IDENTIDAD Y POLÍTICA
Los tradicionales conflictos sociales (obreros versus patronos) hoy se han visto sustituidos por conflictos de identidad: raza, género, tendencia sexual, uso lingüístico, clima, trato animal, nacionalismo… Todo ello ha horadado a los partidos y al Estado en los últimos tiempos. Fueron algunas personas de mi edad las introductoras de esa nueva estupidez y, según algunos autores, desde Europa saltaron estas ideas a las universidades norteamericanas y allí se convirtieron en plaga. Desde allí volvieron a Europa como lo que son: una plaga que ha inundado los medios y, sobre todo, las redes sociales, creando además de facto una renovada censura.
Aquí las identidades clásicas de antaño se han desplazado a las identidades singulares que hoy nos amenazan. En palabras de Félix
Azúa considera que los jóvenes son indiferentes e incluso contrarios a estos poderes identitarios
de Azúa, “uno ya no es español sino mujer, transexual, separatista o animalista”.
Parece evidente que una verdadera identidad europea serviría para derrotar a estas identidades insoportables y volver a la internacionalidad. Azúa considera que los jóvenes son indiferentes e incluso contrarios a estos poderes identitarios. Ojalá.
El optimismo de Félix de Azúa se refleja en las siguientes palabras:
“Lo que es seguro es que la gran banalidad del poder identitario tiene sus días contados. Por su propia naturaleza, desprovisto de todo juicio racional, sin proyecto alguno común, agente de una pura desintegración social, lo identitario se devora a sí mismo. ¿Qué lo sustituirá? Esa es la incógnita que los políticos sensatos deben de irse preparando para adivinar. El horizonte siempre está más cerca de lo que ven nuestros ojos”.
Sea como sea, debemos apoyar y apoyarnos en autores y “políticos sensatos” que vienen dando la cara contra esta turbamulta identitaria. Dos ejemplos son los que suministra Fernando Savater:
“Lo que exponen los nueve distinguidos pensadores sociales que colaboran en España: democracia menguante (editado por el Colegio Libre de Eméritos) merece la pena discutirse largamente, no como las encuestas de Tezanos o los editoriales de los periódicos gubernamentales. Su diagnóstico sobre la deriva a la baja de nuestro país nos propone reflexiones que sería cívicamente suicida desdeñar. Y lo mismo puede decirse, incluso con mayor énfasis, del sugestivo diálogo que a lo largo de más de 400 sabrosas páginas mantiene el periodista Julio Valdeón con el profesor Félix Ovejero, uno de los más destacados filósofos de la política en la actualidad (La razón en marcha, ed. Alianza). Se trata de una rara avis, un pensador indudablemente de izquierdas, formado en la escuela de Sacristán, con lecturas amplísimas y además catalán, pero adversario feroz y razonado del nacionalismo, así como de la idolatría de las identidades”.
Traté en Barcelona a Félix Ovejero en los albores de lo que luego sería Ciudadanos (Albert Rivera me arrastraba siempre hacia Cataluña y yo me dejaba llevar muy a gusto) y recuerdo una cena con Ovejero a mi lado, yo escuchando con atención. De aquella boca solo salieron inteligentes palabras que explicaban con un toque de humor lo que estaba ocurriendo en Cataluña, y predijo lo que luego ocurrió: el procés y sus derivados golpistas. Sus críticas rigurosas y acertadas al separatismo no le han traído a Ovejero sino rompederos de cabeza, incluida la persecución contra su persona en el ámbito académico, dentro del cual allí, en Cataluña, solo te dejan vivir si eres separatista o te callas.