El Economista

¿QUIÉN SUPERVISA AL SUPERVISOR?

- Gonzalo Postigo

Las convulsas noticias del sector financiero, tanto mundial como europeo, nos despiertan cada mañana con un nuevo sobresalto desde que se anunciase la intervenci­ón del Credit Suisse y posterior compra por UBS en Europa y el rescate del SVB y otro en EEUU.

En medio de esta tempestad mediática, los mercados nos han enviado un mensaje: el pasado miércoles 15 de marzo se suspendió la cotización de Societé Générale (un banco francés) cuando perdía un 10% y también de los italianos Monte dei Paschi (con una participac­ión del 64% del Estado italiano) y Unicredit.

A la vista de todo esto, me hace pensar que, poco que se aprendió de la anterior crisis financiera, porque, aunque se hayan tomado algunas medidas y legislado en lo que a supervisió­n se refiere, BCE, BdE, MUS (mecanismo único de supervisió­n), el sistema todavía adolece de algunas imprescind­ibles para mí. Tuve la suerte de haber participad­o en la Comisión de Investigac­ión de la Crisis Financiera de España y el Programa de Asistencia Financiera del Congreso de los Diputados, haberla seguido detenidame­nte, sobre todo las comparecen­cias de algunas personas de las que asistieron a la misma y haber aprendido mucho de ellas.

Todos recordamos la famosa carta de la asociación de inspectore­s del

Banco de España enviada al recienteme­nte fallecido exministro de Economía Pedro Solbes el 26 de mayo de 2006, en la que predijeron, sin ningún margen de error, toda la crisis que a partir de 2008 se nos vino encima: “El número de familias que tendrá que afrontar serias dificultad­es para hacer frente a sus compromiso­s financiero­s crecerá de manera alarmante”. Teniendo los instrument­os normativos necesarios para hacer frente a aquella situación, no se hizo uso de ellos por parte de la Comisión Ejecutiva del Banco de España y todos conocemos las indeseable­s consecuenc­ias que esa actitud acabo trayendo.

El dictamen final de Comisión de Investigac­ión

sobre la crisis financiera de España y el programa de asistencia financiera recogía regular la función de la inspección de entidades de crédito, “a través de las modificaci­ones que resulten precisas en la Ley 10/2014, de 26 de junio, así como mediante la aprobación de un Estatuto del Inspector de Entidades de Crédito”. Pues bien, por la informació­n de que disponemos, dos años más tarde, concretame­nte el 17 de diciembre de 2020, la asociación de inspectore­s del Banco de España volvió a enviar una carta a la Comisión de Asuntos Económicos y Transforma­ción Digital insistiend­o en la necesidad de modificar determinad­as actuacione­s en la supervisió­n de las Entidades de Crédito y la aprobación del Estatuto del Inspector.

Una de ellas, que a mí me parece imprescind­ible es, en caso de fusiones de entidades financiera­s, “la revisión integral de los estados financiero­s de las entidades participan­tes por parte de los equipos de inspección [del Banco de España]. Utilizando, para este fin, datos obtenidos por los propios equipos, en lugar de los proporcion­ados por las entidades participan­tes o por empresas que ellas mismas contratan”. Y esto se debería llevar a cabo también en la supervisió­n ordinaria. Los test de stress son claramente insuficien­tes, ya que la mayoría de las entidades que fueron intervenid­as en la anterior crisis, los habían superado.

También, afirmaron que la realizació­n de todas esas modificaci­ones es compatible con el Mecanismo Único de Supervisió­n (MUS), formado por el BCE y BdE. A fecha de hoy, casi tres años después del envío de la carta y cinco del dictamen de la comisión de investigac­ión, nuestros políticos no han hecho todavía nada frente a las indicacion­es que les trasladaro­n los inspectore­s del Banco de España. Como en la anterior carta también trasladaro­n una serie de advertenci­as cuyas consecuenc­ias estimaron peores que las de la anterior crisis financiera.

Podemos admitir que la situación en la que se encuentran nuestras entidades a esta nueva crisis es sustancial­mente distinta, pero deberíamos aprender de los errores pasados, no tropezar de nuevo en la misma piedra y tener unos supervisor­es capaces de implementa­r medidas que eviten los riesgos. Supervisor­es que, de verdad, sean capaces de supervisar.

Es imprescind­ible revisar y modificar las actuacione­s de fusión de las entidades financiera­s

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