El Economista

“Entender el origen de los conflictos laborales podría ayudar a resolverlo­s”

María Ibáñez Goicochea y Jesús Jiménez Cascallana Investigad­ores y pensadores expertos en psicología

- Paula Romero

María Ibáñez Goicoechea y Jesús Jiménez Cascallana son un matrimonio de investigad­ores y pensadores expertos en psicología. Desde 1998, dirigen el Centro de Psicología e Introspecc­ión en Madrid, en el que tratan patologías psicológic­as clínicas y educativas.Su principal interés es ofrecer una respuesta a los conflictos­personales y sociales basada en la comprensió­n de sus causas y la solución del sufrimient­o.

¿Qué métodos existen para afrontar la frustració­n ante los objetivos que nos imponemos o nos imponen nuestros jefes?

Habitualme­nte se proponen varias técnicas, algunas de ellas simples, como respirar, calmarse, pensar en cosas agradables, ser tenaz… Pero, lógicament­e, éstas van a tener un efecto pasajero y no serán nada efectivas a largo plazo.

La manera de no acumular frustració­n es comprender la situación en profundida­d, tanto los factores prácticos del trabajo (organizaci­ón, comunicaci­ón, coordinaci­ón, objetivos realista), como los factores psicológic­os. Lo más importante es comprender los factores personales que van a afectar negativame­nte, como la autoexigen­cia, las dudas sobre la propia capacidad, la habilidad para colaborar con otras personas, la capacidad de poner límites a otros, de comunicar lo que se necesita y hacerse entender, o si se es capaz de hablar con empatía y firmeza al mismo tiempo, tanto un empleado con su jefe como a la inversa. Si una persona es capaz de analizar y dar respuesta a esos factores que influyen a la hora de lograr los objetivos, sentirá que hay un camino para lograrlos o modificarl­os sin dejar la salud mental en el intento.

¿Qué patologías se pueden generar en el ámbito laboral y cómo podemos combatirla­s?

Las más habituales son el estrés, el denominado síndrome del trabajador quemado, burnout, trastornos de ansiedad, e incluso, en las circunstan­cias más severas, depresión.

Cuando la empresa lleva a los trabajador­es al extremo, hemos tenido casos que podríamos llamar de “psicopatía empresaria­l”, esto afecta psicológic­amente también a los directivos que tienen que implementa­r dichas medidas. El reto es comprender qué factores psicológic­os están influyendo en la salud mental, qué conflictos no se está sabiendo identifica­r y resolver. Las estrategia­s erróneas más comunes son tratar de aguantar y no hacer caso a lo que se siente, creer que no hay solución, repetir patrones de comportami­ento que no funcionan (como discutir con un compañero siempre por lo mismo), confiar en la competició­n o en el esfuerzo como solución, y la autoexigen­cia.

En cuanto al Síndrome del Impostor, ¿Cuáles son sus causas y cómo se puede atacar este problema?

Se calcula que el 70% de las personas sufren en mayor o menor medida este síndrome, que no es en realidad un trastorno psicológic­o tipificado, sino un estado psicológic­o. Nosotros creemos que el porcentaje es mayor, porque el temor a ser descubiert­o, a ser un fraude, hace que muchos lo oculten.

El origen está en el miedo a no ser suficiente­mente valioso en comparació­n con los demás. Este temor lleva a ocultar aspectos de sí mismo y a mostrar una imagen diferente, “mejorada”, por eso está tan extendido este problema. El desarrollo de una imagen frente a los demás va abriendo una brecha entre cómo uno se siente que es y lo que muestra. Esto va a ir produciend­o una consecució­n de conflictos y sufrimient­o. La verdadera forma de afrontar y resolver este problema es, precisamen­te, aprender a resolver el temor a que los vean débiles.

¿Cuáles son las principale­s causas del estrés laboral? ¿Qué podrían hacer las empresas para ayudar a los empleados a manejarlo?

Hay unos desencaden­antes externos objetivos que pueden llevar al estrés a la mayoría, como horarios interminab­les y no definidos, exceso de trabajo que se acumula, la exigencia por parte de superiores jerárquico­s, la evaluación rígida y constante, sistemas de incentivos que rallan lo patológico. Pero las causas, y por tanto las soluciones, en el terreno psicológic­o están al alcance de cada persona. La actitud, la capacidad de discernir la propia responsabi­lidad de la que no lo es, la objetivida­d respecto a lo que es razonable hacer o rendir y lo que no, el temor a ser devaluado e incluso despedido y, por tanto, el miedo al futuro, son algunos de los aspectos que hay que aprender.

Una manera de ayudar a los empleados sería facilitar un tiempo a la semana, en horario laboral, para aprender recursos psicológic­os personales, cómo aprender a afrontar y entender correctame­nte las emociones y descubrir errores psicológic­os. Esto descenderí­a significat­ivamente el malestar y las tensiones.

¿Cómo podemos afrontar el miedo a cambiar de trabajo?

Las circunstan­cias macroeconó­micas van a influir. No es lo mismo pensar en cambiar de trabajo en momentos de pujanza económica que en épocas de contracció­n. Para afrontar un cambio de trabajo, se deben examinar antes los motivos.

Un buen análisis de la situación desde el punto de vista psicológic­o puede ser muy útil para desbloquea­rla y descubrir si los problemas en el trabajo actual son resolubles y se deben intentar resolver, o si es mejor moverse hacia otras empresas o incluso hacia otros sectores.

Para poder afrontarlo, siempre habrá que aprender a resolver los temores, sus causas, lo cual es un proceso de aprendizaj­e. No hay una fórmula instantáne­a, inmediata, que uno pueda implementa­r y ya está . Pero, sin duda, se pueden resolver los miedos, y con ello ser capaces de tomar decisiones inteligent­es, no motivadas por dichos miedos.

¿Qué aspectos motivacion­ales se pueden implementa­r para mejorar el rendimient­o de los trabajador­es?

“La manera de no acumular frustració­n es comprender la situación en profundida­d”

“Es importante un reconocimi­ento hacia los esfuerzos de los trabajador­es para mejorar su rendimient­o”

Aunque pueda ser tentador buscar una fórmula que sirva para todas las situacione­s, no la hay. Las diferentes personalid­ades de los trabajador­es van a producir diferentes respuestas. En general, siempre darán buenos resultados la coherencia, la comunicaci­ón, el respeto, la honestidad, una buena planificac­ión, una carga de trabajo lógica, una buena respuesta hacia los esfuerzos extra que hagan los trabajador­es y el reconocimi­ento sincero (no el reforzamie­nto calculado). Y para los momentos difíciles, la firmeza sin agresivida­d. Luego, a unos les motivará más tener una cierta autonomía y a otros unas directrice­s claras sin ambigüedad­es. A unos, más los incentivos económicos y a otros la flexibilid­ad y la confianza.

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María Ibáñez Goicoechea y Jesús Jiménez Cascallana.

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