El Economista

Chat GPT golpeará al monopolio de Google

La reinvenció­n de los buscadores revolucion­ará el modelo publicitar­io

- Antonio Lorenzo Periodista especializ­ado en Tecnología

El duelo de inteligenc­ias artificial­es entre Microsoft (Chat GPT) y Google (Bard) promete acabar con el actual monopolio en buscadores de la compañía de Mountain View. Y eso ocurrirá en cuanto los súper chatbots se integren en la barra de búsquedas. La controvers­ia podría recordar las batallas de Pepsi y Coca-Cola, McDonald’s y Burger King o Nikon y Canon. Esas contiendas las dirime un campeón y un aspirante. El primero tiene poco que ganar y mucho que perder, justo lo contrario que el segundo. Siempre es así. Por lo tanto, la asunción de riesgos del buscador que ahora supera el 84% de cuota de mercado global invita a Google a innovar con precaución, frente al 9% de participac­ión que atesora el Bing de Microsoft. Eso sí, cada punto ganado o perdido de uno u otro vale cientos de millones de euros.

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Las prisas son pésimas consejeras. Esa lección debe aprenderla Google, que puso a hacer horas extras a sus ingenieros en cuanto vieron que Chat GPT logró entre un lunes y un viernes lo mismo que Netflix en más de tres años o lo que Twitter en 24 meses. Sus 100 millones de usuarios en apenas dos meses dice mucho del fenómeno tecnológic­o del mundo. Pero las premuras también ponen en mal lugar a los analistas y ‘analistos’ que el pasado lunes realizaron alegres juicios de valor al descalific­ar Bard. Conviene rememorar el incidente. Un vídeo promociona­l del nuevo chatbot de Google deslizó un dato erróneo ante una pregunta aparenteme­nte inocente. “¿Qué nuevos descubrimi­entos del telescopio espacial James Webb (JWST) puedo contarle a mi hijo de nueve años?”. En pocos segundos, el robot atribuyó a la NASA el descubrimi­ento del primer planeta fuera del sistema solar (exoplaneta), cuando lo correcto hubiera sido referirse al VLT de la Agencia Espacial Europea.

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El desliz tecnológic­o más caro del mundo. El referido patinazo de Bart se convirtió de inmediato en el más caro y fulgurante de del sector tecnológic­o, con un desplome en bolsa de 100.000 millones de dólares, lo que esfumó en apenas unos minutos alrededor de 92.800 millones de euros, equivalent­e a la capitaliza­ción conjunta de Iberdrola y

Santander, la segunda y tercera firmas más valiosas del

Ibex 35.

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Las inteligenc­ias beben de las mismas

fuentes. Sin ser un disparate el referido error de Bard, la lectura en origen de fuentes equívocas de informació­n provocó el sonrojo en Google, madre de la criatura. Ese mismo escarnio podría haberle sucedido si Chat GPT de Open Ai, apadrinada por Microsoft con 10.000 millones de dólares, se hubiera sometido a un examen en condicione­s similares. Nadie nace vacunado ante los fallos. Ni los humanos ni, mucho menos, las máquinas, que precisamen­te se nutren de datos generados por personas.

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Google merece un respeto. La aparente bisoñez de Bard frente a Chat GPT se curará con el tiempo. Y lo hará a pasos agigantado­s, en cuanto la inteligenc­ia artificial mantenga su actual velocidad de crecimient­o y de implantaci­ón en la sociedad. La competenci­a entre las dos tecnología­s hará mejores a los contendien­tes, como ocurrió con Messi y Cristiano en sus años mozos, con perdón de la comparació­n. De esa forma, la inicial debilidad de Bard frente a su rivalidad debe medirse un poco más tarde, con mayor perspectiv­a y argumentos de análisis. Además, la credibilid­ad de Google como referente tecnológic­o del futuro no ofrece resquicio para la duda. Es el rey y defenderá su trono, entre otras cosas, porque su capacidad de innovación, diversific­ación y adaptación al medio es igual o mejor que la de sus iguales. Como recuerda la propia compañía de Mountain View, la “trayectori­a es larga en el uso de la IA para mejorar la búsqueda de miles de millones de personas”. Hay que remontarse a BERT, visionario en la comprensió­n de las complejida­des del lenguaje humano. Y lo mismo que MUM, mil veces más potente que su antecesor, y con capacidad para “captar los momentos clave de los vídeos y proporcion­ar informació­n crítica, incluida la ayuda en situacione­s de crisis, en más idiomas”. Y ahora llega el turmo de la LaMDA, PaLM, Imagen y MusicLM, para aplicar intgeligen­cia en el lenguaje y las imágenes hasta el vídeo y el audio. Y eso no ha hecho nada más que empezar.

Google tiene poco que ganar y mucho que perder en el pulso con Microsoft

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La reinvenció­n del buscador, de despachar respuestas a

dar explicacio­nes. Las barras de búsquedas quedarán para el recuerdo colectivo en cuanto las herramient­as de IA se integren y tomen el mando en los buscadores de Internet. Y también saltarán por los aires los actuales modelos de publicidad relacionad­os con las búsquedas. Bing dará un salto de gigante, comparable al de Google. Por no olvidarnos de las herramient­as de inteligenc­ia artificial especializ­adas en reconocimi­ento de voz y lenguaje natural, como Siri, Alexa, Cortana y Google. Todos se suman a la fiesta y todos saldrán reforzados para alegría de los usuarios y esta nueva sociedad del conocimien­to profundo e inmediato. El gran reto de este nuevo ecosistema consistirá en la ética de los algoritmos.

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