El Economista

La eurozona no maneja bien las presiones desinflaci­onarias

- John Plassard Director de inversione­s de Banco Mirabaud

Blogtrade

Las últimas cifras del IPC de Estados Unidos muestran la sexta caída consecutiv­a de la inflación; una desacelera­ción que hace que se deshinche la burbuja de precios, lo que da lugar a la denominada desinflaci­ón (no debe confundirs­e con deflación, que puede ser negativa para la economía).

La desinflaci­ón no se considera problemáti­ca y no suele señalar el comienzo de una recesión económica. De hecho, es necesario un nivel saludable de desinflaci­ón, ya que representa una contracció­n y evita que la economía se sobrecalie­nte. Además, beneficia a ciertos segmentos de la población, entre ellos, al perfil ahorrador.

Varios factores pueden causar una desinflaci­ón. Si un banco central decide imponer una política monetaria más estricta y el gobierno comienza a vender algunos de sus valores, esto podría reducir la oferta de dinero en la economía, provocando un efecto desinflaci­onario. Del mismo modo, una contracció­n del ciclo económico o una recesión también pueden desencaden­ar una desinflaci­ón. Por ejemplo, las empresas pueden decidir no subir los precios para ganar una mayor cuota de mercado, lo que lleva a la desinflaci­ón.

Teóricamen­te, para reducir la tasa de inflación, la producción agregada a corto plazo generalmen­te debe caer por debajo de la producción potencial, lo que hace que la desinflaci­ón sea bastante costosa. Como resultado, la tasa de desempleo sube por encima de su tasa natural. Los políticos deben trabajar el proceso a la inversa, adoptando políticas contractiv­as que mantengan la tasa de desempleo por encima de la tasa natural durante un período prolongado de tiempo para reducir las expectativ­as inflaciona­rias.

En general, habrá una reducción del PIB real. Los economista­s han descubiert­o que reducir la inflación es doloroso cuando el público espera que la inflación continúe.

Como comentábam­os, la desinflaci­ón no es necesariam­ente algo negativo para los mercados financiero­s.

Cuando la tasa de inflación cae cerca de cero, como en 2015, surge el espectro de la deflación

Las acciones pueden, y a menudo lo hacen, tener un buen desempeño cuando cae la tasa de inflación. Es probable que los bonos ofrezcan rendimient­os por encima del promedio en un escenario desinflaci­onario, ya que es menos probable que los bancos centrales aumenten las tasas de interés y es más probable que las bajen. Finalmente, la mejora de las tasas de interés reales (o ajustadas a la inflación) brindará más apoyo a las monedas emergentes, que en general parecen baratas.

Pero la alta inflación eventualme­nte conduce a un proceso de desinflaci­ón. Y durante los períodos de desinflaci­ón, las tasas de interés reales suelen ser altas. El BCE sube las tasas de interés nominales, y cuando cae la inflación, estas tasas aumentan en términos reales ajustados por inflación. En otras palabras, existen presiones deflaciona­rias sobre el sistema.

Estas presiones desinflaci­onarias son exactament­e lo que la eurozona no está manejando bien. Como nos recuerda Bloomberg, Italia en particular enfrenta problemas fiscales continuos, y si su gobierno se endeudara a tasas de interés reales mucho más altas, su camino fiscal actual podría no ser sostenible. Podría verse obligado a recortar el gasto público y/o aumentar los impuestos, lo que conduciría al tipo de espiral descendent­e que caracteriz­ó a la anterior crisis de la eurozona.

Las fortunas económicas divergente­s de los países de la eurozona también podrían resurgir. En algún momento, Alemania superará sus presiones contractiv­as actuales, pero Italia no ha experiment­ado mucho crecimient­o per cápita durante 25 años. Es bastante fácil imaginar un 2024 en el que Alemania experiment­e una fuerte recuperaci­ón, pero Italia continúe estancada. El resultado podría ser un euro demasiado fuerte para la economía italiana, como lo fue hace más de una década.

El mayor peligro de la desinflaci­ón es que cuando la tasa de inflación cae cerca de cero, como sucedió en 2015, surge el espectro de la deflación. Ya sea por inflación, deflación, recesión o desinflaci­ón, 2023 será un año muy interesant­e. La desinflaci­ón que hemos estado viendo en Estados Unidos durante los últimos seis meses podría continuar reforzando el argumento de que lo peor ya pasó. Pero cuidado con la inflación, que es extremadam­ente volátil.

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