EL EMPLEO DE LOS ‘CONTRATOS CERILLA’
Han tardado, pero al final también en Eurostat, la oficina de estadísticas de la UE, han reparado en que las triunfalistas estadísticas de empleo del Gobierno tienen tanta o más cocina que las encuestas de Tezanos, y ocultan nada menos que 173.000 parados, elevando el número total de desempleados en España a 3,01 millones con los datos ajustados de noviembre, frente a los 2,83 millones que cuentan Yolanda Díaz y el Ministerio de Trabajo.
Y cortos se quedan los técnicos comunitarios, porque como demuestra el último informe del Gabinete de Estudios del sindicato USO, el número de desempleados en enero se eleva ya a 3.407.521, cifra que resulta de añadir a los 2.908.397 que contabiliza el Sepe, los 208.340 que se anotan bajo el epígrafe de “otros no ocupados”, es decir, aquellos que no trabajan pero que están en formación, y otros 290.784 a los que denominan con disposición limitada, pero que tampoco trabajan, además de los 15.010 trabajadores que al finalizar el mes están en un Erte.
Cocina o trampa en la estadística que se extiende también a los contratos, porque mientras el número total de contratos registrados durante el mes de enero ha sido de 1.200.749 que suponen 395.583 menos que en el mismo mes del año 2022, los contratos indefinidos suman 530.306 con un incremento de 291.634, nada menos que el 122,19% en relación con el primer mes de 2022. Datos oficiales ante los que los autores del citado informe se preguntan: ¿Cómo es posible que realizándose más de medio millón de contratos indefinidos el paro se incremente y baje la afiliación a la Seguridad Social? ¿Acaso ninguna de estas personas estaba inscrita en el Sepe? Y, sobre todo, ¿cuánto duran esos contratos? Interrogantes que llevan a concluir que volvemos a tener contratos cerilla, que se consumen al día siguiente de usarlos.
Pero hay más. Analizando las cifras del Gobierno, vemos que se han realizado más contratos indefinidos que personas los han suscrito, lo que implica que algunos de ellos, más de 39.000, han sido objeto de más de un contrato indefinido, de lo que se deduce que se les ha rescindido el contrato y se les ha vuelto a contratar, lo que tiene que ver con el incremento de la contratación a tiempo parcial. En otras palabras, que la contratación indefinida está dejando de ser sinónimo de mantener un empleo.
Claro que para contrato cerilla el que le ha ofrecido Vox a Ramón Tamames para que lidere la moción de censura que prepara el partido de Santiago Abascal contra el presidente del Gobierno. Un partido, este de Vox, que nuevamente acude al rescate de Pedro Sánchez, justo cuando más hundido está el presidente del Gobierno, con una censura que en razón de la aritmética no tiene ninguna posibilidad de prosperar y que, anteponiendo los intereses de partido a las necesidades de España y de los españoles, va a ofrecer a Sánchez un nuevo triunfo fácil en una función de máxima audiencia. Eso, además de quemar como una cerilla el prestigio, la trayectoria y la persona de uno de los economistas más respetados y emblemáticos de este país.
Y contrato cerilla también el de la ministra de Justicia, Pilar Llop, a la que le han encomendado el marrón de defender la reforma de la chapucera ley del sí es sí y cuya soledad en el banco azul durante la última sesión de control en el Congreso la apunta como candidata a ser sacrificada en la hoguera de los condenados solo por defender a su jefe. Una Pilar Llop que ni siquiera estaba en el Gobierno en el momento del diseño y la aprobación del esperpento legislativo que ha rebajado las penas a más de 400 violadores y delincuentes sexuales y ha sacado a más de 40 de la cárcel, mientras las principales responsables siguen aferradas al sillón ministerial porque Sánchez, el gran inquisidor, no tiene valor ni poder para cesarlas.
La contratación indefinida está dejando de ser sinónimo de mantener el empleo