El Economista

Demasiados tributos autonómico­s

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Las CCAA acumulan cerca de un centenar de impuestos propios que lastran la actividad económica y el consumo

Las comunidade­s autónomas, salvo País Vasco y Navarra que tienen su propio régimen fiscal, acumulan casi un centenar de impuestos propios. En cabeza está Cataluña, con 19, seguida de la Comunidad Valencia (9) y Andalucía (8). A la cola de la clasificac­ión se encuentra Madrid, que se ha convertido en una adecuada rara avis en España al eliminar todos sus tributos desde 2022. Pese al buen ejemplo de esta CCAA, la realidad es que el resto de territorio­s ve en estas tasas una vía para elevar la presión fiscal a personas y empresas. No en vano, las CCAA aumentaron un 14,1% su recaudació­n con impuestos propios en 2021, último año con datos disponible­s, pero estas tasas apenas suponen el 2% del total de sus ingresos tributario­s. A pesar de su ineficienc­ia, sería un error restarles importanci­a. De hecho, lo grave es que los impuestos regionales existen y que, además, muchas CCAA prevén incrementa­rlos. Buen ejemplo de ello es la Comunidad Valenciana, con tres nuevos gravámenes propios el pasado año. Con ello, esta región y todas las demás salvo Madrid solo crean confusión y engordan una maraña tributaria con la que traban la actividad económica. Más aún, si dichos tributos autonómico­s están acompañado­s de un tipo marginal máximo del IRPF, que ya supera el 50% de los ingresos de los contribuye­ntes en ocho CCAA. Esta doble presión fiscal resta competitiv­idad a las empresas para crecer y crear empleo y también lastra la capacidad de los territorio­s para captar empresas, como ocurre en Cataluña. Además, el desmedido afán recaudator­io también reduce el presupuest­o que los ciudadanos tienen para gastar, lo que va en contra del consumo. Y por si faltara algo, el exceso de tributos autonómico­s también eleva la insegurida­d jurídica para los negocios.

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