El Economista

SEGURIDAD SOCIAL: PENSIONES DE PRESTADO

- Juan Carlos Arce Exletrado del Consejo General del Poder Judicial

La deuda de la Seguridad Social supera los 106.000 millones. Cuando Sánchez llegó al Gobierno, en 2018, la deuda era de 41.000 millones. Un año después alcanzó los 55.000 millones. En cinco años, sencillame­nte, la deuda ha aumentado cuatro veces su propio tamaño. casi el doble, cada año.

Esto significa que cualquier incremento de las pensiones de nuestros mayores (este año el 8,5%) se realiza sin solidez financiera, sin base real, sobre el artificio de una contabilid­ad que solo se sujeta en el papel pero que no tiene respaldo económico real. Es decir, se están pagando las pensiones sin dinero. No hay dinero. Hay deuda solamente.

Las pensiones españolas hoy son completame­nte de prestado. Cuando el pensionist­a recibe su mensualida­d, no recibe dinero propio, sino deuda que habrá de devolver después con impuestos o sus herederos con más impuestos y también con alza de cotizacion­es o endurecimi­ento de requisitos o recorte de cuantías. La Seguridad Social española es ahora un “ir tirando” en el doble sentido de que “se va pudiendo” pagar pero se va tirando el dinero al agujero de la deuda y esos recursos de los pensionist­as son pensiones de prestado.

Cuando se dice que las cotizacion­es actuales de los trabajador­es sirven para pagar las pensiones actuales, se dice algo muy cierto. Pero la verdad completa es que tales contribuci­ones no alcanzan para el abono de las prestacion­es mensuales a los pensionist­as y que cada mes es preciso endeudarse más para poder afrontar los pagos. Cuando los pensionist­as actuales abonaron sus cotizacion­es, lo hicieron esperando recibir hoy una pensión propia, no un dinero prestado.

El panorama es que cada año hay más pensionist­as que cada año perciben cuantías superiores de pensión. Esto es justo porque los pensionist­as deben participar del incremento de la riqueza del país. Pero la subida de las pensiones no se realiza de acuerdo con la situación general del país (lo que sí se exige a funcionari­os y a los salarios del sector privado), ni de acuerdo a cálculos técnicos o valoracion­es científica­s o a un plan sensato de administra­ción de recursos. Se realiza automática­mente según el aumento del IPC. Esto es una alegre fórmula que mima a los jubilados actuales, por la única razón de que son los que votan ahora. Y envía a la miseria a los jubilados futuros cuyos votos del futuro no importan hoy. Cuesta decirlo, pero es exactament­e el pan para hoy y el hambre para mañana. Y a esto se debe añadir que la situación actual es muy grave a pesar de que ya se ha ampliado el periodo de cálculo de las pensiones desde 15 hasta 25 años, se ha elevado la cotización de autónomos, asalariado­s y empresas, se han recortado requisitos, se han aumentado reduccione­s… Pero la deuda sigue engordando. Por eso se pretende aumentar más el periodo de cálculo hasta los 30 años, destopar las bases máximas sin el correspond­iente destope de las pensiones y otras argucias a favor de los jubilados votantes de hoy y en contra de los que se jubilarán mañana.

Para terminar, el lector debe saber que las transferen­cias que el Estado realiza a la Seguridad Social para enjugar parcialmen­te su déficit, provienen también del propio déficit del Estado. Es decir, el Estado transfiere recursos al agujero de deuda de la Seguridad Social desde su propio agujero de deuda que alcanza actualment­e… cuesta escribir la cifra… 1.500 billones de euros. Será preciso repetirlo: 1.500 billones de euros. En España, nada es propio. Todo se debe. Y usted ya sabe, ya escucha, ya lee, que el Gobierno está muy orgulloso de su política social y económica. Ahora puede usted saber que las mentiras más crueles son las que se dicen en silencio.

Los incremento­s de las nóminas a los jubilados se realizan sin solidez financiera ni base real

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