El Economista

HACER ‘LO QUE SEA NECESARIO’ PARA SALVAR A LOS BANCOS

- María Demertzis

La quiebra a principios de marzo del Silicon Valley Bank (SVB) en Estados Unidos y la venta del Credit Suisse a UBS en Suiza son recordator­ios de una época de problemas financiero­s que preferiría­mos no volver a visitar.

Hace poco más de 10 años, y en plena crisis financiera mundial, la declaració­n del entonces presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi, el 26 de julio de 2012, de que “...dentro de nuestro mandato, el

BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente”. En aquella ocasión, cuando la crisis bancaria amenazaba la integridad de la zona del euro, solo el compromiso de hacer algo resultó suficiente para calmar a los mercados, no solo locales, sino mundiales.

Sin embargo, uno puede prometer hacer “lo que haga falta” y luego salirse con la suya sin tener que hacerlo más que una vez. La próxima vez que surja la necesidad, hay que seguir adelante. Cualquiera que sea la acción que se emprenda, tendrá que ser necesariam­ente grande, probableme­nte sin precedente­s y probableme­nte creará muchos problemas. Esto es exactament­e lo que ocurrió a raíz de SVB y Credit Suisse. Enfrentado­s de nuevo a las turbulenci­as en los mercados financiero­s, la respuesta de los responsabl­es políticos era errar por el lado de hacer demasiado.

Tanto en Estados Unidos como en Suiza, los reguladore­s se preocuparo­n por los efectos que los problemas de un banco podrían tener en todo el sistema. Optaron por estirar, si no doblar, las reglas en un esfuerzo por hacer lo que fuera necesario para estabiliza­r el sistema. Aunque legalmente estaban en su derecho, las medidas adoptadas fueron inesperada­s y posiblemen­te tendrán efectos duraderos.

En el caso de SVB, el problema eran los depósitos. El sistema de garantía de depósitos que se diseñó tras la crisis financiera sólo cubría los primeros 250.000 dólares de cada cuenta. Pero como la mayoría de los clientes del banco lo utilizaban para la gestión diaria de su tesorería, como el pago de salarios, la aplicación de este plan habría aniquilado la tesorería de muchas empresas, que no habrían podido pagar a su personal. El efecto dominó no estaba claro y no era algo que los responsabl­es políticos estuvieran dispuestos a contemplar. El recuerdo de que un pequeño segmento de un mercado nacional, el de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos, iniciara una crisis financiera, sigue muy vivo en su memoria. No dispuestos a asumir ese riesgo, garantizar­on todos los depósitos, no solo los primeros 250.000 dólares.

Ahora la pregunta es: ¿qué pasará después? ¿Están ahora todos los depósitos bancarios garantizad­os en todas partes y todo el tiempo? ¿Quién paga estas garantías? ¿Siguen siendo suficiente­s los fondos que los bancos reservan para estos casos? ¿Va a ser de nuevo el contribuye­nte quien asuma la carga? La medida de garantizar todos los depósitos cambia potencialm­ente la faz de la banca minorista. ¿Es esto lo que querían conseguir los responsabl­es políticos?

Los retos a los que se enfrentaba Credit Suisse pocos días después de la quiebra de SVB eran diferentes, pero al apartarse de las normas, la respuesta de los responsabl­es políticos fue similar.

Ante la necesidad de reducir el valor de los activos para que Credit Suisse fuera comprado por UBS, las autoridade­s se saltaron el orden en que se hace para los distintos tipos de activos. Por lo general, primero se liquidan las participac­iones de los accionista­s, antes que las de otros titulares de activos. Pero las autoridade­s suizas optaron por preservar algo de valor para los accionista­s y eliminar por completo el valor de los titulares de bonos AT1.

Los tenedores de bonos AT1 de Credit Suisse se horrorizar­on y acudirán a los tribunales. Pero

Cualquiera que sea la acción que se emprenda, tendrá que tener una importanci­a grande

Ya no hay mercados locales, solamente quedan intereses locales en el sector bancario

las ramificaci­ones de este cambio en la forma de diluir el valor en situacione­s de crisis van más allá de Suiza. A los tenedores de bonos AT1 de todo el mundo les preocupa ser ahora los primeros en la línea de fuego en cualquier situación en la que haya que reducir el valor, aunque los contratos que firmaron originalme­nte eran diferentes. Las autoridade­s financiera­s de la Unión Europea se apresuraro­n a asegurar que algo así no ocurriría en su jurisdicci­ón. Pero, ¿cómo podrían ser creíbles argumentan­do esto, cuando en el espacio de unos pocos días, ha habido dos ejemplos de autoridade­s que han optado por hacer “lo que sea necesario” para proteger sus mercados locales?

Ya no hay mercados locales, solo intereses locales. Sobre todo en el sector bancario, tan conectado a escala mundial y en el que la informació­n viaja instantáne­amente, los problemas de una zona son los problemas de todos. A medida que las crisis se acumulan, las armas para combatirla­s se hacen cada vez más grandes. Sin duda, una vez que se asiente el polvo, las normas se ajustarán para ampliar el conjunto de contingenc­ias que abordan. Pero, ¿es este realmente el problema? Tal vez no sean las normas las que necesiten un replanteam­iento esta vez, sino el sistema, que está poniendo a prueba sus límites.

Por otra parte, el sistema parece converger en una regla: haremos lo que haga falta.

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