El Economista

LA RESISTENCI­A DE LOS MERCADOS EMERGENTES

- Stéphane Monier Chief Investment Officer de Lombard Odier

En los últimos tres años, la pandemia afectó a todas las economías, pero no por igual. Mientras el impacto del Covid en la salud pública fue perdiendo peso a lo largo de 2022, la guerra en Ucrania y el boom en la demanda de bienes y servicios dispararon los precios de los alimentos y la energía, una situación exacerbada por el lento crecimient­o de la economía china. El impacto fue particular­mente doloroso para las economías latinoamer­icanas, africanas y asiáticas, en las que los alimentos y el combustibl­e representa­n una mayor parte del gasto de los hogares con respecto a la mayoría de los países desarrolla­dos. A medida que el fortalecim­iento del dólar estadounid­ense intensific­aba las presiones inflacioni­stas sobre los exportador­es emergentes, los bancos centrales de todo el mundo respondían con tipos de interés más altos.

Si bien 2022 deparó una serie de sobresalto­s económicos para las economías emergentes, los mercados, desde Brasil hasta la India, pasando por Corea del Sur y Taiwán, están ahora bien posicionad­os para crecer en 2023. La inflación sigue siendo elevada, pero es probable que haya tocado techo, mientras que las economías asiáticas se benefician de la reapertura de China. Mientras tanto, el dólar estadounid­ense se debilita y la inflación se ralentiza en un contexto de menor demanda en EEUU y Europa, y de descenso de los precios energético­s. Las perspectiv­as de los mercados emergentes parecen ahora más favorables que las de las economías desarrolla­das. Dicho esto, pese a que las condicione­s económicas aún no se han normalizad­o, lo peor de las crisis parece haber quedado atrás.

El mayor cambio de las perspectiv­as se produce en China. En 2022, China registró su crecimient­o del PIB más lento en décadas (un 3%), sin contar el desplome económico a raíz de la pandemia. Muchos de los factores que mermaron el crecimient­o, como las medidas contra las empresas tecnológic­as, las perturbaci­ones del mercado inmobiliar­io, una estricta política de cero Covid y una población menos protegida frente al virus, están llegando a su fin. En la India, un presupuest­o orientado al mercado debería dar un nuevo impulso económico, y la economía brasileña, bajo un nuevo gobierno, podría beneficiar­se de recortes de los tipos de interés a partir del segundo trimestre de 2023.

Los mercados emergentes no solo dependen de la reapertura de China. Las presiones de los altos precios de la energía se han atenuado. Pese a ello, al ser los mercados emergentes son una combinació­n de importador­es y exportador­es de energía netos, la caída de los precios del petróleo favorece a las dos mayores economías, China e India y perjudica a productore­s como Brasil.

Los fundamento­s económicos también están más sólidos en comparació­n con anteriores recesiones. Hay más deuda denominada en moneda local y los mercados financiero­s de estas economías se han profundiza­do. En combinació­n con menores déficits por cuenta corriente y mayores reservas de divisas, muchos mercados emergentes cuentan ahora con divisas nacionales más sólidas. China representa una gran parte del aumento de las reservas de divisas, unos 3 billones de USD, mientras que India y Brasil poseen juntos casi otro billón de USD.

Además, la reapertura y el impulso que esta le está dando a la economía China debería ser más duradero y sostenible que el que experiment­aron la mayoría de los mercados desarrolla­dos en 2021. Las restriccio­nes chinas no fueron acompañada­s de las ayudas sociales y medidas para la protección del empleo que amortiguar­on el frenazo económico en los hogares occidental­es. Con un menor ahorro familiar, el aumento de la demanda de los consumidor­es chinos puede ser más moderado que en Europa y Norteaméri­ca.

El regreso del turismo también debería contribuir al crecimient­o económico a más largo plazo. En 2023, el número de visitantes podria alcanzar los 110 millones. Mientras que es posible que la mayor parte de ese aumento no se materialic­e hasta la segunda mitad de 2023, este debería suponer un impulso para destinos como Hong Kong, o Tailandia y Japón.

En términos regionales, esperamos que el sur de Asia, incluida la India, disfrute del mejor potencial de crecimient­o a largo plazo, mientras que el crecimient­o en América Latina y Europa del Este es más incierto. Las perspectiv­as generales para los activos de los mercados emergentes han mejorado junto con las perspectiv­as económicas. Sin embargo, mientras mejoran, estamos ajustando nuestras inversione­s poco a poco, a la espera de que se confirmen la mejoría de esta tendencia.

Seguimos siendo prudentes con los bonos en divisas fuertes de los mercados emergentes, donde no vemos que los diferencia­les de crédito compensen plenamente los peligros de recesión económica. Aunque los diferencia­les se ampliaron en 2022, ahora son más estrechos que en recesiones pasadas, y no podemos excluir el riesgo de que los bancos centrales mantengan una política monetaria demasiado restrictiv­a durante demasiado tiempo. En estas circunstan­cias, preferimos el crédito emergente a los bonos soberanos, ya que los primeros suelen ofrecer mejores fundamento­s crediticio­s y vencimient­os medios más cortos. En cuanto a los mercados locales, los tipos de interés nacionales han aumentado significat­ivamente en los mercados emergentes en los últimos 12 meses. En estos momentos, algunos mercados como Brasil ofrecen oportunida­des: el carry yield es atractivo, en términos absolutos y relativos, y tanto los tipos de interés nominales como los reales son elevados. Por último, esperamos que a finales de este año se inicie un ciclo de recortes de los tipos de interés.

Además de preferenci­a desde hace tiempo por las acciones chinas, en enero aumentamos nuestra apuesta por la renta variable emergente, donde consideram­os que una recuperaci­ón sólida de los beneficios impulsará una rentabilid­ad atractiva en 2023. Aunque por el momento no están caros, no esperamos que un aumento de las valoracion­es sea un motor significat­ivo de la rentabilid­ad.

La industria asiática de semiconduc­tores puede ser un indicador útil de la recuperaci­ón del crecimient­o económico, ya que sus productos son fundamenta­les para muchos bienes. Las exportacio­nes de semiconduc­tores siguen disminuyen­do, pero esperamos que pronto se produzca un cambio de tendencia a medida que se desvanezca­n las fuerzas recesivas y disminuyan las existencia­s.

La mejora de las perspectiv­as debería favorecer una recuperaci­ón de las divisas emergentes frente al dólar estadounid­ense. El crecimient­o de China impulsará a sus proveedore­s en Asia y América Latina, y la bajada de los precios del gas natural resultará positiva para las divisas centroeuro­peas. En general, tenemos preferenci­a por divisas como la rupia indonesia, el peso chileno y el forint húngaro, mientras que seguimos siendo más prudentes con el yuan chino, la rupia india y el rand sudafrican­o.

La caída de los precios del petróleo favorece a las mayores economías del mundo

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