La banca cobraba a las empresas un 0,3% hace un año y ya paga el 1,6%
Las retribuciones superiores llegan a compañías vinculadas con sus bancos
El cambio de la política monetaria para sofocar la inflación ha tenido una traslación directa a los depósitos de las empresas. La banca dejó de cobrar a sus clientes corporativos e institucionales en julio pasado después de tres años, justo cuando el Banco Central Europeo (BCE) retiró la tasa que repercutía a su vez a las entidades financieras por custodiar liquidez en su ventanilla. Se abrió un nuevo escenario donde las empresas pasaron de pagar un 0,320% promedio en su momento más gravoso a finales de 2020 por dejar en depósito sus puntas de circulante (o un 0,244% todavía en enero de 2022) a obtener un 1,602% de rentabilidad por el mismo ejercicio a finales de 2022, según las estadísticas del Banco de España.
Los datos globales y captados en las nuevas operaciones esconden, sin embargo, una muy rica dispersión de comportamientos y en el acceso real a las imposiciones remuneradas. La mayoría de entidades ofrecen algún tipo de retribución, pero de manera muy puntual a las compañías con las que tienen lazos comerciales establecidos por la suscripción de productos o servicios, como una prestación más dentro del pack si lo reclaman y sin que se haya abierto ningún tipo de competencia en el sector por atraer clientes corporativos o institucionales utilizando dicha opción como gancho. Tampoco es crítico para las empresas.
“La remuneración del pasivo no es una cuestión clave ni determinante en su relación con el banco, sino que lo que verdaderamente prima a la hora de mantenerse como cliente es la actividad transaccional y el servicio que le prestes”, explican fuentes financieras. Las empresas depositan, al final, su tesorería “en aquel banco con el que mantienen su actividad de cobros y pagos y toda su relación de negocios y de financiación. Y es por esto último por lo que eligen a una entidad o a otra”, resumen. Según diferentes entidades consultadas, muchos clientes prefieren además una ventaja en su financiación o deuda (por ejemplo, algunas administraciones públicas) o en otras prestaciones frente a recibir un retorno por su liquidez, si bien las fuentes consultadas reconocen que “algunas” empresas “exigen” sacar una rentabilidad a esos saldos. “Los que están apretando más son ayuntamientos grandes y diputaciones provinciales”, apuntan desde otra entidad.
Plazos cortos y dinero líquido
A diferencia del cliente particular, los fondos de las compañías no son por acumulación de ahorro sino por el circulante que mantienen para su actividad de cobros y pagos por lo que “quieren tener el dinero líquido y con riesgo cero”. En un banco refieren que estas necesidades provocan que “no acaben de sentirse cómodas” con alternativas como los fondos con rentabilidades garantizadas de gran aceptación entre los particulares porque, si realizan rescates antes del vencimiento, se exponen a sufrir pérdidas por la propia dinámica del mercado y los activos donde invierten. Muchas corporaciones y clientes del sector público (administraciones y empresas) tienen, además, prohibido por estatutos o reglamentación interna contratar esos vehículos, y es ahí donde mayor proyección tienen los depósitos remunerados. Pero, ni es el único recurso que se ofrece a las empresas, ni su uso es como antaño. “Casi todos los depósitos se contratan a plazos cortos, de semanas o uno o dos meses para las puntas de tesorería” para mantener la casi total disponibilidad del dinero, indican en una entidad.
“En algunos casos se está remunerando, pero también es verdad que son muchas las opciones que tienen a su disposición, y en ese sentido también hay muchas que optan por estas fórmulas de remuneración: letras del tesoro, renta fija, etc.”, añaden desde otro banco. Al final priman también las necesidades de mantener el dinero siempre a mano. Para cuantías que no urgen tanto, están aprovechando opciones como los fondos monetarios, “que en estos momentos tienen carteras de inversión que superan el 2% bruto y con un nivel de riesgo por duración muy bajo” o, en plazos superiores, fondos con carteras de renta fija a corto plazo, que “pueden moverse en el entorno de un 3% bruto si es deuda pública o el 4% en crédito sin un riesgo excesivo”, refieren desde otra entidad financiera.
“No todas las empresas quieren mantener esos saldos en cuenta. Las hay también que, en un entorno de alta inflación como el que tenemos, prefieren dedicar esos saldos a acaparar materias primas para el futuro, dado el crecimiento de los precios, como una opción mejor que la de la remuneración de dichos saldos”, desvelan en un banco.