Las siete firmas que mueven a Wall Street
El rendimiento en bolsa de Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Tesla, Meta y Nvidia explican en buena medida los malos resultados de Wall Street en 2022 y los riesgos para los inversores de una cartera indexada. Estos valores no solo están presentes en casi una decena de índices americanos, también se encuentran entre las diez compañías que más ponderan en el MSCI World
El año 2022 será recordado como el del gran declive para la tecnología en bolsa. La caída en Wall Street estuvo condicionada por un puñado de valores de este sector y ejemplificó la vieja máxima bursátil de que no hay que poner todos los huevos en la misma cesta. La alta concentración de los índices es un arma de doble filo para los inversores, como demuestra el hecho de que Estados Unidos haya firmado el mayor rally de la historia apoyado en siete empresas y que, posteriormente, éste se truncara por el frenazo de estos mismos valores en un contexto de alzas de tipos tras años de políticas monetarias ultraexpansivas que arrancó en marzo del año pasado.
“El mercado estadounidense ha aumentado su concentración en los últimos años, un riesgo que venimos señalando desde hace tiempo. Un pequeño número de empresas ha estado al mando de la evolución del mercado”, señala Duncan Lamont, CFA, responsable de análisis estratégico de Schroders.
El fenómeno no es nuevo ni exclusivo de la bolsa americana. Basta con mirar atrás en el tiempo y volver al periodo 1999-2005, cuando el grupo Telefónica movía entre el 40%50% del mercado español a través de la propia matriz, Telefónica Móviles, Terra o Telefónica Publicidad e Información (TPI), la filial que distribuía las Páginas Amarillas. O que a día de hoy la mitad del Ibex 35 esté concentrado fundamentalmente en siete bancos (30,7%) y ocho utilities (21,9%).
Según los datos de Refinitiv que recoge Schroders, las siete mayores firmas por capitalización en bolsa en Estados Unidos –Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Tesla, Meta y Nvidia– representan, en conjunto, el 25,5% del total del mercado americano. Y de acuerdo a los cálculos de la gestora, una cartera conformada por estas siete tecnológicas elaborada a comienzos del año pasado habría hecho perder a los inversores un 40% el pasado ejercicio frente a una configurada por el resto de valores estadounidenses, que habría encajado pérdidas de en torno al 14%.
Basta echar un vistazo a los índices en los que cotizan estas compañías para comprobar los peligros de la indexación cuando se producen correcciones como la del año pasado en los parqués (ver gráfico). En términos generales, estos valores no sólo están presentes en los grandes indicadores americanos –S&P 500, Nasdaq 100 y Nasdaq Composite– sino que también figuran en el Russell –donde cotizan las firmas más representativas de la economía de Estados Unidos– así como en las diferentes versiones growth y value de los selectivos anteriores, así como en sus respectivos indicadores sectoriales.
De hecho, el riesgo se extiende más allá del
S&P 500, Nasdaq Composite, Nasdaq 100 Russell 3000, Russell 1000, NYSE FANG+, Russell 1000 Growth, S&P 500 Growth, S&P 500 consumer discretionary
S&P 500, Nasdaq Composite, Nasdaq 100 Russell 3000, Russell 1000, NYSE FANG+, Russell 1000 Growth, S&P 500 Growth, S&P 100, S&P 500 consumer discretionary parqué de Nueva York si se tiene en cuenta que las cotizadas estadounidenses representan el 67,7% del MSCI World, con datos a 31 de enero, y que las firmas que más ponderan en este indicador de bolsa mundial tienen pasaporte americano. Junta a las tecnológicas ya citadas también figuran gigantes de la talla de Exxon Mobil, United Health Group y Johnson & Johnson.
La amenaza para la rentabilidad de una cartera indexada también quedó reflejada en el comportamiento de los fondos el año pasado. Según el ICI –el Inverco de Estados
S&P 500, Nasdaq Composite, Nasdaq 100 Russell 3000, Russell 1000, NYSE FANG+, Russell 1000 Growth, Russell 1000 Value, S6P 500 Value, S&P 500 communications services
Unidos, por sus siglas en inglés–, los ETF indexados de bolsa global internacional cerraron 2022 con un patrimonio un 12,4% inferior respecto al cierre de 2021, hasta los 1,10 billones de dólares.
“Es muy importante que los inversores comprendan la concentración de la exposición que están asumiendo, a menudo sin darse cuenta, al invertir en índices de mercado generales. Puede tratarse de valores, sectores, estilos o regiones. Lograr el equilibrio y la diversificación no es, lamentablemente, tan sencillo como invertir en una cartera de valores globales”, recuerda el experto de Schroders.
En este contexto, la última encuesta de Natixis IM a selectores profesionales de fondos refleja que el 71% de los participantes cree que “los mercados favorecerán la gestión activa en 2023, ya que el 54% prevé que la recesión revelará las principales carencias de las inversiones pasivas”, reza el informe. Asimismo, el 80% de los encuestados afirma que la gestión activa es necesaria para encontrar alfa durante una recesión, y el 72% cree que las inversiones activas superarán a las pasivas; un dato que se eleva a casi el 75% en EMEA. Además, el 54% de los selectores profesionales de fondos prevén que una recesión
S&P 500, Nasdaq Composite, Nasdaq 100 Russell 3000, Russell 1000, NYSE FANG+, Russell 1000 Growth; S&P 500 Growth, S&P 500 InfoTech
LAS SIETE GRANDES FIRMAS POR TAMAÑO EN BOLSA DE WALL STREET REPRESENTAN EL 25,5% DE LA BOLSA AMERICANA
SEGÚN NATIXIS, EL 71% DE LOS ENCUESTADOS CREE QUE LOS MERCADOS FAVORECERÁN LA GESTIÓN ACTIVA EN 2023
elEconomista
revelará las principales carencias de las inversiones pasivas, y a más de la mitad (67%) les preocupa que “los grandes flujos de entrada y salida de inversiones pasivas exacerben los ya elevados niveles de volatilidad del mercado”, añade.
Los fundamentales del sector, intactos
Ahora bien, ¿hay que alejarse de la tecnología? El sector ha empezado con buen pie el ejercicio, con Tesla, Nvidia y Meta anotándose alzas de más del 40% desde el 1 de enero, y el Nasdaq duplicando la rentabilidad del S&P 500, si bien el sector aún está lejos de borrar las pérdidas acumuladas en el ejercicio anterior. En opinión de Álvaro Antón Luna, country head de abrdn para Iberia, “es posible que los inversores sigan obteniendo un mejor crecimiento de la tecnología que de muchas otras áreas del mercado y, a largo plazo, los vientos de cola estructurales permanecen intactos”.
Con todo, hay que tener en cuenta que las valoraciones de este tipo de valores se sustentan en la estimación de beneficios futuros y que el consenso de Bloomberg descuenta que la Fed elevará nuevamente los tipos de interés 0,25 puntos más hasta el 5% en la próxima reunión a finales de marzo.
desarrollado, que sean más los tipos de interés, y del emergente las primas de riesgo.
España está entre las principales posiciones.
Ha sido favorecida por la menor dependencia del gas ruso. Su tendencia [en emisiones] ha sido decididamente a la baja. El problema en el país es de reforestación: en 2002 se fijaron unas metas que no se han cumplido [...], en parte por la sequía, en parte debido a las políticas, que son más difíciles de manejar que las emisiones. Pero sigue una tendencia de aumento de la generación renovable. Y todo esto es creíble porque hay una buena financiación, un buen compromiso político.
Para estar en esta cartera, ¿se tiene en cuenta que un país sea emisor de bonos verdes?
El problema es que la expresión bono verde significa muchas cosas. El porcentaje del bono que pueda ser destinado a reducciones de CO2, a renovables... varía mucho entre emisores. Hay un problema de regulación. La UE está trabajando para definir cuál es el nivel de inversión que puede llevar a un bono a ser llamado verde, y para acotar cuál es el porcentaje de las actividades del emisor que deben dedicarse a la reducción de CO2 para poder recibir esa denominación. Por ahora, los porcentajes varían muchísimo. Hay grandes emisoras de CO2 que emiten bonos verdes [...]. Nosotros no queremos caer en la trampa de pensar que porque es verde es bueno.
Es decir, que hay mucho bono verde que no es verde.
Así es, y no existe aún la gobernanza para vigilar que esas inversiones se hagan efectivas.
¿Por qué no acaba de llegar el esperado estándar de bono verde europeo?
Es que es una patata caliente, porque políticamente también tiene impactos. [La creación de ese estándar] implica que un país le diga a otro que no está haciendo lo suficiente. Si das prioridad a un estándar, en este caso el verde, estás influyendo en la política doméstica de cada país. Y es ahí donde se volvió una cuestión política complicada. Por eso tampoco existe una taxonomía verde soberana. La taxonomía verde europea es para compañías, no para gobiernos.
¿Está invertido en el bono verde de España?
Sí, porque España hizo una muy clara segregación del destino de los fondos de esa emisión, a energías renovables en particular. Este país ha ganado mucho en transparencia y claridad en estas emisiones.
Están infraponderados en EEUU.
Sí, es decir, un índice normal de deuda soberana tendría alrededor de 20% de deuda de Estados Unidos. Nosotros tenemos una ponderación ligeramente negativa, porque la evolución de las emisiones continúa al alza.
¿Están concienciados los gobiernos de la necesidad de hacer esta transición verde?
La concienciación de gobiernos e inversores está aumentando. Y el balance de poder se está reequilibrando. Si yo, hace cinco años, hubiera ido a decirle a un gobierno: “Soy inversor en tu deuda y, por ende, tienes que poner atención en tus políticas medioambientales”, se hubiera muerto de la risa. Ahora hay alianzas de inversores que mantienen conversaciones muy constructivas con ellos.