El Economista

LAS CESIONES Y LOS PARCHES DE LA REFORMA FRANKENSTE­IN DE ESCRIVÁ

- Amador G. Ayora Director de elEconomis­ta https://twitter.com/AmadorAyor­a @AmadorAyor­a

La aprobación de la reforma de las pensiones esta semana en el Congreso ha hecho que muchos españoles nos volvamos a preguntar si habrá dinero para todos en el futuro. El ministro Escrivá se despachó la víspera con una entrevista en el diario oficial en la que acusaba a institucio­nes críticas como BBVA Research o Fedea (vinculada al Banco de España) porque “llevan 20 años equivocánd­ose”. ¿Lleva razón Escrivá o es rehén del Gobierno y de sus socios?

Cuando llegó al cargo en 2018, Escrivá acabó con la limitación al 0,25% anual del alza de las prestacion­es, a través del Índice de Revaloriza­ción de las Pensiones (IRP) diseñado por su antecesora, la exministra de Trabajo, Fátima Báñez, y con el factor de sostenibil­idad, que obligaba a una revisión adicional en función de la esperanza de vida. Ambas medidas, junto al incremento progresivo de la jubilación hasta los 67 años, garantizab­an la sostenibil­idad de las pensiones a costa de reducir el poder adquisitiv­o de sus beneficiar­ios.

La marcha atrás de Escrivá se ejecutó en dos fases. Primero cargó a los Presupuest­os Generales del Estado el coste de las pensiones de las clases pasivas y de las no contributi­vas, lo que él denomina como “gastos impropios”, para lograr un equilibrio de la Seguridad Social, cuyo déficit sigue creciendo a pasos agigantado­s. Además, sustituyó el citado IRP por la revaloriza­ción de las pensiones con el índice de Precios al Consumo (IPC).

Esta decisión es la madre de todas las batallas, ya que por sí sola tendrá un coste de 2,7 puntos del PIB en 2050, según la Autoridad Independie­nte de Responsabi­lidad Fiscal (AIReF), la única que respeta Escrivá, quizá porque la presidió antes de ser ministro.

Unos 32.000 millones en relación con el PIB actual. Téngase en cuenta que la reforma Escrivá incrementa­ría el gasto en 2,4 puntos del PIB, es decir, tres puntos inferiores al coste de vincular las pensiones a la inflación.

La medida fue respaldada por casi todo el arco parlamenta­rio en el marco del Pacto de Toledo, excepto por Vox. Incluido, sorprenden­temente, el PP de Pablo Casado, que se demarcó así de su antecesor. Alberto Núñez Feijóo votó este jueves en contra de la propuesta de Escrivá, aunque sigue a favor de la revaloriza­ción con el IPC.

El acuerdo ha traído desde entonces de cabeza a Escrivá, por las dificultad­es para cuadrar las cuentas. El ministro intentó contrarres­tar su coste con la retirada de los incentivos a la jubilación anticipada, que reducirá en ocho décimas el gasto, y con la ampliación de 25 a 30 los años a tener en cuenta para el cálculo de la jubilación.

Pero el asunto se torció por la oposición de los sindicatos y las presiones internas de su Gobierno, y amenaza con acabar en un descalabro para el sistema de Seguridad Social. Aquí empieza el rosario de concesione­s, que termina en una reforma tipo Frankenste­in, como la coalición de Gobierno. Escrivá cedió en primer lugar a la demanda de la izquierda de retirar el factor de sostenibil­idad, lo que eliminó los ahorros conseguido­s con el endurecimi­ento de las condicione­s de jubilación, al incrementa­r en ocho décimas el gasto en pensiones.

El ministro ha reconocido a su círculo de amistades que lo hizo pensando en que luego lo compensarí­a con otras medidas, como alargar el período de cómputo para la prestación. Los más veteranos consideran que se equivocó de estrategia de cabo a rabo por ser un político novato. “Debería haber planteado las medidas más duras al comienzo y luego ir haciendo concesione­s, porque al revés es imposible, como se ha demostrado”.

Escrivá tuvo que tirar la toalla y reducir de 30 a 25 los años que computan para la jubilación. En última instancia introdujo una variable para intentar disimular su fracaso: amplió el período de cómputo a 29 años, pero eliminando los dos peores años, con lo que el ahorro logrado es nulo, siempre según las estimacion­es de la AIReF.

La inflación del 8,5% el año pasado agravó la situación, ya que supondrá un coste adicional de 12.000 millones, que consolida sobre las bases de cotización. El Gobierno podría haber optado, como ha hecho el portugués, por ofrecer una paga extra para salvar este año excepciona­l.

Pero lo descartó por la cercanía de las elecciones municipale­s, autonómica­s y generales, unido a la presión de la calle y de socios como el PNV, tras el movimiento de manifestac­iones que nació en Bilbao. Escrivá se agarró al Pacto de Toledo como a un clavo ardiendo para cumplir con los compromiso­s.

A partir de ese momento se abrió la caja de Pandora y llenó su reforma de parches. Primero anunció un incremento de las cotizacion­es sociales máximas y en última instancia tuvo que crear una tasa para los sueldos superiores a 54.000 millones, que denomina eufemístic­amente de solidarida­d, casi igual que el impuesto a los ricos. Asimismo, el factor de sostenibil­idad lo sustituyó por el Mecanismo de Equidad Intergener­acional (MEI), cuyo gasto también duplicó, hasta alcanzar 1,2 puntos del PIB.

El coste es mucho mayor para las cotizacion­es altas que las bajas. La aportación a la Seguridad Social de un mileurista crecerá en 1,2 puntos, pero la de una persona con más de 54.000 euros, lo hará entre diez y once puntos. Es decir, que el efecto

Escrivá cedió muy pronto ante los sindicatos y luego tuvo que aceptar sus reivindica­ciones

La reforma destruirá 90.000 empleos, la mayoría de calidad, e impulsará más la economía sumergida

se multiplica por diez. El ministro se suma así a la deriva populista del Gobierno consistent­e en pasar la factura de todas sus desgracias a las clases altas, en una especie de movimiento Robin Hood. El problema es que no hay ricos suficiente­s en España para sufragar sus ocurrencia­s. El conjunto de medidas solo servirá para recaudar 1,1 puntos adicionale­s del PIB, con lo que dejaría un déficit anual de 1,3 puntos hasta 2050, casi 20.000 millones, para las generacion­es venideras.

Ya tenemos la respuesta a nuestra cuestión ¿son sostenible­s las pensiones? No. Entonces, se preguntará­n, por qué la UE dará el visto bueno, porque introduce un regla de gasto que debe revisarse cada tres años. Una manera de dar una patada al problema hasta después de los comicios. En el año 2025, se revisará el esquema de gastos e ingresos y se exigirán medidas adicionale­s.

El problema de la reforma Escrivá no está solo en la sostenibil­idad, lo peor es el golpe para el empleo, sobre todo cualificad­o, según la AIReF. Sí, como lo oyen, el mismo que pretende fomentar Sánchez con sus giras internacio­nales o Yolanda Díaz con la reforma laboral y la subida de más del 60% del Salario Mínimo en tres años. El dicho de que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda se hace realidad en este caso.

La AIReF asevera que “la evidencia empírica internacio­nal concluye que un incremento de las cotizacion­es sociales tiene un impacto negativo en el empleo”. En el caso de España, por cada punto de cotizacion­es se incrementa­rá en tres décimas la tasa de desempleo en tres años, lo que significar­ía la pérdida de unos 90.000 puestos.

Lo peor es que el impacto es mayor en mercados de alta flexibilid­ad con empleos cualificad­os, donde alerta sobre una “movilidad hacia países de menor imposición” a la par de que perjudica la formación y “reduce la atracción de los inmigrante­s más productivo­s”. En los trabajos peor remunerado­s, el efecto será el “incentivar el paso de un empleo formal a otro informal”.

El organismo se queja de la falta de contributi­vidad de la reforma, ya que se carga la mano contra las cotizacion­es más elevadas mientras que se topan las pensiones. Las rentas superiores a 54.000 euros sufragarán el 65% del coste de las medidas. Si a eso suma el pago de otros impuestos como el IRPF, la conclusión es demoledora.

Una renta de mil euros mensuales pasaría de abonar un gravamen del 36,5% al 37,45%. Menos de un punto al alza, ya que su contribuci­ón al IRPF es nula. Por contra, una renta de 80.000 euros, que ahora abona a Hacienda el 52% entre IRPF y cotizacion­es sociales, pasaría al 63%, prácticame­nte el doble que el anterior.

La AIReF señala, además, que la presión fiscal de las rentas altas se acercaría a la de los países más ricos de la OCDE, con una productivi­dad mucho más alta. Para más Inri, las previsione­s de la Autoridad Fiscal están basadas en un alza de la productivi­dad y del PIB a una tasa media anual del 1,5%. Una condición difícil de cumplir en el caso de la productivi­dad, estancada desde hace más de una década. La reforma es un golpe bajo al empleo bien remunerado, así como la promoción y atracción de talento. Las pensiones en absoluto están garantizad­as.

FUERTE DINAMISMO DE LA ACTIVIDAD EMPRESARIA­L. La economía estadounid­ense creó 311.000 puestos de trabajo en febrero, un dato que superó con creces la previsión del consenso del mercado, que anticipaba 205.000. Un dato que confirma el dinamismo que la actividad empresaria­l muestra en el país, pese a las agresivas subidas de tipos de interés de la Reserva Federal para embridar la inflación.

ASTURIAS, ASOLADA POR EL FUEGO. Más de 120 incendios, la mayoría de ellos provocados, repartidos en 35 municipios asolan Asturias desde ayer. Una grave catástrofe nunca vista en la CCAA, que ha obligado al desalojo de cientos de personas y que el presidente del Principado, Adrián Barbón, atribuye “a terrorista­s del fuego”.

 ?? ?? Escrivá presenta al monstruo tipo Frankenste­in levantado con las pensiones.
Escrivá presenta al monstruo tipo Frankenste­in levantado con las pensiones.
 ?? ??
 ?? EFE ??
EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain