El Economista

Una noche antológica en

David García estrena el menú Gargantúa, nueve elaboracio­nes para armonizar con las joyas enológicas de Juan Manuel del Rey, quien cuenta con la bodega de jereces más importante el mundo.

- Por T. Ferrandis

Son las nueve de la noche y antes de ocupar nuestra mesa del único estrella Michelin en un tablao flamenco, es inevitable observar las fotos de la entrada del Corral de La Morería (corraldela­morería.com), que nos recuerda que por aquí han pasado Michael Douglas, Ron Wood y Nicole Kidman y ha acogido a Pastora Imperio, Antonio Gades y La Chunga desde su inauguraci­ón en 1956 por Manuel del Rey. Dicho esto, recuerden que la cultura se come, se bebe y se baila, ya que esta casa se sustenta bajo tres pilares: el flamenco, la maravillos­a cocina vasca de David García y los vinos antiquísim­os del Marco de Jerez hallados por Juan Manuel del Rey, de quien siempre se aprende escuchándo­le hablar de ellos con una pasión. Porque, tengan en cuenta, ha creado la bodega de jereces más importante del mundo, que dirige junto a Santi Carrillo. Ambos nos diseñaron una armonía formada por joyas enológicas, que sólo es posible catar en este espacio con capacidad para ocho comensales y decorado por unas preciosas fotos de la bailaora Blanca del Rey.

“Un fino súper elegante”

Origen se llama el nuevo espectácul­o del bailaor Eduardo Guerrero y Gargantúa es el nombre del menú (85 euros), compuesto por nueve elaboracio­nes redondas logradas gracias a un estudiado juego de texturas y sabores, algunos equilibrad­os y otros más intensos, de los que son responsabl­es unos caldos, fondos y jugos maravillos­os. Son recetas con una identidad, un por qué y un relato detrás alimentada­s por pocos ingredient­es, pero con los que el cocinero ha crecido. Es su forma de sentir la cocina y la suya tiene alma, tiene arte y no hay sitio para juegos artificial­es. Entre fogones no está solo, ya que se rodea de un equipo formado por 20 profesiona­les, mientras que otros 30 hacen que cada servicio sea atento y dinámico. Porque, si el gastronómi­co solo abre de jueves a sábado en un solo turno, en el restaurant­e del tablao es posible reservar todas las noches en dos horarios. Como primer bocado, el puerro con pil pil y salicornia, que degustamos con La

Inglesa Solera Fina, de una saca del Corral de La Morería. Williams & Humber Fino 2012, de la saca 09/19, para Juan Manuel es “un fino súper elegante con un punto de acidez cítrica poco habitual”. En definitiva, uno de los mejores finos que se ha elaborado en Jerez en los últimos años. De ahí su elección para acompañar la quisquilla de Motril con tomate, queso y piparras. Luis Pérez Fino La Barajuela 2016 es, añade, otro de los grandes vinos, que representa la vanguardia actual en el Marco de Jerez, con el enólogo Willy Pérez como artífice. Es decir, esta busca recuperar las elaboracio­nes de hace 150 años cuando se trataba de los vinos más caros del mundo. Y si el ejemplar tiene personalid­ad, el plato de David también: unas interesant­es patatas en salsa verde con cocochas de bacalao. Una preparació­n con cada elemento en su punto idóneo de cocción, que esconde detrás sus recuerdos de la niñez.

Antecedió a los tallarines de calamar con un toque picante y un sabrosísim­o caldo de chipirón, que quita el sentío. Es uno de los platos que mejor representa su cocina, de ahí que permanezca en el menú y lo probamos con Lorenzo Jiménez Fino Lójica, de La Rambla (Córdoba), de principios de los 50, que ha permanecid­o 70 en botella, de ahí su color: “Es muy especial y conserva frescura”. Juan Manuel nos propuso un juego con dos ejemplares de González Byass: el fino Tío Pepe, el más mítico y embotellad­o en los 80, y la manzanilla Fina Piedra,

elaborada en los 50. Ejemplares ambos muy especiales, que acompañaro­n al bogavante, consomé de alubia y café, que David ha ideado con la mente puesta en esos días en los que disfrutaba en el restaurant­e de su padre de una alubiada con los bogavantes traídos por sus amigos marineros.

Una lubina sedosa y una crema de gilda, plena de sabor, rinde homenaje al mítico aperitivo vasco, ahora en primera línea de toda barra que se precie, y a Rita Hayworth, quien también pasó por este templo del flamenco. Lo disfrutamo­s con una copa de Agustín Blázquez Carta Blanca Amontillad­o, de mitad de los 50, y con Pedro Domecq Amontillad­o, a catar al terminar el plato: “Son los dos mejores amontillad­os de la historia”, continúa. Con el pichón, tierno, jugoso y sabroso, conocimos la historia de Alvear Oloroso Asunción y del Palo Cortado Barbadillo Reliquia. Y con la leche crujiente en diferentes texturas y la emblemátic­a y siempre esponjosa intxaursal­sa culminamos una propuesta antológica con el moscatel más viejo del mundo, Toneles, de bodegas Valdespino, aún sobre la mesa.

Interesant­es patatas en salsa verde con cocochas de bacalao en su punto idóneo de cocción

 ?? ?? El único estrella Michelin dentro de un tablao flamenco. La cultura se come, se bebe y se baila.
El único estrella Michelin dentro de un tablao flamenco. La cultura se come, se bebe y se baila.
 ?? ?? Juan Manuel del Rey, con su bodega de jereces.
Juan Manuel del Rey, con su bodega de jereces.
 ?? ?? Puerros con pilpil y salicornia, del menú Gargantúa.
Puerros con pilpil y salicornia, del menú Gargantúa.
 ?? ?? Tallarines de calamar, toque picante y caldo de chipirón.
Tallarines de calamar, toque picante y caldo de chipirón.

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