La tesis del Gobierno sobre el beneficio extraordinario por los tipos hace aguas
Las fuertes volatilidades vividas esta semana amenazan con erosionar los márgenes de la banca y deteriorar los beneficios generados por los tipos de interés que el Gobierno invocó, bajo la definición de extraordinarios, para imponer al sector el impuestazo. Paradójicamente, ha sido el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal estadounidense (Fed) la mecha que incendió el problema de gestión que escondía Silicon Valley Bank (BVB) y cuyo desmoronamiento prendió el histerismo que se ha propagado a los mercados financieros en todo el mundo –el banco afloró un quebranto al vender a pérdidas la cartera en renta fija para atender las crecientes salidas de depósitos de clientes–.
La situación de SVB no es extrapolable en absoluto. Es una entidad de nicho, el banquero de las compañías tecnológicas; se encuentra recluida en un territorio (California) y con un modelo de negocio muy peculiar: más del 90% de sus clientes tenían depósitos muy superiores al importe máximo cubierto por los fondos de garantía y había invertido más del 60% de ese ahorro en bonos y deuda, cuya rentabilidad cae al subir los tipos. La banca española, por traerlo al terreno, tiene hasta el 70% de los depósitos de clientes dentro del umbral protegido, lo que diluye el riesgo a esas fugas por histerismo del ahorro, y la inversión en renta fija compromete menos del 13% del activo porque el 60%-70% se encuentra concedido en créditos a clientes.
Sin embargo, el problema del SVB y la sacudida de los mercados cuestionan la tesis troncal de que una subida de tipos será positiva siempre para la banca, sobre todo, cuando llega de forma tan agresiva y rápida como la que está aplicando la Fed y el Banco Central Europeo (BCE) para meter en cintura la inflación, provocando un freno en la economía.
El riesgo tipo de interés es una realidad para el sector bancario a un lado y otro del Atlántico. Es cierto que, de manera automática, inyecta ingresos en el margen de intermediación o financiero, lo que alentaba el optimismo inicial sobre sus resultados, pero amenaza con provocar tensiones en los balances y comprometer las cuentas por un aumento de la morosidad que obligue a acopiar provisiones. Hay convicción, de hecho, de que aflorarán los impagos entre clientes, particulares y empresas, con presupuestos al límite por la subida de precios en la cesta de la compra y en los servicios básicos y por el aumento en sus costes de financiación, aunque la morosidad continúa a fecha actual a la baja.
A ese escenario se suma ahora además el encarecimiento de la financiación a la propia banca a raíz, sobre todo, del singular rescate ideado por Suiza para sacar del problema a Credit Suisse reduciendo a cero su deuda contingente AT1. Ha disparado los costes de emisión y, si la banca procura paliar dicho encarecimiento vía ahorro minorista, llegarán las ansiadas remuneraciones en depósitos para el cliente, pero con el riesgo de activar una guerra en el pasivo que también reste margen.
La banca y los supervisores rechazaron que los tipos traigan beneficios extraordinarios cuando el Gobierno los esgrimió para exigir al sector que “arrimase el hombro” con el nuevo tributo. Rebatieron la tesis con el argumento de que el retorno a los tipos positivos era una normalización de un escenario que se rompió con la anómala situación de tipos negativos vivida en los últimos años. El tributo está en vigor y prevé recaudar 3.000 millones de euros en dos años con cargo a la banca. Ahora mismo los analistas no han variado sus proyecciones, bien porque el deterioro no se ha presentado o porque es prematuro adivinar el impacto. Sin embargo, la realidad es que no ganarán tanto como se proyectaba simplemente porque son inferiores las expectativas de subidas de tipos frente a las existentes cuando arrancó la tasa. No cambiará su formulación, pero la banca señala con más énfasis el “error” de crear un “anómalo” tributo ligado a los ingresos y no al beneficio como alentó el BCE, ya que los primeros pueden crecer hasta en negocios ruinosos.