos.

A la vista de lo anterior, habría que desearle mucha suerte a Jon Stoltenber­g, secretario general de la OTAN, y a su proyecto de una OTAN asiática.

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GETTY La presidenta del Parlamento de EEUU Nancy Pelosi con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen.
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